Un milagro, tal como yo lo entiendo, es un hecho que contraviene las leyes de la ciencia. Un milagro sería, por ejemplo, que un avión se cayera hacia arriba cuando pretende aterrizar.

Los milagros no pueden existir, porque cualquier hecho con apariencia de milagro obligaría a reconsiderar las leyes de la ciencia. Las excepciones no confirman las reglas. Justo al contrario. Por eso, un milagro obligaría a reconsiderar las reglas. Un milagro, lo único que dejaría claro es que ese principio de la ciencia está equivocado.

Me he enrollado para justificar el titular que he puesto a este artículo, que no hubiera requerido introducción si lo hubiera titulado «nadie vende duros a cuatro pesetas».

Todo esto lo cuento porque el consultorio de compra de coches puede tomar una deriva peligrosa para nosotros y para nuestro tiempo.

Una persona, que me consultaba el otro día, decía lo siguiente:

— Quizá pueda encontrar un Diesel que esté bien de precio ahora, pero tengo miedo de que se devalúen con mucha rapidez. Y, con los eléctricos e híbridos enchufables, tengo miedo de que la tecnología no esté madura, que se queden obsoletos en 5 años y que tampoco valgan nada en esa fecha.

Como decía mi amigo David Moreno el otro día, en un artículo sobre mercados, «es difícil hacer predicciones, especialmente del futuro», frase del premio Nobel de Física, Neils Bohr.

Yo ni pienso que la tecnología actual de los eléctricos vaya a estar obsoleta en cinco años ni creo que los Diesel comprados ahora vayan a depreciarse especialmente. Al contrario. Creo que los eléctricos tendrán un mercado reducido tanto ahora como dentro de cinco años, aunque crecerán paulatinamente a medida que la red de puntos de carga vaya aumentando y que los Diesel, que son beneficiosos para el cambio climático, volverán a ser coches apreciados. Pero hacer predicciones, especialmente del futuro, es muy difícil. Y arriesgado. En este caso más, porque la racionalidad está secuestrada por los fanáticos y puede ocurrir cualquier cosa.

Sea como sea, entiendo perfectamente los miedos de esta persona. El miedo es libre. Para estos casos, de personas que tienen mucho miedo al futuro en el automóvil, mi propuesta es un renting. Se lo dije así:

— ¿Has pensado en un renting? Los riesgos los asume la empresa de renting. Pagas una cuota fija mensual y ellos se encargan de revisiones, reparaciones, seguro, etc. El coche es suyo. Cuando termina el alquiler, se lo devuelves y te olvidas.

— Sí, lo he mirado. He hecho las cuentas, pero te sale más caro, ¿no?

Lo único que sé contesar, ante esa pregunta, está escrito en el titular de este artículo. En km77 intentamos asesorar, el negociado de los milagros hay que buscarlo en otra ventanilla.