Esta es la historia de un coche difícil de ver circulando en nuestras carreteras principalmente por tres razones: se fabricaron relativamente pocos (unas 40.000 unidades para todo el mundo), se dejó de fabricar en 1993 y por último el precio que tenían en el mercado en aquel momento era realmente elevado (alrededor de los 6 millones de pesetas).

El Saab 900 fue un modelo que salió a la venta en otoño de 1979, realizado en base a la actualización del Saab 99 –el cual había aparecido en 1967-. Es debido a ello que la sensación que se siente al subirse a un Saab 900 sea la de retroceder en el tiempo varios decenios. Muchos de los coches de los años 80 –por ejemplo un Ford Sierra- dan una sensación de modernidad que de la cual carece este coche.

El modelo descapotable nació en 1987 ante la insistencia del importador norteamericano –Bob Sinclair- de realizar un coche distinto a lo existente en aquel momento.  Se partió de la base del modelo sedán de 2 puertas y tras el éxito cosechado con las 400 primeras unidades vendidas antes de ser fabricadas se decidió poner en marcha la producción en serie del modelo. Esta producción se realizó en Finlandia, lo cual muestra un poco la filosofía de Saab de hacer las cosas un poco a contracorriente: el modelo descapotable para el verano se realiza en la fábrica situada más al Norte del planeta –normalmente rodeada de nieve y hielo-, en Nystad.

Ésta no es la única característica “extraña” de los Saab 900; basta abrir la puerta para observar que parte del suelo del coche se viene con ella (al estilo de la puerta de un avión), de forma que uno no se moja al entrar en el coche. Una vez sentado en su interior (siempre de cuero en los cabrios) se aprecia un salpicadero orientado hacia el

conductor, con grandes botones –deben poder ser pulsados usando guantes- y dos joysticks, uno a la izquierda y otro a la derecha- que sirven para orientar eléctricamente los espejos exteriores. El sistema de orientación de la ventilación se basa en un sistema de vacío de forma que cada vez que cambiamos el aire de los pies al parabrisas, o cada vez que encendemos la recirculación, se escucha un silbido reconfortante. El coche cuenta evidentemente con todas las características propias de los Saab de aquella época, muchas de ellas inventos de la marca: motor turbo, espejos calefactables divididos, barras anti-intrusión en las puertas, escobillas limpiafaros, llave de encendido situada en el túnel central, etc…La seguridad también era parte integral del desarrollo de aquellos coches; el grosor de las puertas de este Saab nunca lo he visto en otros coches. También al abrir el vano motor –que esa es otra, se abre de una forma muy peculiar, lo cual no deja de llamar la atención a los operarios de la ITV todos los años- se observa que el marco del parabrisas tiene unas vigas que descienden hasta prácticamente el nivel inferior del coche. El parabrisas en sí es muy envolvente y realizado con cristal reforzado que aguanta golpes contra animales salvajes del estilo de los renos, muy abundantes en las latitudes norteñas (¡no se me olvidarán nunca los puñetazos que daba el vendedor del concesionario Saab en 1992 sobre el parabrisas de un coche similar comentando este hecho!).

Estos descapotables están realmente hechos para poder ser conducidos durante todo el año: atrás disponen de cristal verdadero con luneta térmica –no de plástico como muchos de sus competidores en aquella época-. La calefacción impresiona por su potencia: un par de mm´s que se gire de más la rosca y uno empieza a sudar de lo lindo.

Tiene además la característica de que al descapotar la sensación es de cielo abierto total; muchos de los descapotables de hoy en día tienen el marco del parabrisas tan retrasado que cae directamente sobre nuestras cabezas. No es el caso en el Saab 900, donde el parabrisas es relativamente vertical y existe por tanto una buena distancia con nuestra cabeza.

El motor de mi modelo es un motor turbo de bajo soplado, un LPT de 145 CV. Es un motor que hoy en día resultaría un poco ruidoso al pasar de 4000 rpm, pero que permite hacer recorridos por carreteras de curvas amplias que son un verdadero placer. El desarrollo del cambio es también un poco corto –unos 35 km/h cada 1000 rpm en 5º marcha, y el consumo ronda los 9-10 litros/100 kms a estas velocidades.

El coche tiene un rodar con aplomo, pues aunque es estrecho, es también bastante bajo (¡atención en la ciudades al subir o bajar rampas!), de forma que los giros del volante son inmediatamente trasmitidos al coche. Hay que tener en cuenta que el motor es famoso por su fiabilidad (son comunes entre los clubes de aficionados a Saab ejemplares con este motor que superan alegremente el medio millón de kms, – ¡sin llegar a las cifras exorbitantes del norteamericano que posee un ejemplar con más de un millón de millas!- ) y la sencillez de su mantenimiento (un cambio de aceite cada 15000 y poco más). No deja sin embargo de ser un coche con casi 20 años, con lo cual hay que estar atento a posibles fisuras de manguitos, algún ruido de rodamientos, etc…

Es por esto que yo no recomendaría este coche como vehículo de uso único y diario -aunque haya gente que así lo usa-, pues donde realmente da todo su valor es en viajes de placer disfrutando del cielo sobre las cabezas (o de la lluvia repicando en la lona).

En resumen, es un coche de coleccionista con un precio relativamente asequible –se pueden encontrar buenos ejemplares en España entre 7000-10000 euros, y de mantenimiento sencillo (siempre que en el taller conozcan estos coches). Los viajes en él se convierten en un placer, tanto capotado como descapotado, y creo que es uno de los mejores modelos que existen para combinar el confort y seguridad en los viajes (tiene Aire Acondicionado y ABS) con el viajar en un coche de otra época.

«Celso Martínez (Santander)»