Los cambios automáticos han evolucionado probablemente más en la última década que en los cincuenta años anteriores. El cambio automático con dos embragues ha supuesto una mejora excepcional, pero también los cambios automáticos clásicos, con convertidor de par, han mejorado sustancialmente y dan mejores prestaciones con menores consumos.

Ahora prefiero algunos cambios automáticos a los manuales, por lo bien que van en carretera, también porque el conductor puede seleccionar las marchas con igual eficacia o más que la de cualquier cambio manual y porque resultan mucho más cómodos, especialmente en atascos.

Sin embargo, hay un detalle fácil de resolver técnicamente (creo yo, pero puedo equivocarme) que mejoraría la comodidad de conductor y pasajeros en tráfico urbano y atascos, circunstancias en las que habitualmente más provecho se obtiene del cambio automático.

En la actualidad, a mi juicio, el mayor inconveniente de los cambios automáticos se da en el instante de detener el coche.

Al frenar para pararlo, el cambio sigue con una marcha engranada y el motor se opone al freno. Debido a ello, es más detener el coche con la misma suavidad que se consigue al pisar el embrague en los últimos metros para que no se cale el coche. Hay que pisar el freno con más fuerza para parar el coche, para contrarrestar la fuerza del motor, y en el instante de para el coche cuesta calibrar la frenada exacta para detenerlo con suavidad.

Yo lo soluciono algunas veces poniendo la palanca del cambio en «N» (punto muerto)tres metros antes de parar el coche, pero lo ideal sería que el sistema se colocara en punto muerto de forma automática y que engranara la primera al soltar el pie del freno o al comenzar a acelerar.

Se trata de conseguir un automatismo parecido al de los sistemas «Start & Stop», en el cual, al reducir la velocidad a menos de 5 km/h, el cambio automático se pusiera automáticamente en punto muerto. Al igual que con el «Start & Stop», este automatismo debería desactivarse al engranar la marcha atrás, para que no actuara durante las maniobras de aparcamiento.

De esta forma, se reduciría el consumo de combustible en atascos y mejoraría la comodidad en el caso de los conductores que se esfuerzan por conseguir detenciones suaves, con una buena dosificación del pedal del freno. En punto muerto, si dejas de pisar un instante antes de la detención total, consigues que el coche se pare sin zarandear a los pasajeros.

Es posible que esta idea tenga contrapartidas que a mí no se me ocurren y que por eso no la implemente nadie. Pero también es posible que nadie haya pensado en su necesidad.

También es posible que alguien la haya puesto en marcha y yo no me haya enterado. En ese caso pido disculpas por mi ignorancia.

(A veces también pienso que el sistema «Start & Stop» debería parar el motor a menos de 3 km/h cuando se está frenando, especialmente en los coches con dirección eléctrica)