Por Lorenzo Serrano.

El Renault Clio se ha ido de viaje por cuatro países diferentes, con dos viajeros a bordo. Ha realizado un total de 5700 km distribuidos en 11 días.

Es el primer viaje de larga duración que hacemos a nuestro Clio, y casi no lo hacemos porque el día antes de comenzar el viaje estaba en el taller.

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La idea principal del mismo era visitar algunos lugares que chalados del motor como un servidor, denominamos “Templos”.

Partimos de Madrid hacia nuestra primera parada situada en Santander, pero antes de arrancar el motor, nos surge el primer problema, ¿cómo colocar el equipaje en el maletero? A pesar de viajar sólo dos personas con el equipaje justo, nos damos cuenta de que va a ser complicado guardar la tienda de campaña, colchones, sacos y provisiones, junto con dos sillas plegables en el maletero de 300 litros de capacidad.

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Después de jugar un buen rato al “TetrisClio” nos ponemos en marcha rumbo al Puerto del Escudo. Este puerto está situado entre Burgos y Santander, por la N623 (ver ruta). Una carretera que frecuento y que para mí, es la mejor manera de llegar al Cantábrico.

Aquí es la primera vez que voy a practicar una conducción más deportiva que la que hemos tenido hasta el momento. Me divierto, porque me hace falta poco para hacerlo, pero saco dos cosas negativas de esta experiencia: ni el volante ni los asientos me gustan.

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Que no nos gusta el volante es debido a que la zona de plástico no encaja bien, ya lo hemos comentado en anteriores ocasiones. Añado que ese plástico resbala con la piel y que para mí, el grosor—sobre todo si se sitúan las manos a las 3 y a las 9— y el diámetro del volante es mayor del deseado.

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Sobre los asientos comentaré que me han resultado cómodos para viajar por carreteras francesas —después de jugar con la regulación del mismo y del volante muchas veces para buscar la mejor posición; no tener regulación lumbar, no ayuda— pero que no lo son para las españolas. Me explico, carecen de apoyo lateral, mi cuerpo —complexión delgada— baila a ritmo de salsa cuando circulamos por una zona de curvas, posiblemente esto se resolvería con los asientos que tiene el Clio GT de 120 CV.

Después de aligerar el peso en nuestra primera estancia nos dirigimos al primer Templo: Peña Cabarga.

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No es el mejor escenario para nuestro Clio, además de no encontrarme a gusto por los dos problemas anteriormente enunciados, el motor 0.9 TCe no ayuda a subir el puerto con agilidad. Tampoco lo hace la cantidad de tráfico que había en la zona. El motivo: acababa de finalizar en el pico una etapa de alguna vuelta ciclista de la zona.

Sí me ha gustado el tacto de los frenos, el uso de ellos al bajar este puerto es constante y no han dado síntomas de fatiga. He de decir, que dudaba de ellos por tener tambor en el eje posterior. También me ha gustado la dirección, que resulta bastante precisa y una suspensión que, sin ser dura, da buena estabilidad, sobre todo al trazar las curvas a buen ritmo.

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Tras una breve sesión de fotos, dejamos descansar a nuestro compañero, al día siguiente le esperaba una jornada con más de 850 km.

Madrugamos para salir del país por la autopista A8, nuestra intención es llegar a Le Mans a media tarde. Entrar en las carreteras francesas es entrar en un mundo aburrido, son grandes rectas de tres carriles —la mayor parte de nuestro recorrido— donde no pasa nada. Miento, pasan dos cosas, una es que hay que parar frecuentemente a pagar el peaje —el trayecto de Santander a Le Mans cuesta 59 €— y la otra es que el navegador del Clio “muere” al no tener los mapas de Francia —en esta entrada comentamos cómo se actualiza y qué mapas tiene el sistema Media Nav— y con él, esa voz tan agradable que nos indicaba donde girar pero que nos cortaba completamente la música al hacerlo.

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Los 635 km que hay desde Bayonne hasta Le Mans pasan rápido, no por la velocidad de crucero —situamos el control de velocidad durante la mayor parte del recorrido en 132 km/h— sino por las ganas que tenemos de estar por la zona.

Un dato de consumo, repostamos gasolina SP95 en la frontera y realizamos un primer recorrido de 479 km con un consumo medio de carburante según el ordenador de viaje de 7,1 l/100 km. El precio de la gasolina en las autopistas es de 1,6X, esa X es la variación entre repostar en una u otra marca. Y lo hacemos fuera de las vías de peaje, supone un ahorro de media de más de 20 cnts el litro.

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En Le Mans901

 

Había estado de paso unos meses antes, por lo que llegar al circuito no nos resultó complicado, aunque si vais por primera vez podéis estar tranquilos, hay multitud de carteles desde varios kilómetros antes que van indicando no sólo el circuito sino las zonas de acampada o aparcamientos —de colores—.

Entramos en nuestro camping situado en zona amarilla, su nombre: Beausejour. Una amable señorita nos acompaña a elegir “parcela”, realmente lo que hacemos es elegir un trozo de campo que nos guste, la “parcela” nos la delimitan con una pequeña raya hecha con spray.

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Un consejo para futuros inquilinos de estas parcelas de 35 m2, llevar un par de palos, hierros o estacas y cinta como la que pone la policía de «prohibido pasar» para dejar bien claro cuál es vuestro territorio.

Tras estudiar rigurosamente cual era la mejor posición para que tienda y Clio entraran a la vez en nuestra parcela, ponemos punto y final al segundo día.