Hoy le he recomendado a un amigo que se pusieran bien el cinturón de seguridad y el reposacabezas durante el viaje. No suelo hacerlo, pero últimamente me siento culpable por no hacerlo más. Son elementos primordiales para proteger nuestros cuerpos en caso de accidente. Sólo tienen un problema: si no están perfectamente puestos son perfectamente inútiles.

He tenido varios accidentes en mi vida. Cuando corría carreras de coches tuve alguno espeluznante y también por carreteras abiertas al tráfico. Hace más de diez años que no tengo ni un roce, que yo recuerde (he rozado alguna llanta en algún bordillo y me duele soberanamente), pero hace unos quince años, al inicio de km77.com, tuve un accidente gordo en Marruecos. Choqué de frente contra una piedra grande, a buena velocidad, y el coche dio una voltereta hacia adelante. Nunca me ha pasado nada físicamente, a pesar de los buenos tortazos que me he dado.

¿Por qué? Principalmente porque llevaba el cinturón de seguridad y el reposacabezas bien puestos.

Las autoridades competentes y las leyes exigen llevar puesto el cinturón de seguridad, pero en sus millones de anuncios no he visto nunca que enseñen a ponerlos. Nosotros lo contamos en km77.com con detalle y lo voy a repetir aquí.

En caso de accidente, la chapa de los coches, cuando se deforma, actúa como un cojín que protege a los pasajeros. Esas propiedades de cojín (duro) de la chapa, sólo se aprovechan cuando los pasajeros vamos solidariamente unidos al coche y nos desplazamos y aceleramos y frenamos exactamente en el mismo instante que él. Todos somos conscientes de que cuando el coche acelera la cabeza se nos va hacia atrás y nos hundimos en el asiento y que cuando frenamos con fuerza nos vamos hacia adelante y el cinturón nos aprieta más.

En un accidente cualquiera, esas aceleraciones, en la dirección que sea, aumentan en magnitud. Cuando la chapa se deforma, es imprescindible aprovechar esos centímetros de deformación para que la aceleración a la que se somenten los cuerpos que van en el interior del coche sea la menor posible. La única forma que tenemos de aprovechar esos centímetros de deformación de la chapa es ir atados perfectamente al asiento, para movernos pegados a él. Si no llevamos el cinturon bien tenso, bien apretado contra nuestro cuerpo, desaprovechamos esos centímetros de deformación de la carrocería y al final «chocamos» contra el cinturón, que es tan duro y dañino como una barra de hierro situada unos centímetros por delante de nuestro cuerpo.

Por tanto, el cinturón tiene que ir muy tenso siempre. Al sentarse en el coche, antes de arrancar, es imprescindible que coloquemos bien las dos bandas con las que nos sujeta el cinturón. La horizontal debe pasarnos por las crestas ilíacas, los huesos prominentes de la pelvis, y nosotros debemos tirar de la banda para que apriete bien sobre los huesos o que quede en la psición más cercana y tensa posible. Posteriormente, la banda vertical, la que nos cruza el pecho, debe salir por el hombro, también muy tensa. Tenemos que tirar de ella y sentir la presión sobre el tronco de nuestro cuerpo. En los coches con sistema de regulación de altura del anclaje superior del cinturón, tenemos que buscar la posición en la que sintamos que la cinta sale más centrada por nuestro hombro. Si hay que elegir, mejor que quede cerca del cuello que del brazo.

Para que el cinturón no moleste es imprescindible que llevemos ropa que nos proteja del roce en el hombro y en el cuello. Debiera estar prohibido viajar con camisetas y blusas de tirantes, porque el cinturón roza y al final los pasajeros se lo ponen mal para que no les moleste. Camisas y polos con cuello, o camisetas de cuello muy cerrado, son imprescindibles para ir en coche.

El respaldo del asiento debe ir lo más vertical posible, para evitar riesgos de que nos escurramos por la parte inferior del cinturón. Cuanto más tumbados viajamos, mayor riesgo de que el cinturón de seguridad no actúe correctamente. Por este motivo desaconsejo totalmente reclinar el respaldo del asiento para dormir en marcha. El cinturón pierde gran parte de su capacidad de retener.

Acostumbrarse a llevar el cinturón apretado contra el cuerpo, todo lo tenso que seamos capaces de soportar, incrementa enormemente la probabilidad de salir bienparados de un accidente. Llevarlo mal puesto es como cerrar los ojos al conducir para que no nos moleste el sol. Con la diferencia de que el cinturón bien puesto, además, ayuda a que el viaje sea más confortable a medio plazo, porque impide que el cuerpo se desplace en las aceleraciones y obliga a ir bien sentado.

Complemento insustituible del cinturón es el reposacabezas. Colocarlo bien, lo más cerca posible en regulación horizontal (quienes puedan disponer de ella) de la zona del parietal inmediatamente superior a la unión con el occipital (lo más cerca posible de la parte posterior del cráneo). Y en altura, que sobresalga uno o dos centímetros por encima de la cresta superior de la cabeza. El reposacabezas no es un reposacabezas. Es un sistema de protección para el cuello, para la zona cervical. Por muy bien que llevemos puesto el cinturón de seguridad, el cuerpo se levanta del asiento en los impactos. Si la cabeza pasa por encima del reposacabezas durante el latigazo hacia atrás, el riesgo de rotura de cuello es alto.

Bien sentados, con el cinturón y el reposacabezas bien puestos, también tenemos que evitar los accidentes. Pero, si vienen, llevamos un sistema de protección excelente que nos protegerá a todos los ocupantes. Utilizarlos bien es nuestra responsabilidad y nuestro seguro de viaje.

Recuerdo que antes de mi aparatoso accidente en Marruecos dediqué diez minutos a colocar bien la altura del asiento y del reposacabezas, la regulación del volante y la regulación en altura del cinturón de seguridad. Quien ejercía las funciones de acompañante también iba bien atado. El impacto fue enorme. Recuerdo que instantes antes del golpe contra la roca mi única preocupación era fijarme bien en cómo saltaba el airbag, para poder contarlo. Que yo sepa, el airbag no llegó a tocar mi cuerpo. Iba bien atado. Como siempre. Es mi seguro de vida.

(Este último párrafo no significa que si no llevas el cinturón bien atado los airbags te protegen. Todo lo contrario. Los airbags son completamente inútiles si no llevas el cinturón perfectamente puesto. Los airbags frontales sólo actúan cuando el impacto es tan brutal que no basta con los cinturones y en esos impactos, el airbag sólo aporta algo si los cinturones han realizado previamente un enorme trabajo de retención. Mi accidente fue aparatoso, pero poco exigente con los sistemas de retención. Gracias Antxon por la advertencia.)