«Amigos» y enemigos políticos, periodistas de todo espectro y ciudadanos muchos por redes sociales han pedido la dimisión del director general de tráfico desde que el sábado 6 de enero se produjo según cuentan las crónicas y las fotos un atasco incomensurable (o algo parecido) en la autopista AP6. Gregorio Serrano ha comparecido hoy en la Comisión de Seguridad Vial y Movilidad Sostenible del Congreso para dar explicaciones sobre su actuación en aquella fecha, y aunque es muy posible que sus explicaciones no hayan sido convincentes, solicitar su dimisión por una gestión concreta un día excepcional, por negfasta que fuera su gestión, no me parece que beneficie a nadie.

Las críticas y peticiones de dimisión tienen su origen en tres factores principalmente: falta de previsión, información inadecuada y gestión del caos desde su casa en Sevilla.

A mi juicio es un error enorme evaluar la capacidad y calidad de gestión de cualquier dirigente (político o no político) por el resultado de sus decisiones en un momento excepcional. En los momentos excepcionales hay que tomar decisiones con rapidez y normalmente en función de los informes y decisiones previas tomadas por los técnicos. Se puede acertar o se puede fallar y por supuesto que es mejor acertar, pero ni el acierto ni el error en una jornada aciaga o maravillosa determinan la calidad de un gestor en los resultados a largo plazo. Son el trabajo diario,  la planificación estratégica y su capacidad de ejecución los factores que determinan el acierto o desacierto en la labor de un dirigente.

¿Qué me preocupa a mí del trabajo del director general de Tráfico? Saber si cumple o no cumple con los compromisos asumidos por el PP en su programa electoral. La elección del director general de Tráfico tuvo que hacerse con el propósito de cumplir esos compromisos. Los compromisos asumidos por el PP nos pueden gustar más o menos, pero ellos ganaron las elecciones y sus compromisos son los que obtuvieron el respaldo de la ciudadanía. Estos son los compromisos:

  • Mantenemos como principal objetivo seguir disminuyendo la siniestralidad por accidente de tráfico.
    Fomentaremos el uso de las vías públicas más seguras, aprovechando el esfuerzo realizado esta legislatura
    por la DGT, en la caracterización de los puntos negros y los tramos conflictivos de nuestras
    carreteras.
  • Impulsaremos el Programa Integral de Conservación, Mantenimiento y Seguridad viaria, que detalla
    y organiza las actuaciones precisas para mantener en las carreteras estatales unos niveles de calidad,
    seguridad y servicio adecuados, así como preservar el patrimonio viario de la pérdida de valor derivada
    de la obsolescencia.
  • Fomentaremos los vehículos más seguros, implementando medidas para que los usuarios conozcan el
    equipamiento de seguridad activo y pasivo del vehículo. Potenciaremos la implementación de vehículos
    de conducción asistida y autónoma.
  • Promoveremos la implementación de las nuevas tecnologías en la conducción, orientadas a facilitar la
    toma de decisiones a los usuarios de la vía en cuanto a la planificación y ejecución de los desplazamientos,
    mediante la puesta a su disposición de herramientas que faciliten información en tiempo real sobre
    el estado de las vías, las rutas más seguras y eficientes, y la notificación inmediata de incidentes.
  • Consolidaremos la política de tolerancia cero con el consumo de alcohol, drogas y determinados medicamentos.
  • Facilitaremos que las empresas incluyan la movilidad segura y sostenible de sus trabajadores en sus
    políticas de salud laboral y en sus planes de movilidad.
  • Seguiremos potenciando las Unidades de Atención a las Víctimas, que en todas las jefaturas provinciales
    de la DGT dan apoyo a las víctimas de accidentes de Tráfico, y que tan buenos resultados ha dado.
  • Continuaremos impulsando la optimización de los recursos, los procedimientos de consulta en línea, su
    tramitación telemática, con el fin de acercar y facilitar los trámites y gestiones a los ciudadanos.
    Avanzaremos hacia una gestión de la velocidad inteligente y, especialmente en el entorno urbano, favoreceremos
    la incorporación en la circulación de modos de transporte no motorizados como la bicicleta.

¿Está desarrollado este plan? ¿Cuánto dinero se destina a cada uno de estos apartados? ¿Cómo evoluciona los indicadores de cada uno de estos compromisos?

¿Nos dan los administradores información suficiente como para evaluar su desempeño? ¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos para conseguirla?

Si juzgamos al director general de Tráfico por su labor en un día, podemos perder un magnífico gestor, que a largo plazo puede beneficiar mucho al conjunto de la población aunque haya sido un desastre en la gestión de aquél día excepcional.

Recuerdo siempre las críticas que recibió Mariano Rajoy por su gestión del Prestige. Mariano Rajoy es un ser humano licenciado en Derecho y que ha ganado la oposiciones a registrador de la propiedad. Cuando era vicepresidente del gobierno asumió la responsabilidad de la gestión del Prestige. Seguramente se equivocó en sus decisiones y seguro que se equivocó en sus predicciones. Es lógico y normal. En situaciones excepcionales, equivocarse o acertarse tiene valor relativo. Lo que nos debe servir para juzgar es la trayectoria entera.

Exijamos mucho a nuestros políticos. Exijamos mucho al director general de Tráfico. Exijamos herramientas para poder exigir, que hoy no las tenemos. Pero no nos precipitemos en nuestros juicios.

No nos conviene juzgar por días excepcionales. Al igual que en las empresas no debemos tomar decisiones por los resultados en días excepcionales. REcuerdo siempre las huelgas en las empresas de proveedores, o las grandes nevadas, o un cataclismo que impide que lleguen los componentes a las fábricas de coches. Por un componente que falla, se hace imprescindible parar toda una cadena y de esa parada se derivan pérdidas millonarias.

Rápidamente, los gurús, en la prensa y en cualquier esquina, se echan las manos a la cabeza y se preguntan cómo es posible que los fabricantes de coches gestionen tan mal. Un pequeño almacen, al lado de la planta, con varias decenas de miles de bombillas (por poner un ejemplo absurdo) permitiría poner fin a esa sangría económica durante esos días. «Con lo fácil que es, mira que son burros para hacerlo de otra manera» dicen rápidamente los gurús.

Lo que no tienen en cuenta es el ahorro que consiguen los fabricantes el resto de días del año, durante años y años, que consiguen los fabricantes gracias a esa gestión tan bien ordenada.

Con las nevadas ocurre lo mismo.Tomar decisiones por la gestión de los días excepcionales puede suponer un error de magnitudes astronómicas. Analicemos el día a día, exijamos el día a día, evaluemos sus resultados en circunstancias normales y tomemos decisiones en función de esas evaluaciones. Una gestión excepcionalmente buena de un día único puede generar el peor de los desastres a largo plazo.