Tengo un partido registrado. Lo pongo a su disposición. Estoy convencido de que un partido como el que les cuento a continuación es imprescindible (No sólo en este país). Entre los lectores de este blog hay muchas personas con mucha capacidad. Este país necesita que ayudemos entre todos a gestionar con sensatez. Les cuento mi idea de partido. Estoy convencido de que si fuéramos capaces de ponerlo en marcha, sería en beneficio de todos. El PARA es un partido cuyo objetivo primero es la gobernabilidad. La única condición es el compromiso de una gestión transparente.

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El Partido Imaginario es el Partido PARA la Convivencia (PARA). Estoy convencido de que otra forma de convivir y de hacer política es posible. Quienes piensan diferente de nosotros son nuestros vecinos, nuestros familiares, las compañeras de trabajo, las profesoras de la universidad, nuestros compañeros de clase, de deporte. Quienes piensan diferente no son nuestros enemigos, sino las personas con las que tenemos que convivir, las que nos ayudan a formar una sociedad solidaria, quienes nos ayudan a pagar las pensiones para todos, quienes nos ayudan a pagar la sanidad, la enseñanza.

Todas las ideas son legítimas. Todas. Quienes estamos muy convencidos de que las nuestras son mejores, tenemos que esforzarnos por convencer al resto de personas de la bondad de lo que pensamos. Las ideas no son de nadie. Están al alcance de todo el mundo. No son una arma para que nos la arrojemos unos a otros, son una herramienta para hacer el mundo mejor. La discrepancia es beneficiosa, ayuda a pensar, a matizar, a mejorar lo que pensamos.

Por estos motivos, el objetivo del PARA no es ganar las elecciones, sino ayudar a la convivencia. Tenemos nuestras ideas y nuestros principios, cada uno los suyos, porque entre quienes formamos el PARA tampoco hay homogeneidad, no somos uniformes, pero sí tenemos una voluntad común. Trabajar por una convivencia mejor.

Somos conscientes de que tenemos ideas y convicciones profundas y una de ellas es que podemos estar equivocados. La verdad es cambiante. Una legislación laboral que funciona bien en Japón puede funcionar horrorosamente mal en Estados Unidos de América. No hay verdades inmutables. Una legislación laboral que funcionaba bien a mitad del siglo XIX, puede ser nefasta en el siglo XXI. Una de nuestras convicciones es que siempre existe la posibilidad de encontrar ideas y soluciones mejores.

Tenemos objetivos, tenemos convicciones y tenemos la certeza de que esos objetivos no son iguales para todos los españoles. En las elecciones, el principio de a la mayoría tiene algunas ventajas. La primera es que todo el mundo la acepta sin rechistar. La mayoría (que siempre es la más fuerte) gana y quienes se quedan en minoría, aceptan la derrota. La otra ventaja de este sistema de elección de gobierno es que produce alternancias en el poder. Cuando los ciudadanos nos hartamos de la corrupción y de la ocupación de los espacios públicos por unas pocas manos, hacemos ganar a los otros.

Es una forma muy primitiva de gestión. El ejército ganador (el de la mayoría) tiene unos años para fomentar su idea de país, hasta que los ciudadanos nos cansamos y buscamos una alternativa. No parece un sistema de gestión sensato.

Los votantes no cambiamos de ideología con tanta rapidez. En general, cambiamos poco de forma de pensar y sin embargo sí hay alternancia de gobiernos. Tenemos que buscar soluciones mejores para controlar a los gestores de la cosa pública. El PARA quiere romper esta dinámica perversa que nos lleva al enfrentamiento de unos contra otros como si la convivencia sólo pudiera resolverse como un “Madrid-Barça” en el que a veces ganan unos y lo único que esperan los otros es la revancha.

La convivencia del futuro no puede basarse en la ley del más fuerte, como ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad. Tenemos que buscar otras opciones. Es cierto que hemos avanzado porque ahora vence el más fuerte sin derramar ni una gota de sangre, pero seguro que hay soluciones mejores.

¿Cuál es la solución perfecta y definitiva? La desconocemos. Pero tenemos que probar. Tenemos que deslegitimar el enfrentamiento y las descalificaciones personales en las instituciones públicas. Tenemos que elevar el debate a las ideas. Tenemos que convencer y no vencer. Tenemos que intentarlo. Tenemos que ayudar a la gobernabilidad del país, de las comunidades, de los ayuntamientos. Tenemos que aportar los votos de la cohesión, los votos de quienes entendemos que no hay soluciones perfectas, que la mejor solución es aquella que deja razonablemente satisfecha a un amplio porcentaje de la población, aunque nadie considere que es la solución ideal.

No queremos fanáticos del PARA, igual que no queremos fanáticos de ninguna idea. En el Partido PARA la Convivencia cabemos todos los ciudadanos, tengamos la ideología que tengamos. Basta con que estemos de acuerdo con unos principios básicos y que estemos dispuestos a trabajar para mejorar la convivencia, para evitar que haya vencedores y vencidos, para que no haya corrupción institucional.

No queremos a nadie en posesión de la verdad y no queremos a nadie convencido de que llegar al poder es la única forma de cambiar la sociedad. Esa es la mayor mentira de todas las que se escuchan habitualmente.

Los profesionales de la política defienden que su objetivo es alcanzar el poder porque sólo gracias al poder conseguirán modificar la sociedad y convertirla en una sociedad mejor. Es mentira. Las leyes no hacen una sociedad mejor. El proceso es exactamente el contrario: una sociedad mejor produce mejores leyes.

Una sociedad mejor se consigue con mejor educación, con menos prejuicios, con menos prepotencia, con menos vanidad, con la duda perenne, con el escepticismo como bandera, sin fe en milagros y con el convencimiento de que todas las ideas pueden tener su sentido en diferentes momentos y que las personas que defienden unas u otras no lo hacen por maldad o solamente en beneficio propio, sino porque están convencidas de que lo que defienden es bueno para los objetivos que consideran adecuados para el conjunto.

Todos podemos estar equivocados. De hecho, los estamos. Aceptémoslo. Apliquemos el método científico para aprender a convivir y a mejorar el conjunto de la sociedad. Seamos humildes. Aceptemos los errores que cometamos y empecemos de una vez a evitar este modo de gestión política de vencedores y vencidos. Sacar adelante un país requiere una visión a largo plazo. No podemos permitirnos estas políticas cortoplacistas en busca de votos urgentes. Levantemos la vista, tracemos un plan entre todos. Caminemos juntos en busca de un futuro mejor para el mayor número posible de ciudadanos. Sin guerras partidistas. En las guerras perdemos todos. Necesitamos construir y no destruir. Para construir, necesitamos todas las manos.