Me he levantado triste. Me he acordado de las palabras que me dijo ayer Víctor Piccione durante un abrazo interminable. Interminable porque no termina. Porque siempre estará entre mis brazos ese instante, ese fin de semana, estas 24 horas en las que soñamos ganar.

Me he acordado también de la carita de Noelia cuando me bajé del coche, sin gasóleo, empujado por todo el equipo para cruzar la línea de meta por última vez, para sumar una vuelta más, aunque fuera con el motor parado. Una carita de pena de la misma magnitud que la cara de ilusión con la que dijo 12 horas antes, a no sé qué hora de la noche: «Tengo muchas ganas de ganar».

km77.com participa de lleno en las 24 Horas de Ford porque es un evento necesario. Una competición que aúna solidaridad, coches, deporte, afectos y cariño. Una competición necesaria por lo menos una vez al año para sentirse cerca de personas que siempre están alrededor. Un evento insustituible.

Este año decidí que nuestro objetivo no era ganar, que nuestro objetivo no podía ser ganar. Quería que sirviera para que lo disfrutaran algunas personas de esta empresa que no están tan acostumbradas a conducir coches como los que probamos coches con frecuencia. Les tocó por sorteo, entre todos los que no habían participado nunca, a Jaime Arruz, a Jose B. Blázquez y a Noelia. Seguramente al que más ilusión le hacía participar de todos los que trabajamos en km77.com, Jorge Fernández, se quedó fuera. Otra vez será.

Nuestro objetivo no podía ser ganar, no llevábamos a los mejores pilotos de la casa para las plazas a las que tenemos derecho por ser patrocinadores del evento, pero una vez en el circuito hicimos todo lo posible para ganar.

Yo no tenía previsto participar, pero al final hubo que cubrir unas plazas de personas que se dieron de baja. Me llamaron desde Ford para cubrir una de esas plazas. Yo iba a estar de todas formas todo el fin de semana en el Jarama. Lo agradezco mucho, aunque estoy seguro de que lo hubiera disfrutado igual sin subir al coche.

Víctor Piccione era el más convencido de que podíamos ganar. Para vencer en esta competición es imprescindible que no haya estrellitas que se creen que lo saben todo, que arruinan el esfuerzo colectivo por sus ganas de brillar y de hacer buenos tiempos. Hemos sido un equipo muy disciplinado, con muchas ganas de hacerlo bien y con espíritu gregario, felices de contribuir a mejorar el resultado final, dispuestos a renunciar a su tanda al volante en beneficio del equipo. Todos hemos aportado y vivido con intensidad cada hora.

Estuvimos algunas horas los primeros y dejamos que los dos equipos de delante se distanciaran demasiado. Probablemente fue un error, pero nuestros cálculos de consumo no nos dejaban ir más rápido. Es imposible saber si todos los coches gastan lo mismo. Hay promedios que parecían imposibles vistos desde nuestro equipo. Pero es cierto que hay muchas personas que conducen muy bien, que corren sin gastar. No les quito méritos.

Lo intentamos mucho y no pudo ser. Fuimos los más regulares durante muchas horas. Yo sigo creyendo que es la estrategia acertada. Todos intentamos conducir muy bien en cada vuelta, los que tienen más experiencia y los que menos. Y fuimos felices en cada instante.

Jaime Arruz, que corrió a falta de cuatro horas para el final, se mareó dentro del coche y tuvo que dar dos vueltas menos. Fueron las horas de más calor y nuestro único imprevisto en las 24 Horas. Como los turnos no pueden ser de más de una hora y lo teníamos perfectamente milimetrado, nos obligaba a hacer una última parada no prevista. Un pequeño contratiempo de cuatro minutos. No nos importaba nada. No hubo ni la más mínima señal de desaliento o tristeza. (Jaime se recuperó enseguida, que era lo que nos podía preocupar)

Un los turnos siguientes condujeron Víctor Piccione, con la solidez acostumbrada, y Alfonso Burgos, gerente del concesionario Ford COBUSA, probablemente el que mejor condujo de todos nosotros. Seguramente teníamos que haber hecho los dos últimos turnos al revés. Yo el penúltimo y él, el último. Gracias Alfonso por tu dedicación extrema y por tu calidez. Qué suerte tuvimos de que estuvieras en nuestro equipo. Hiciste los mejores relevos de todo el fin de semana.

Empezamos el último turno con tres minutos de adelanto sobre el horario previsto antes del patatús de Jaime. Tuvimos un momento de desconcierto. Miguel Martín, nuestro coordinador de grupo, dijo que Alfonso no se bajara del coche, para apurar el tiempo de su relevo parado en boxes. Yo, al lado del coche y con el casco puesto, no le entendí. José, con su entusiasmo de siempre, se fue hacia la puerta para impedirle bajar del coche. La cara de Alfonso, dentro del coche, fue un instante de desconcierto absoluto. Hacíamos todos los cambios a toda velocidad. Yo tampoco entendía nada. Le grité a José (casi le pego), «¡¿Pero que haces?!». «¡Ha dicho que no se baje del coche!» me respondió. En ese momento entendí la frase de Miguel de diez segundos antes. Demasiado tarde. Ya estaba dentro del coche con la primera puesta y el embrague a medio soltar.

Empecé las primeras vueltas a ritmo lento, hasta que me adelantó el coche que iba por detrás de nosotros en la clasificación. Iban a una vuelta, no eran un peligro, pero decidí seguirlo. La posibilidad de ganar una o dos posiciones me retumbaba en la cabeza. Los de delante no se inmutaron, pero yo quería que sintieran nuestra presión. Siguieron marcando su ritmo lento. El coche no daba ni un síntoma de ir con poco combustible. Yo no miraba la aguja, ni la autonomía. Estaba poseído.

Tenía la esperanza de poder hacer las dos última vueltas a tope. Decirle a Víctor Piccione, cuando me bajara del coche, «vete a saco».

Es imposible calcular con tanta precisión si queda un litro o medio o nada. Si el coche todavía no se ha parado hay muchas posibilidades de que quede un litro en el depósito, que permita apretar a tope y quizá adelantarles en el último suspiro. Dos vueltas a saco, al final, nos podían haber dado todo.

Quería ganar. Ya nos habíamos desdoblado de los segundos. Podíamos meternos en la misma vuelta que los primeros si dábamos las dos últimas vueltas a tope. Si se quedaban sin combustible podíamos ganar. Paré el ventilador de la aireación del coche. Quería apurar hasta la última gota de energía disponible.

No pudo ser. Nos quedamos nosotros sin caldo. Víctor no pudo ni subirse al coche. Se me paró en la entrada a boxes, justo cuando levantaba el pie para entrar. Intenté arrancarlo, pero no reaccionó. No dio ni un pequeño aviso antes. No hubo forma.

Durante esa última hora conduje muy mal. Íbamos un grupo grande de coches todos juntos y todos nos estorbábamos a todos. Parecía una carrera más que una competición por ver quién gasta menos. Los neumáticos estaban en muy malas condiciones y arrastraban mucho en las curvas. No corría ni una gota de aire en la sauna interior. Quería aprovechar hasta la última gota de energía. Seguí forzando. Hasta que el motor se paró.

Vino todo el equipo a empujar para cruzar la meta y acabar la vuelta. Era una vuelta más, que podía valer.

La emoción acumulada se rompió en añicos dos vueltas antes del final previsto y dos (o cuatro) posiciones por detrás del deseo. Todo el equipo vino a darme ánimos. Somos una manada. Ni un reproche por mi inconsciencia y mi afición al riesgo. Gracias a todos. Hoy estoy triste y también feliz de haber pasado 24 horas con vosotros. Espero que las disfrutarais tanto como yo.

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He pedido a una amiga de Ford que me enviara la lista completa de los integrantes de nuestro equipo, porque no conocía los apellidos de todos. Me ha enviado este mail, que reproduzco.

Coordinador: Miguel Martín

Embajadores: Edu Soto y Ramón Arangüena

km77 (patrocinadores y periodista) Jaime Arruz, Noelia Sánchez, José Blázquez, Javier Moltó

Periodista: Matías Prats (realmente se llama Matías pero para no confundirle con su tío, en la tele sale como Daniel Prats)

Concesionario: Alfonso Burgos, gerente del concesionario Ford COBUSA

Ford: Víctor Piccione

Ayuda al equipo: Raúl Piccione y fotógrafo: José Robledo

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Gracias a todos.

José Robledo (Pepe) ha hecho muchas fotos. Ha estado con nosotros la 24 Horas y ha ayudado constantemente. Publicaremos sus fotos en tamaño grande, para disfrute de todos. (Me ha mandado el siguiente mensaje, que reproduzco: «Es un placer haber formado parte de este buen equipo y un orgullo que mis primeras 24 horas Ford hayan sido en la plantilla de km77!!!» (En las siguientes hasta le puede tocar conducir)

Y a Raúl Piccione lo contratamos de ayudante para próximas ediciones, aunque su padre corra en otro equipo. No nos importa :'(

Además de la satisfacción por el equipo, he recibido muchas muestras de cariño durante estas 24 Horas. Cariño procedente de los lugares más diversos. Un millón de gracias.

En el capítulo de agradecimientos, las personas que pelean en Ford para conseguir que esta competición se haga cada año merecen un capítulo especial. Os mueve la pasión. Con eso no siempre se gana, como hemos visto este fin de semana en nuestro equipo. Pero, por si os compensa de algo, yo os quiero mucho.