Cumplidos los 120.000 km que nos pusimos como meta en esta prueba de larga duración hemos llevado el Clio a pasar su última revisión preconizada, la cuarta que le hacemos. En este caso hemos buscado un taller en la zona nordeste de la península, decidiéndonos por la concesión que Renault tiene en Huesca.

El trabajo realizado por Auto Cuatro creemos que ha sido el mejor hasta ahora aunque hay detalles —alguno que se lleva repitiendo desde la primera revisión— que nos parecen que hay que corregir para dar un servicio que, además de eficaz, sea valioso para el usuario.

Tras buscar en internet el teléfono de contacto de Auto Cuatro concertamos cita para pasar la revisión de los 120.000 km el jueves 20 de noviembre. Al indicarles el kilometraje, además de pedirnos la matrícula y el modelo de coche, nos preguntaron si había que hacerle la distribución. Respondimos que no lo sabíamos (no, no hay que hacérsela porque el motor lleva cadena en vez de correa). Cerramos la cita para el día previsto.

El jueves, unos minutos antes de las 10:30, llegamos al taller. Está en una zona de naves industriales muy cerca del centro de Huesca. Desde el exterior las instalaciones no parecen muy recientes. Una puerta automática da acceso a la zona de taller donde parece que se hacen las tareas de mantenimiento, es una zona con un par de puestos de trabajo y tres pequeños despachos para atender a los clientes. Por detrás de una de las paredes se ven más coches y también un horno de secado de pintura.

Nos atienden nada más llegar. Como nunca habíamos ido a ese taller, tienen que abrirnos la ficha con la documentación del coche y nuestros datos, lo cual conlleva varios minutos (nos advierten de ello). Entre los papeles que firmamos hay uno en el que vemos todas las tareas de mantenimiento y reparaciones llevadas a cabo en el coche hasta ahora. En otro de los papeles apreciamos varios errores sobre el estado en el que dejábamos el coche: que tenía medio depósito de combustible (lo habíamos llenado hacía sólo 86 kilómetros) y que no había objetos de valor (dejamos unas gafas y una mochila en el maletero). También señalan que el coche tiene “rayados” pero en el esquema no marcan dónde están (llevamos un roce en el paragolpes trasero y un pequeño desconchón en el delantero). En el caso de que hubiese un percance en el taller y nos encontrásemos al recoger el coche un daño en la carrocería suponemos que esta indicación genérica de “rayados” podría ser un problema.

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Preguntamos por las operaciones que están incluidas en la revisión. El recepcionista nos indica que eso y el presupuesto nos lo dará un mecánico. A continuación nos lleva a otro de los puestos de recepción donde dicho mecánico nos atiende. Saca un listado en la impresora para que veamos las operaciones de mantenimiento programadas en el Clio y nos explica cuales corresponden a la revisión que vamos a hacer.

El presupuesto de la revisión es de 243,30 euros. Está incluido el cambio de aceite, los filtros de aceite, aire del motor y aire del habitáculo, y las bujías. Las bujías y el filtro de aire del motor se cambian cada 60 000 km, el resto cada 30 000 km (en todas las revisiones). El mecánico nos advierte que quizás haya que cambiar las pastillas de freno. Le indicamos que están recién cambiadas. De paso le preguntamos por la ausencia de un testigo electrónico que advierta al conductor de su desgaste. Nos cuenta que hay dos posibles formas de enterarse: por el ruido que hacen las pastillas (nosotros no nos enteramos) y porque es posible que el sensor del depósito del líquido de frenos se encienda si el nivel, con el desgaste, desciende lo suficiente. También nos cuenta que en el pasado, las pastillas llevaban un sensor que encendía un testigo en el cuadro, pero que ya no.

También le preguntamos por los frenos traseros, que son de tambor. Nos explica que su duración es habitualmente de unos 180 000 – 200 000 km y que en todo caso, en la siguiente revisión, la de los 150 000 km, pidiésemos que abriesen el tambor para comprobar el estado de las zapatas. Además de explicarnos con amabilidad nos hace un dibujo para que entendiésemos cómo es un freno de tambor, algo que pensamos que agradecería (y entendería) un cliente sin conocimientos mecánicos.

Le preguntamos a qué hora estará el coche y nos dice que sobre las seis y cuarto. Nos sorprende que sea tan tarde. Si bien es cierto que cuando pedimos la cita por teléfono nos advirtieron de que el coche no estaría hasta por la tarde, pensábamos que se referían a primera hora; culpa nuestra por no preguntar con más exactitud. Le explicamos que teníamos que salir de viaje esa misma tarde, que si no podrían tenerlo antes, sobre las cinco. No hizo falta insistir. Respondió que estaba solo pero que lo tendríamos a las cinco. Valoramos positivamente que empatizasen con el problema que les planteamos y que diesen una solución. Cuando nos vamos del taller andando vemos que ya han protegido el asiento, el volante, la alfombrilla y el pomo del cambio para no ensuciarlos.

A las cinco estamos de vuelta en las instalaciones de Auto Cuatro. Vemos que el mecánico está limpiado con un papel y limpiacristales el parabrisas de nuestro Clio. El coche sigue igual de sucio, mucho, que cuando lo dejamos, pero dado que les habíamos adelantado la hora de finalización del trabajo no sabemos si lo normal es que no lo laven o no lo hicieron por falta de tiempo.

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Antes de que el recepcionista nos cobre, le preguntamos al mecánico si estaba todo correcto, a lo que responde afirmativamente. También nos dice que nos ha dejado dentro las hojas con el programa de mantenimiento, tal y como se había comprometido cuando dejamos el coche por la mañana. Nos cobran en una oficina que hay en la zona de exposición. El importe coincide con el presupuestado, no hay sorpresas. El recepcionista nos explica los conceptos cobrados y preguntan si tenemos alguna duda.

A continuación vamos a por nuestro coche. El mecánico lo había colocado enfilando la puerta de salida. Vemos que no se ha acordado de dejar dentro del coche los filtros reemplazados (se lo habíamos pedido por la mañana), pero los tiene guardados encima de su banco de trabajo. Al recordárselo, nos entrega sin inconvenientes los dos filtros de aire y las tres bujías. También nos recuerda que en la próxima revisión hay que cambiar la correa de accesorios y que eso conlleva más tiempo.

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Las tres bujías reemplazadas y una nueva.

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Filtro de aire del motor tras 60 000 km. Demasiado sucio

Saliendo de Huesca paramos en la misma gasolinera donde habíamos parado por la mañana para hacer fotos del nivel de aceite, del refrigerante, el líquido de freno y de la presión de los neumáticos (además de dejar todos a una presión que no era la correcta, uno de ellos lo dejamos muy por debajo, con 1,2 bares). En el primer mosáico de fotos aparecen las presiones de cada neumático tal y cómo las dejamos:

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Presiones antes de entrar al taller. Arriba las delanteras, abajo las traseras

Mientras dejamos que el aceite caiga al cárter comprobamos la presión de los neumáticos. Primera y grata sorpresa: los cuatro están a la presión preconizada por Renault (2,4 bar delante y 2,1 bar detrás). Es la primera revisión en que esto ocurre.

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Presiones después de la revisión.

La siguiente sorpresa agradable fue ver que volvíamos a tener tapón del depósito del líquido limpiaparabrisas. Lo habíamos perdido hace tiempo y esperábamos que nos advirtiesen de ello en alguna revisión. En este caso tampoco nos han indicado pero han puesto uno (tenemos la duda de si han puesto uno que tenían por el taller, se nota muy usado, o han encontrado el nuestro perdido por algún lugar del vano motor). Además no nos han cobrado por rellenar el líquido: cuando nos hicieron el presupuesto nos avisaron de que si tenían que reponer poco no lo cobraban, pero que sí había que poner «sobre un litro o más» nos lo tendrían que cobrar.

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El nivel de aceite era justo el correcto. En la foto no se ve bien porque era poco denso y se escurría rápido. En cambio, el del refrigerante del motor, que también lo habían repuesto, está por encima del máximo.

refrigerante

La sensación que tenemos es que el taller Auto Cuatro de Huesca ha hecho correctamente su trabajo. Sólo echamos de menos que no nos informasen de que una de las ruedas tenía una presión mucho más baja de la que debería, lo cual podría ser una señal de que pierde presión por un pinchazo.