Hola a todos, os presento mi coche, un Ford Mondeo Ghia 2.0 de 130 CV, cinco puertas y de color “plata glaciar” metalizado.

Era julio de 1998. En una de esas tremendas tardes calurosas tan habituales en les Terres de Ponent, cuando este Mondeo con 1,8 km. recorridos salía del concesionario Ford de Lleida dejando atrás y en el recuerdo, un bonito Volkswagen Passat CL “beige Kalahari” metalizado de 1986. Desde aquello ya han pasado más de trece años y juntos hemos recorrido unos 120.000 km. Ahora puedo asegurar que, lo de envejecer, este Mondeo lo lleva muy bien.

Ford Mondeo (1998)

Mucha gente dice que sigue transmitiendo empaque a pesar de sus años, que lo encuentran atractivo. Quizás será por la carrocería de tamaño compacto tipo fastback y de formas redondeadas; quizás será eso lo que lo hace estilizado. No es ningún secreto que su zaga evoque a la del Clase E de cuarta generación. Precisamente el Mondeo presentado en el Salón de París de 1996 estrenó una imagen más personal, agresiva y musculada que su antecesor. Sus dimensiones son las propias de una berlina media, pero esos 4’55 y 1,74 metros, y sólo 1,37 metros de altura le confieren unas proporciones esbeltas, y si se me permite, con tintes prácticos y deportivos. Por cierto, con una distancia entre ejes destacable para su longitud: 2,71 m.

Ford Mondeo (1998)

Los paragolpes requieren una mención especial por lo frágiles que son. La fibra de vidrio los hace tan resistentes como una cáscara de huevo. Los del mío están intactos, pero se han cambiado dos veces, siempre debido a pequeños golpes de otros conductores. ¿Nadie se ha percatado de la cantidad de Escort y Mondeo que habitan en nuestras calles con sus parachoques rebozados de cinta y enormes boquetes? Pues sepan que Ford los denominaba “absorbe-impactos”.

Es un coche cómodo, silencioso, fino, seguro y fácil de conducir. El puesto de conducción ideal para un conductor de metro ochenta se consigue fácilmente regulando el volante y el asiento (con reposabrazos, ajuste de altura eléctrico y zona lumbar). Mi opinión es que ningún reposacabezas queda en buena posición, sino bastante lejos de la cabeza aunque se ajusten la inclinación.

Ford Mondeo (1998)

El interior exhibe unos detalles de calidad poco usuales en aquellos años en coches de su categoría, como el sistema de doble cierre por telemando, iluminación en la zona de los pies y en las manecillas interiores para abrir las puertas, luces individuales de lectura, y los parasoles  con espejo iluminado (idénticos a los del Focus 2011) que, debido a la dilatación, las tapitas que cubren el espejo ya no se sujetan. A su vez, dispone de cuatro airbags: los del conductor y acompañante más los dos laterales en el asiento.
Los mandos están bien situados; al alcance de la mano y muy intuitivos. El diseño del salpicadero, con varias inserciones en madera, es envolvente y ergonómico. Permite que la información del coche se lea con claridad, desde el cuadro básico hasta el Check Control (gráfico para las puertas, maletero y luces fundidas, aviso de anomalías en el motor, revisiones, aviso de formación de hielo, etc.) e incluso el climatizador y el ordenador de abordo (consumo instantáneo y medio, km. para repostar, velocidad media, termómetro, calendario, cronómetro…).

Ford Mondeo (1998)

El radiocasete de serie, a pesar de ser de gama medio-alta y llevar mandos en el volante, desmerece los cuatro altavoces 5×7” JBL y el cargador de seis CD Pioneer que le hice montar. Aún así, me resisto a cambiar la radio porque estropearía la estética de la consola.

En mi Mondeo Ghia los asientos están tapizados con terciopelo azul marino. Recogen bien el cuerpo y proporcionan un mullido que me gusta para los viajes largos: ni suave ni duro. El cuero del volante, palanca de cambios y la empuñadura del freno de mano, así como la tapicería, siguen en muy buen estado tras trece años de uso diario. El espacio de las plazas traseras es largo y amplio para que tres adultos vayan justos, pero no apretados. Los plásticos del interior, superiores y medianos, son mullidos; mientras que los inferiores, duros, y siguen bien ajustados y con buen aspecto. En estos trece años sólo ha aparecido un “grillo” en el arco del portón que yo mismo solucioné con un poco de Porexpan.

El maletero es bastante espacioso (de 460 litros) y de formas regulares, excepto en los pasos de rueda. En el fondo se guardan las herramientas y la rueda de repuesto del mismo tamaño, pero sin ser de aluminio.

Ford Mondeo (1998)

Conduciéndolo por ciudad lo considero un coche ágil, rápido y con buena visibilidad. La palanca de cambios no produce ninguna vibración puesto que se une con la caja mediante un sistema de timonería basado en dos cables de acero; es otro detalle de calidad. La dirección asistida se endurece en función de la velocidad, pero no es tan exageradamente suave como las actuales. Las ópticas delanteras y los pilotos traseros siguen ofreciendo una iluminación completa.

Puestos en carretera, su motor atmosférico ZETEC entrega la potencia de forma progresiva en un margen de revoluciones muy amplio. La caja de cambios, muy bien escalonada, permite sacar todo el jugo a esos 130 CV. Es un motor solvente para la mayoría de trayectos. Para obtener una aceleración muy contundente o recuperar rápido en una subida pronunciada es necesario hacer un buen uso de la palanca de cambios. Con mis limitaciones como conductor conseguí acelerarlo de 0 a 100 entre 10 y 11 segundos, recorrer 1 km. en 34” y recuperar de 90 a 120 km/h en 9 segundos con cuarta velocidad; todo ello en recta. Por cierto, son casi 1,4 toneladas las que debe mover este motor en orden de marcha.

Ford Mondeo (1998)
Una queja compartida por los propietarios es que el motor produce “tirones” cuando aceleramos-desaceleramos entre la segunda y tercera velocidad. Los noto desde que era nuevo y se incrementan cuando funciona el climatizador. Otra queja común es la ligera vibración del volante entre 130 y 140 km/h que desaparece a partir de 145km/h. –aún siendo nuevo o con frenos nuevos, dirección alineada y neumáticos equilibrados.

El sistema de frenos es muy eficaz a pesar de montar tambores en las ruedas traseras. La acción del sistema antibloqueo ABS le permite detenerse sin desviarse y en poco espacio en caso de una frenada de emergencia.

Ford Mondeo (1998)

En carreteras de puertos de montaña, la suspensión, a medio camino entre blanda y dura, permite viajar cómodamente, absorbiendo suavemente y sin ningún ruido las irregularidades de una carretera secundaria bacheada. El compromiso está en que, a pesar del confort, ofrece un buen agarre en curvas y que se balancee poco conduciéndolo a una velocidad “alegre”. Nunca he probado sus reacciones al límite por motivos de seguridad, razón de más si el coche no lleva ESP ni TCS (el Mondeo V6 Executive sí que montaba control de tracción), pero sé que el coche responde de manera muy segura y previsible a curvas dadas con una velocidad mayor a la habitual. De todas formas, no es un tipo de automóvil pensado para ofrecer grandes prestaciones y reacciones deportivas muy vivas. En este Mondeo el paso de los quilómetros no se notan, aunque sea en carreteras en mal estado. Si el cliente busca comodidad y reacciones aplomadas, se lo agradece.

Ford Mondeo (1998)

Para terminar, creo que en todos estos años como propietario, tengo que elogiar su gran fiabilidad y su escasez de averías. Que pasados 13 años, el tubo de escape de fábrica aun esté en perfectas condiciones, así como otros elementos, y que el motor suene como cuando se estrenó, habla mucho de su calidad, contrastada con el paso del tiempo. Pero está claro que prestarle un buen trato y hacer un correcto mantenimiento son condiciones imprescindibles para que un coche pueda gozar de la fiabilidad, del buen comportamiento y de la imagen que aún caracterizan a mi Mondeo de 1998, con un lujo y detalles que algunos modelos actuales de su categoría ofrecen como opción, o ni tan siquiera disponen.

Crístian