Leo en los diarios y periódicos que la ministra Teresa Ribera afirma que «el Diesel tiene los días contados, durará más, durará menos, pero sabemos que su impacto en partículas y el aire que respiramos es suficientemente importante para ir pensando en un proceso de salida«.

Depende cómo se lea lo que dice tiene razón. «El Diesel tiene los días contados». Pues sí. Como la gasolina, el gas natural, los eléctricos, cada uno de nosotros y el universo. No sabemos contarlos con antelación, pero todo tiene los días contados. Pero claro, la ministra no se refiere a eso.

También es cierto que «su impacto en partículas y el aire que respiramos es suficientemente importante para ir pensando en un proceso de salida«. Pero eso ocurre también con la gasolina y con el gas natural, con las centrales térmicas y con las centrales nucleares. Incluso con la energía eólica y la fotovoltaica que tienen un impacto en el medioambiente que convendría minimizar.

Todo eso es cierto. Sin embargo, el problema no es ese. Los motores Diesel modernos, los que cumplen con la última normativa, no son más contaminantes que los de gasolina. No emiten más partículas que los de gasolina, o no de forma generalizada y tampoco más óxidos de nitrógeno ni, por supuesto más CO2. No lo digo yo. Lo dicen doctores ingenieros especialistas en motores tan prestigiosos como Guillermo Wolff, Francisco Payri y Jesús Casanova. Ni ellos ni yo tenemos nada en favor del Diesel. Nada en contra del motor de gasolina. Mi única preocupación es el entorno y que no cometamos errores imposibles de reparar retroactivamente.

Ministra, antes de matar el Diesel, antes de apostar por un motor u otro, antes de tomar decisiones, infórmese bien, por favor. Se han tomado demasiadas decisiones políticas con la mejor intención que han hecho mucho daño al entorno ambiental. Que han generado mucha contaminación y CO2. Recuerdo la década de los 90, cuando la legislación obligó a introducir catalizadores de reducción para cumplir con la normativa de emisiones de NOx. Toda la inversión para el desarrollo de motores de mezcla pobre se paralizó. Cumplir con esas normas obligaba a consumir más gasolina ¡¡¡La norma obligaba, para ser cumplida, a un mayor consumo de gasolina!!! La mezcla estequiométrica elevó los consumos entre el 10 y el 30%. Y décadas después, tenemos problemas con el efecto invernadero, la temperatura del planeta y las emisiones de CO2. Grrr.

«Los motores Diesel son los únicos motores, de momento, que nos permiten mantener un nivel de movilidad como el que estamos acostumbrados y controlar las emisiones de CO2«. No lo digo yo, que no he medido nada. Lo dicen personas con muchas horas de laboratorio, de pruebas y de estudio. En unas jornadas recientes, en la Escuela de Ingenieros de Madrid, lo afirmó Guillermo Wolff.

Podemos reducir las emisiones de CO2 limitando la movilidad. Sería una decisión política como otra cualquiera. U obligando a incrementar la producción de renovables, la capacidad de distribución eléctrica y la utilización de coches eléctricos. Esas medidas tendrían un impacto económico por determinar, un impacto ambiental por determinar y un impacto en la movilidad por determinar, pero salvo error u omisión, no parece que perjudiquen claramente al entorno.

Estigmatizar los motores Diesel modernos, en cambio, sí puede tener un perjucio ambiental directamente proporcional a su caída de ventas. Los motores de gasolina no son más limpios que los Diesel. Tampoco los híbridos, salvo en entornos determinados.

Yo no tengo ningún interés en que se vendan coches con motores Diesel, ni coches de gasolina, ni híbridos, ni todo lo contrario. Sí tengo interés en que las decisiones políticas que se tomen ayuden a mejorar el entorno en el que vivimos y que no tengan consecuencias indeseadas.