¿Qué podemos hacer los ciudadanos para no crearnos prejuicios? Recibimos información de denuncias, acusaciones, detenciones, filtraciones y nos formamos una opinión sin tener la capacidad de investigar directamente lo que ha sucedido.

Una violación a una camarera en un hotel, un robo melodioso, una prevaricación, venta de sustancias dopantes.

Leemos indicios que se dan como hechos probados, damos por sentada una realidad y no tenemos datos. Recibimos una visión sesgada. No podemos contrastar ni completar los retazos de una realidad o de una mentira, tamizados o tergiversados queriendo o sin querer por quienes los cuentan, plantados ante nuestros ojos por la necesidad de los medios de vender, de contar historias incompletas lo antes posible.

Nos formamos opiniones con indicios incompletos y no tenemos posibilidad de modificar esta situación.

¿Por qué tenemos tanta prisa? ¿De qué nos sirve? ¿Por qué buscamos informaciones incompletas en los medios? ¿De qué sirve ese ansia por conocer lo que está ocurriendo en el momento, por estar al día de las miles de asuntos irrelevantes que ocurren en el mundo, que no son nada hasta que no es posible dibujar la escena completa?

Cuando me fui de la radio en la que trabajaba, hace unos años, el director me preguntó por qué me iba. «La actualidad no me interesa nada» le contesté. Me fui a la calle sin posibilidad de cobrar el paro ni actualidad que llevarme a la boca.

El periodismo vive de actualidad que, mayormente, es nada.

Supongo que la actualidad cumple el mismo papel que cumplía la película de la noche cuando sólo había una televisión: todo el mundo tenía algo de que hablar a la mañana siguiente.

En mi casa no había televisión y cuando llegaba a clase por la mañana no tenía nada de que hablar con mis compañeros de clase. Todos hablaban de la peli de la tele de la noche anterior y yo no la había visto. Recuerdo que cuando en un corrillo ya habían contado la película, o una escena, me iba a otro corrillo. De esta forma podía participar de la conversación y contar la escena que me habían contado previamente.

Salvo para quienes necesitan actualidad para comprar y vender acciones y ganar dinero con ello, no encuentro sentido al interés ni a los esfuerzos por estar informado de «lo último». No sé si esa afición por conocer lo que acaba de ocurrir parte de una necesidad o de un deseo propio o si parte de una necesidad inducida por los medios, que nos estimulan a consumir actualidad.

De lo que estoy seguro es de que estar informado no tiene nada que ver con conocer los asuntos de última hora.