Hace unos años me contaron la siguiente historieta.

Al periodista español que más sabe del mundial de rallies le roban el coche justo al acabar una de las pruebas. Pongamos el Rally de Grecia. Para perseguir al ladrón le dan a elegir a uno de los siguientes pilotos: Juha Kankkunen, Colin McRae y Carlos Sainz (por orden alfabético).

El periodista, que los conoce mucho a todos, contesta.

«Colin McRae seguramente sea el más rápido en determinadas condiciones, pero tenemos muchas probabilidades de acabar estrellados. Carlos Sainz puede que sea todavía más rápido, pero para ir rápido de verdad tendremos primero que poner el coche a punto, afinarlo todo para dejarlo a su gusto y perderemos mucho tiempo. Con Juha Kankkunen, quizá no vayamos tan rápido como con McRae o con Sainz, pero le den el coche que le den, iremos muy rápido, no perderemos tiempo en poner el coche a punto y no nos estrellaremos. Es con quien tengo más probabilidades de cazar al ladrón.

Esta historieta, que no sé si es acertada o no porque no soy un experto en rallies, me sirve para ilustrar la dificultad de evaluar la respuesta dinámica de los coches y emitir opiniones con autoridad. Kankkunen, McRae, Sainz fueron todos campeones del mundo, grandes pilotos en cualquier caso, y  no todos conducían igual. Yo no sé decir cuál de ellos fue el mejor en su especialidad. Todos iban muy rápido, unas veces ganaba uno y otras otro, y se adapataban de forma diferente a sus coches, a las superficies, a los cambios de tiempo y a su capacidad para poner el coche a punto.

En la Fórmula uno lo vemos a menudo. Diferentes pilotos de la misma escudería utilizan diferentes regulaciones en sus coches, que se adapten mejor a su particular forma de conducir.

Los periodistas de coches no conducimos como ninguno de ellos, aunque, como ellos, no conducimos todos igual y por ese motivo tenemos opiniones diferentes sobre el mismo coche.

La última ocasión en la que ha quedado claro este asunto es la prueba del Focus RS y RS500 que hemos conducido en km77.com. Enrique Calle, que probó el Focus RS hace un tiempo, considera que se trata de un coche delicado de conducir, muy exigente con el conductor y que no admite errores. A mí, en cambio, me ha parecido un coche de reacciones previsibles, que debe conducirse con cuidado por la velocidad a la que va, pero no por su respuesta en curva. (A poco iconoclasta que me ponga  podría decir que me ha parecido el coche de carreras de los juegos de la Srta. Pepis. Rápido y eficaz, pero tan dócil que parece de mentira 🙂 )

¿Qué información es más fiable, la de Enrique o la mía? Las dos por igual. Depende de a qué tipo de conductor nos dirijamos. Lo único que queda claro es que Enrique conduce de forma diferente a como lo hago yo. Ni mejor ni peor. Diferente. Por eso firmamos nuestras crónicas. Lo mismo sucede con la crítica de teatro, o de cine, cada lector tiene que aprender qué criterio de qué crítico coincide más con el suyo propio.

Esta diferencia de opiniones no se da sólo con coches tan potentes como el Ford Focus. Muchas veces estoy en desacuerdo con las opiniones de mis compañeros de redacción (En mi fuero interno pienso que no tienen ni idea :-)). Me puede pasar con el Focus y también con el Citroën C3. Muchos de ellos consideran que balancea mucho y a mí no me lo parece. Tengo la impresión de que adapto la forma de conducir en función de la respuesta del coche (hace tiempo escribí esto sobre el Mini Cooper S en el foro de km77.com) de forma diferente a como lo hacen otros conductores. ¿Es eso mejor o peor? Espero que ni mejor ni peor, sólo diferente.

Estas diferencias de opinión sobre la respuesta dinámica de los coches la he vivido en todos los medios en los que he trabajado. En épocas pasadas, intentábamos no contradecirnos unos probadores con otros (de la misma revista). Como consecuencia, se imponía la opinión de alguno, normalmente el jefe. Era un problema porque, con el paso del tiempo, al volver a probar el coche, la opinión del jefe también podía cambiar (al hacer más kilómetros o al probarlo en otras carreteras) y entonces ya no quedaba más remedio que contradecirse. Pero contradecirse parecía un error imperdonable y entonces inundábamos las nuevas opiniones de  matices exasperantes y se formaba un embrollo del que el pobre lector no debía enterarse de nada.

Recuerdo que estas diferencias de opinión ayudaban a crear grupos entre nosotros. A mí siempre me parecía que los que opinaban como yo eran los mejores conductores y en ocasiones esa cercanía en las opiniones nos servía para mofarnos de lo mal probadores que eran otros y nos burlábamos de las tonterías (a nostros, jóvenes y fogosos, nos lo parecían) que decían.

Ahora me doy cuenta de que no sé si es mejor para el lector que yo adapte mi forma de conducir a la respuesta del coche o que no lo haga. O si es mejor que conduzca de tal o cual manera, porque mi forma de conducir no tiene por qué parecerse en nada a la de quien me lee. Y como queda claro con los pilotos de rallies de la historieta primera las diferentes formas de conducir no implican ser mejor o peor conductor.

Yo no sé si Enrique conduce mejor o peor que yo y me da igual. También estoy convencido de que para ser periodista de coches no hace falta ser capaz de ir rápido con los coches, ni capaz de sentir el último ruido ni el último movimiento del amortiguador trasero izquierdo, sobre todo, porque si lo buscas y lo sientes luego cuesta reprimirse y no contarlo. Basta con ser una persona bien articulada que sabe contar de forma rigurosa, ordenada y amena lo que ve y siente. Pero esa es otra cuestión.

Me gustaría conseguir que quienes nos leen supieran si su forma de conducir puede parecerse más o menos a la de Enrique, o a la de Alfonso, Jaime, Jorge, José o quien pruebe cada coche. Esa referencia es muy difícil de tener para un lector y nosotros, como periodistas críticos, debemos esforzarnos por dar claves para que eso sea posible. Sin embargo, reconozco que no sé cómo deberíamos hacerlo.

Las sensaciones son malas informadoras. Sería bueno que pudiéramos dar datos concretos sobre cómo pasa y reacciona un coche en una curva para cada conductor y tipo de conducción. Tarea imposible. En suma, vamos dados.