Los coches con combutibles fósiles pueden llegar de Madrid a Lisboa sin parar. Yo no. Mis baterías dan para recorrer como máximo 250 kilómetros, si quien me conduce pone mucho cuidado para aprovechar bien la capacidad de energía que puedo almacenar. Para recorrer 250 kilómetros no podemos pasar de 90 km/h, ni utilizar aire acondicionado, ni calefacción, tener un poco de viento a favor y que las carreteras sean llanas o en bajada. No estoy hecho para viajar en relevos largos, ni para hacer paradas cortas.

Loren y Javier planificaron el viaje desde Madrid a Oeiras y lo contaron aquí. Sin embargo, el día antes de salir, en el hotel de Izan de Trujillo, donde teníamos prevista la parada para desayunar ellos y cargar yo las baterías, nos informaron de que una tormenta les había estropeado el sistema de carga universal, por lo que esa escala no nos servía.

En definitiva, que de una etapa de 233 kilómetros según el mapa de Google, teníamos que pasar a una etapa de 293 kilómetros, para llegar hasta el Hotel Hospes Palacio de Cáceres, en el que un cargador de 11 kWh nos permitiría llenar las baterías en unas tres horas para seguir rumbo a Évora, en Portugal. Como he dicho al principio, 293 kilómetros es una distancia insalvable para mí, por lo que había que buscar otro punto de carga más cerca de Cáceres.

Con la ayuda de electromaps y de una llamada por teléfono para intentar confirmación, Javier decidió que lo mejor sería parar en Talavera, donde otro cargador de 11 kWh nos permitiría cargar la batería a 110 kilómetros de Madrid en más o menos una hora, para proseguir viaje hasta Cáceres. Sin embargo, Javier no se fiaba de que este cargador de Talavera funcionase correctamente. No había nadie directamente a su cargo, nadie nos confirmaba que estuviera en servicio y en electromaps aparecía en esas fechas (y todavía ahora) como punto eliminado. Por mucho que por teléfono (no sabemos exactamente quien, la persona que contestó a un teléfono que encontraron en internet del Centro comercial) nos dijeron que sí estaba en funcionamiento «al menos hasta hace un par de días», no podíamos arriesgarnos a llegar y que no funcionara.

Por este motivo, en lugar de salir de viaje el jueves de madrugada, para llegar a Oeiras el jueves por la noche, salimos de Madrid el miércoles por la tarde, para tener la seguridad de poder cargar durante toda la noche, fuera donde fuera, con un enchufe normal si el cargador no funcionaba. Cuando llegamos al centro comercial de Talavera en el que están el cargador exclusivo para Tesla y el cargador universal, el vigilante del complejo nos confirmó que hacía un par de semanas habían robado el cargador (no me imagino cómo alguien se atreve a llevarse un cargador y correr el riesgo de una descarga mortal). Pero por suerte para nosotros, lo habían restituido, así que en un par de horas yo tenía las baterías cargadas y todos pudimos dormir con tranquilidad.

El resto del viaje fue sencillo. De Talavera de la Reina al Hotel Hospes Palacio de Cáceres hay 194 kilómetros, que transcurrieron plácidamente. Mientras mis baterías se cargaban (foto superior), Loren y Javier aprovecharon para colocarme mis primeros vinilos de decoración permanente y quitar los adhesivos del ECO Rally de Llanes. Luego se fueron a comer y regresaron muy satisfechos. Comieron un «arroz cremoso de morcilla patatera» que cuando llegaron al coche todavía se estaban relamiendo.

De Cáceres a Évora hay también menos de 200 kilómetros por lo que llegamos sin problemas. Siempre queremos llegar a nuestro destino por con lo menos 50 kilómetros de autonomía adicionales por, si falla el cargador, tener margen de maniobra. Eso es lo que nos ocurrió al llegar a Évora. Para cargar en Portugal, en cualquier cargador, es necesario utilizar una tarjeta que se solicita por Internet y que tarda diez días en llegar a casa. Aunque el cargador esté situado en una gasolinera (gasolinera de Repsol en Évora) en la estación de servicio no te facilitan la carga de ninguna forma. La carga es gratuita, pero en la estación de servicio no tienen ninguna tarjeta para ayudar a los clientes a proceder a la carga. Estábamos con el coche pegados a un cargador rápido, en una estación de servicio, sólo queríamos cargar 30 minutos de carga rápida y nadie fue capaz de solucionarnos el problema. En todos los cargadores de Portugal hay que utilizar esta tarjeta.

Por fortuna, nos encontramos muchas personas amables en Portugal. Una de ellas, nos guió con su coche, hasta el concesionario de BMW en Évora (A. MatosCar) y les contó nuestro problema. Allí, con un cargador de 11 kWh y una hora de paciencia, pudimos recargar las baterías lo suficiente como para llegar a nuestro destino. A pesar de la carga, teníamos una autonomía bastante justa. Por el camino paramos en un centro comercial en el que tenían cargadores, para intentar adquirir la tarjeta famosa en algún lugar. Imposible. Sólo es posible obtenerla si se pide por Internet. De todas formas, de haberla encontrado, esperar en ese centro comercial habría sido un suplicio. Los cuatro cargadores estaban ocupados y había otros dos coches esperando a conectarse. ¡Qué alivio, porque me aburro bastante cuando Loren y Javier se van y me dejan cargando!

Cuando finalmente llegamos a Oeiras, nuestro destino, fuimos con pocas esperanzas y muy poca autonomía (24 km) a un punto de recarga lenta que teníamos localizado, buscando estar toda la noche cargando. Y allí una vez más, nos dimos cuenta de que era misión imposible. Justo cuando mis compañeros y yo nos íbamos a ir, apareció un hombre muy amable, que trabajaba con un Nissan Leaf para Uber. Estuvo hablando con Javier y Loren unos minutos, explicándoles que la tarjeta es imprescindible si quieren cargar en Portugal, que la electricidad es gratis, pero sin tarjeta no hay nada que hacer. Finalmente pasó su tarjeta y pudieron conectarme, pero él se quedó sin cargar su coche. En ese momento supimos que no es posible utilizar dos veces la misma tarjeta y como me puso primero a cargar, él se quedó finalmente sin hacerlo. Pero no solo eso, este encantador hombre vino a primera hora de la mañana, antes de irse a trabajar, ya que para desconectar el cargador es necesario volver a pasar la tarjeta. Lo dicho, gente muy amable y encantadora en Portugal. La lluvia, además, me regaló una ducha fresca después del largo viaje. Qué buena noche en Oeiras.

Al día siguiente, a través de la organización del Portugal ECO rally, conseguimos una tarjeta y nuestra vida cambió. Ya podíamos cargar en cualquier punto de Portugal. Sin esa tarjeta no hubiéramos sido capaces ni de movernos por allí ni, por supuesto, de regresar a España. Aunque esa historia la contaré después de narrar en detalle nuestro segundo puesto en el Portugal ECO Rally.