Autovía de Extremadura, dirección Madrid. Hacia las siete de la tarde. Tráfico fluido. Muy pocos coches para ser un domingo por la tarde. Volvemos un grupo de amigos del Rally de Portugal. Yo conduzco un Ford Tourneo Custom, una furgoneta de ocho plazas que es lujosa como un turismo por dentro y grande como una furgona por fuera. Vamos seis personas, dos en cada fila. Creo que es la de batalla larga, pero no estoy seguro. Lo creo porque por detrás de la tercera fila de asientos queda mucho maletero. Nos sigue un Volvo XC 60 unos 100 metros por detrás. Vamos los dos a todo lo que se puede ir por autovía. Hace unos kilómetros hemos adelantado a un coche de la Guardia Civil que circulaba a 124 – 125 kilómetros hora. Nosotros lo hemos adelantado a 126. Detrás del coche de la Guardia Civil había muchísima densidad de tráfico. Por delante, estaba despejadísimo. Tranquilidad absoluta en el asfalto, ya cerquita de casa.

Mi amigo Víctor, que va sentado en la segunda fila de asientos ha comentado hace unos minutos los resultados de la Fórmula 1. Volvemos relajados y felices después de un fin de semana maravilloso en el que hemos visto algún coche de carreras, hemos pasado frío, hemos pasado calor, hemos encontrado amigos, hemos visitado a familiares y hemos comido y bebido y hemos hecho prometedores proyectos de futuro. Fin de semana de felicidad infinita.

Conduzco un poquito más rápido de esa velocidad a la que Fernando Alonso confiesa que se duerme. Debe ser una velocidad legal, porque he adelantado a los Guardias Civiles y no me han dicho nada. Conduzco relajado. No hay tráfico, hay buena visibilidad, no vamos ni rápido ni lentos. Miro hacia adelante porque hay que mirar hacia adelante, pero los kilómetros pasan y voy tan relajado como cuando iba en la última fila de los asientos. Voy por el carril izquierdo, adelantando. Acabo de adelantar a un Renault Mégane Coupé-Cabriolet que va destapado y me fijo en él. Tengo más coches para adelantar y sigo en el carril izquierdo.

En mitad de una curva, con un ligero cambio de rasante, el coche que me precedía de lejos está muy cerca. Casi parado. Me quedan muy pocos metros para reaccionar. Clavo los frenos. Me hace gracia, porque mi acompañante, en el asiento de la derecha, levanta los brazos para apoyarse contra el marco entre el techo y el parabrisas. ¿Quién ha tenido más reflejos, ella o yo? ¿He frenado yo antes o ha levantado ella antes los brazos a la vez que se lamentaba? A la vez que me hacía gracia quería decirle que quitara los brazos de ahí, todo eso a la vez que estaba seguro de que no nos la íbamos a pegar.

En el primer instante de pisar los frenos como un poseso veo que no paro la furgoneta a tiempo ni harto de habilidad. Levanto el pie, giro el volante con suavidad y energía y me cambio de carril en el pequeño hueco que queda entre el Mégane y el coche que le precede. A la derecha también están frenando. Aunque estoy alto porque voy en la furgoneta, todavía estamos en medio de la curva y no veo qué pasa por delante. ¿También estarán parados en el carril de la derecha? ¿Cuántos metros me quedan para seguir frenando? ¿Estarán chocados unos metros más adelante y hay que seguir frenando? Echo un ojo al arcén por si tengo que hacer una segunda maniobra de esquiva. Pocos metros más adelante veo, por fin, cuando ya se acaba la curva, que no hay retención en ninguno de los dos carriles. Lo único que hay es un coche detenido en el carril izquierdo y dos coches más detrás de él. Por delante, todo el carril vacío. Como están justo a la salida de la curva, a pesar de ir alto en la furgoneta soy incapaz de verlo.

La curva era a izquierdas y el giro de la curva me ayuda a realizar el cambio de carril hacia el carril derecho con rapidez y sin forzar mucho las dos toneladas y media de peso que llevamos con pasajeros y equipaje. Aun así, la Tourneo Custom ha realizado la maniobra, muy violenta, de forma impecable. El frenazo primero ha sido «frenazo tipo prestaciones». A saco. Pocas personas están acostumbradas a un frenazo así. Me lo dicen muchos profesores de cursos de conducción. Le pides a los alumnos que frenen y no frenan. «Ya estoy frenando a tope» dicen que les contestan. Y cuando los profesores les muestran cómo es un frenazo de verdad responden: «No sabía que mi coche podía frenar asi». Un frenazo así, la primera vez que te lo dan, impresiona. El giro ha sido rápido, casi instantáneo y suave, pero en la última fila de la Tourneo Custom el balanceo debe haber sido notable.

Tras la sorpresa, alegría. Me hace ilusión haber sabido reaccionar y evitar un accidente que hubiera podido tener consecuencias muy graves. Si le doy a los tres coches que tengo parados delante con la Tourneo Custom, a la velocidad que iba, más les valía tener bien puestos todos los reposacabezas en su sitio e ir en buenos coches, con zonas de deformación progresiva posterior. Para qué pensarlo. En nuestra Tourneo Custom también hubiera habido consecuencias graves. No me quedaban más de 30 o 40 metros para frenar y los tres coches de delante estaban muy pegados entre ellos. Hubiera sido un impacto brutal.

Una ventaja más de llevar una furgoneta, además de ir seis dentro del coche y de pasárnoslo muy bien, y de que ha reaccionado de maravilla, es que al ser alta, los amigos que nos seguían pudieron ver el movimiento violento de la carrocería y empezaron a frenar porque sospecharon que algo pasaba. A ellos no les dio tiempo a cambiarse da carril, porque en el carril de la derecha los coches ya iban todos muy despacio y estaban muy juntos unos de otros. Por suerte, como no había tráfico, por detrás de ellos no venía nadie.

Por whatsapp recibimos poco después el mensaje de que al conductor le temblaban las piernas. Nostros estábamos celebrándolo. Unos reportando dolores causados por el cinturón y todos dándome abrazos virtuales desde la lejanía de las filas posteriores. Una frase me llegó nítida en el instante justo posterior a la esquiva fue: «¡Cómo mola el Moltó!».

Estoy contento. Fue una buena reacción y una buena maniobra. En la maniobra me ayudó mucho la Tourneo Custom, que no hizo ni un aspaviento. Frené a saco, levanté un poco, giré suavemente pero decididamente, enderecé y volví a frenar con fuerza, pero ya no tanto como la primera vez. Una frenada de carreras, pero con zig-zag en medio, con furgona y con suspensiones de serie.

La dificultad no estaba tanto en la maniobra, sino en tener la idea en la cabeza. Siempre hay que tener una escapatoria en la cabeza. Dejar de mirar a los coches que tienes delante. Si los miras, te vas contra ellos. Hay que mirar a las alternativas. Detener el coche no era una opción. Me fui a la derecha sin pensar. Encontré el hueco sin pensar. Que hay soluciones, tiene que estar ya en la cabeza. Luego, a veces, no existen, pero aun así hay que seguir intentándolo.

Si no hubiera habido hueco por la derecha, hubiera tenido que abrirme hueco por la izquierda. Me hubiera tenido que ir contra el guardarraíl. Hubiera golpeado el guardarraíl y también los coches, porque no había sitio, pero hubiera sido un impacto repartido entre varios elementos, con desplazamientos menores de todos, con energías repartidas entre varios coches y también con mayor distancia para que los neumáticos y los frenos siguieran trabajando. La Tourneo Custom es ancha, pero nos hubiéramos abierto hueco, o al menos lo hubiéramos intentado, entre el guardarraíl y los coches detenidos.

Cuando ves un accidente tan cerca pero consigues evitarlo, se te queda un cuerpo raro. Al menos a mí. Ya casi has visualizado el golpe y en cambio, la carrocería está intacta y los cuerpos también, o casi.

Lo más importante. Salvamos los pasteles de nata que traíamos para Madrid.

P.D.

Llevo dos esquivas con algún parecido, a la salida de una curva, en menos de 18 meses. En una con un Mercedes Clase E (El accidente) y en otra con la Ford Tourneo Custom. El Clase E se aferró al suelo al pisar los frenos, la Custom no se aferra como un Clase E, pero ha reaccionado de forma impecable. Hace 20 años, una maniobra de este estilo, hubiera sido muy delicada con cualquier deportivo (haber ido bajito en este caso hubiera supuesto accidente casi seguro. Probablemente, ir en una posición más alta para el conductor nos ha dado algún metro de visibilidad de ventaja). Hoy, las suspensiones de los coches y los sistemas de seguridad activa van tan bien, que incluso con una furgoneta, una maniobra de esquiva es sencilla. No es difícil de hacer. Sólo hay que haber practicado mucho para ejecutarla sin pensar y tenerla siempre presente en la cabeza. Estas cosas, o salen sin pensar o no salen.