Esta es una carta para ti, Pepe. Una carta pública. Una declaración pública de amor.

La hago pública porque quiero que haya mucha gente que te conozca aunque no sepa quién eres, que sepa que existe una persona como tú. Una cabeza prodigiosa metida dentro de otra cabeza prodigiosa. Una cabeza capaz de pensarlo y de recordarlo todo, rodeada de una cabeza inclinada hacia el amor generoso como casi ninguna.

Te escribo una carta pública para decirle al mundo que el mundo será peor dentro de poco tiempo, cuando ya no existas. Quienes no te conocen no lo saben. Pero vivirán en un mundo peor. Quienes te conocemos no tenemos ninguna duda. Por eso estamos tristes. Un mundo sin ti vale mucho menos la pena. Lo aceptaríamos normalmente si no te hubiéramos conocido, pero qué duro se hace después de estos años. Estamos tristes y a la vez tan felices por haberte conocido.

Seguramente eres poco consciente de todo lo que me has dado, de todo lo que te quiero. Conocerte, haber compartido cervezas contigo, lecturas contigo, comidas y cenas contigo, discusiones y discrepancias contigo ha sido uno de los privilegios de mi vida. Siempre me he sentido pequeño a tu lado. Tu cabeza prodigiosa es inalcanzable para mí.

Me parece imposible que puedas sentir aprecio por mí. Esa es la realidad. Tu cabeza es tan potente, la veo tan lejana, que me parece imposible. Y, a la vez, me he sentido tan querido por ti, he recibido tanto de ti, me has dado tanto, los hechos son tan potentes, que tus intenciones y sentimientos son insignificantes a su lado. Hechos. Los hechos que siempre reclamas, tú los fabricas para los demás.

Me hace feliz quererte.

No espero a que mueras para escribirte esta carta. Sería una estafa. No quiero sólo presumir ante los demás de mi cercanía contigo. Quiero decírtelo a ti. Para que tengas la posibilidad de saber que me has hecho mejor persona.

He aprendido tanto de tu generosidad, aunque no sea capaz de aplicarla. He aprendido tanto de tus conocimientos, aunque no sea capaz de retenerlos. He disfrutado tanto contigo, que sé que soy un privilegiado entre los seres humanos.

Gracias, Pepe.