Suena muy bien, ¿verdad? Pues eso fue lo que hice al inicio de la pasada primavera. Y como mi viaje desató una oleada de preguntas entre mi círculo de allegados, he decidido redactar esta entrada para compartirlo con los que estéis interesados.
A muchos, la primera cuestión que les asalta es cómo pude conseguir una oferta tan ventajosa. Pues bien, el «truco» está en que frecuentemente las empresas de alquiler de autocaravanas (también las de coches) necesitan reubicar parte de su flota. Unas veces para cubrir la diferente demanda de vehículos entre sus oficinas de alquiler; otras, para transportar los vehículos nuevos que adquieren, desde la fábrica hasta sus oficinas. Este último es el caso que dio pie al viaje en cuestión.
La compañía inglesa Spaceships Rentals compra cada año autocaravanas nuevas de la marca Adria de cara a la temporada de verano. Estas son ensambladas en la pequeña ciudad de Novo Mesto, en el sur de Eslovenia. Su propuesta es un contrato de alquiler con las mismas condiciones que otro cualquiera, salvo en el precio y los puntos de inicio y final de la ruta, que son fijos: 1 libra al día por conducir una autocaravana nueva desde la fábrica de Novo Mesto hasta la oficina de Spacechips en Londres. En este caso, la idea de buscar beneficio hasta en una actividad por la que la empresa normalmente tendría que pagar, resulta exitosa porque es conveniente para ambas partes: ellos tienen su transportista y yo, mi aventura. La oferta, que ya ha expirado pero que previsiblemente se repetirá el próximo año, se puede ver aquí. Esta compañía también tiene otras ofertas más frecuentes de reubicación entre ciudades del Reino Unido y con precios que pueden variar en función de la temporada y la demanda.

A orillas del lago Königsee, en el sur de Alemania.

En el viaje que nos ocupa, Spaceships paga el importe completo del ferry para cruzar el Canal de la Mancha y contribuye levemente al pago del transporte necesario para llegar a la fábrica en Eslovenia y volver a casa desde Londres —acordamos 80 libras para las dos personas que viajamos—. El gasoil corre de cuenta del alquilado y el número máximo de días de viaje puede variar, pero se suelen ofrecer entre dos semanas y un mes como máximo, aunque es negociable. El seguro básico que está incluido en el precio es a todo riesgo con una franquicia de unos 2000 euros, aunque esta se puede anular por algo más de 20 euros al día (20 libras). Nosotros hicimos el viaje en 10 días y decidimos pagar las 20 libras diarias para evitar posibles problemas y así viajar más tranquilos.
Desde Spaceships aceptaron las fechas que les propuse, que no eran las ideales para ellos, con apenas un par de semanas de margen, lo que nos dio tiempo suficiente para esbozar la ruta que íbamos a hacer y comprar unos vuelos a Liubliana con escala nocturna en el aeropuerto de Luton, cerca de Londres. Esta era la opción más coveniente y barata, aunque me cuesta catalogarla con tales palabras porque no fue ninguna de las dos cosas. Aun así, dio igual, porque la ilusión por lanzarnos a la carretera encubrió, como tantas otras veces, todo lo demás.
Tras la noche en blanco en el aeropuerto de Luton, aterrizamos en Liubliana y recurrimos a la empresa local Atet Cars para alquilar un coche por unas horas para llegar a Novo Mesto. Yo ya conocía Atet Cars por una visita previa a Eslovenia y desde entonces recomiendo sus servicios a todo aquel que me pregunta, porque con ellos solo hay facilidades: los precios son bajos, los coches están fenomenal y la atención de sus empleados es cercana y amigable.
Nuestra autocaravana estaba aparcada en un rincón de una campa cercana a la fábrica, propiedad de la empresa de transporte que se encarga de distribuirlas. La nieve abundante que había caído en los días previos estaba amontonada en los márgenes de la finca y la gravilla convertida en barro y mezclada con sal había ensuciado todos los vehículos. No era la escena de entrega de llaves en fábrica que yo había imaginado, pero de sorpresas se forjan las memorias de los viajes.

Vista de la zona delantera. Los asientos delanteros pueden rotar para que se acomoden hasta cinco personas a la mesa.

En aquel lugar nos esperaba Dillon, el responsable de la empresa de distribución. Nos contó que disponen de una flota de nada menos que cincuenta camiones que recorren toda Europa repartiendo los productos de Adria, cuya popularidad, que ya es grande, va en aumento porque tienen muy buena reputación por su buena relación entre calidad y precio. Yo nunca me había montado en una autocaravana, por lo que no puedo compararla de primera mano con otras, pero más adelante sí contaré cómo era esta.
Dillon también era el encargado de entregarnos las llaves, pero él no dependía de Spaceships y, según me habían comunicado justo la tarde previa a nuestra llegada, no le habían contratado para ayudarnos en nada más. A mí esto me sentó mal porque quería asegurarme de entender bien cómo funcionaban el sistema eléctrico, el de agua y el de gas antes de partir; y sobre todo, porque así es cómo me habían dicho previamente que sucedería. Por suerte, Dillon, que se podría decir que era el típico hombre grandullón de facciones eslavas que intimida conocer entre camiones en una campa llena de barro, fue muy amable e intentó ayudarnos en todo lo que pudo. Nos pusimos en marcha y solo tuvimos un problema pequeño (que conseguimos localizar esa misma tarde) ocasionado por una llave abierta en el sistema de agua.
El modelo de nuestra autocaravana Adria es Sunliving S70 SC —Spaceships la cataloga en su página como ‘Luxury Motorhome’ y tarifa en condiciones normales a unas 200 libras diarias—. Mide 7 metros de longitud y se caracteriza, entre otras cosas, porque en la parte posterior hay una gran cama doble con baño y ducha separados. Es ideal para dos personas, aunque pueden viajar y dormir hasta cinco porque la mesa del salón se convierte en una cama doble y hay una cama adicional individual que se puede desplegar desde el techo.
Las comodidades de a bordo son estupendas y hacen a uno plantearse si realmente es necesario comprarse una casa de las normales, sin ruedas debajo. Teníamos agua caliente, calefacción, una cocina con tres fuegos y horno, fregadero, una nevera con congelador casi más grande que la de casa, un plato de ducha en el que te podías mover sin problemas, inodoro, lavabo, infinidad de armarios, una mesa cómoda para sentarse a comer o leer, etc. La lista completa ocuparía dos páginas.

Esta es la cama principal. Cierto es que podría haber estado mejor hecha para la foto…

En la parte trasera —debajo de la cama— hay una zona a la que se accede por el exterior, desde los dos laterales, donde se pueden guardar objetos grandes como maletas, bicicletas o tablas de surf, por ejemplo. Por cierto, Spaceships nos proveyó con ropa de cama y todo tipo de utensilios para cocinar, comer y limpiar.
El Sunliving S70 SC está basado en una furgoneta Fiat Ducato —aquí se puede acceder a nuestra información y a todos los datos de las versiones para pasajeros—. El motor es un Diesel Multijet de 131 CV y 2,3 litros de cilindrada que en este caso iba asociado a un cambio de marchas automático de seis relaciones. El consumo indicado que yo obtuve en el conjunto del viaje fue de exactamente 11,8 l/100 km y, a menos que se conduzca muy despacio, creo que es difícil que baje de esa cifra. Nosotros circulamos en gran parte por vías secundarias a ritmo tranquilo. Teniendo en cuenta que la autocaravana hace las veces de habitación con baño, cocina y coche, no me parece un consumo elevado.

Vista de la mesa desde la puerta de entrada.

Un detalle que no he contado es que, como el vehículo iba destinado al mercado británico, el volante estaba ubicado a la derecha. Por circunstancias personales, yo ya estaba acostumbrado a conducir coches con esta configuración, así que esto no me supuso un problema. Dicho esto, creo que el hecho de que la transmisión sea automática ayudará a que «el cambio de chip» sea más llevadero para los que solo acostumbren a conducir con el volante a la izquierda.
El «trasto» era grandote y torpón. La visibilidad trasera, nula. El motor, ruidoso. Los asientos, incómodos. Y mi felicidad iba en aumento ante la perspectiva de pasar suficientes horas conduciendo y viviendo con ese cacharro como para olvidarme de que existían coches y casas normales. Me recordó un poco a cuando en km77.com me dieron mi primer coche de prueba, un KIA Picanto de 66 CV del que gocé como si fuera el último modelo de Ferrari. Me gustan los viajes por carretera y disfruto cuando, además de los nuevos lugares, siento que conozco bien otro vehículo más.

En Alemania, una tarde. Camino del castillo de Neuschwanstein.

Pero no todas las «impresiones de conducción» fueron negativas. Tenía mucho encanto viajar despacio y sentado tan alto, abriendo la trayectoria en las curvas y comprobando por los enormes espejos retrovisores cómo las ruedas traseras pisaban exactamente donde tú querías que pisaran. Si se está acostumbrado solo a conducir coches, al principio, el enorme balanceo de la carrocería en las curvas, las prestaciones bajas del motor y la lentitud del cambio de marchas y de la dirección pueden resultar desesperantes. Sin embargo, después de un rato y conforme fui interiorizando las reacciones, me pareció divertido guiar la autocaravana por las pequeñas carreteras de montaña por las que transitamos y jugar con el motor y el cambio para conseguir circular con agilidad y tratando de ahorrar la máxima cantidad de combustible.
Otra cosa buena (y que no me esperaba) es que, a pesar de su tamaño, la autocaravana gira mucho, lo suficiente como para salir de casi todos los berenjenales en los que te aventurarías con un coche. Dicho esto, es recomendable que durante las maniobras que se realizan en los espacios más angostos, una persona vigile desde fuera la parte trasera del vehículo, porque la visibilidad en esa zona es inexistente desde el puesto de conducción. Además, los seguros de Spaceships no cubren los daños que se hayan realizado yendo marcha atrás. Salvo por estos detalles, para cualquier persona que sea mínimamente hábil al volante, diría que es fácil de conducir. Nosotros no tardamos en llegar a la conclusión de que transportarse en autocaravana es más incómodo que en un coche, pero viajar en una es mucho mejor.

A la izquierda, la cocina. La nevera a la derecha (con congelador en la parte superior).

La mayoría de elementos de confort pueden funcionar con electricidad y también con gas. Con un poco de previsión, la autonomía es muy grande y se puede viajar durmiendo en cualquier lugar sin tener que pisar un camping. Eso fue exactamente lo que hicimos.
El sistema de gas funciona con GLP y da vida a la calefacción, el agua caliente, la cocina, la nevera y el horno. La autocaravana llevaba una bombona de 6 litros de GLP que nos duraba, manteniendo la calefacción siempre encendida (era necesario para que no se helara el agua), algo menos de tres días. Esto incluía, además, mantener la nevera funcionando, cocinar dos comidas al día y también calentar el agua para limpiar los cacharros y ducharnos dos personas. Para rellenar la bombona solo hay que acudir a una gasolinera con un surtidor de GLP y suministrarse como en un coche que disponga de esta tecnología. Con lo barato que es el GLP y lo mucho que nos duraba, el gasto diario de gas fue de poco más de 1 euro. A pesar de ello, en Austria, que es el país donde pasamos más tiempo, no nos resultó fácil repostar porque hay muy pocas gasolineras con surtidores de GLP. Nos ayudó a encontrarlas una aplicación que descargamos con el teléfono móvil.

La ducha y el baño. Cada uno estaba a un lado de la habitación, a los pies de la cama.

El sistema eléctrico está reforzado con una batería auxiliar que se recarga mientras el motor va encendido o al enchufar la toma de corriente del vehículo a la red eléctrica. Cuando esto último sucede —nosotros no lo llegamos a probar porque no fuimos a campings—, la calefacción, la nevera, el calentador de agua y el horno funcionan con electricidad para ahorrar GLP. En nuestro caso, la energía de la batería auxiliar fue más que suficiente para cargar los móviles y mantener funcionando las luces interiores de la autocaravana por las noches. Para cargar las cámaras de fotos y el ordenador, utilizamos un inversor de corriente portátil que se conecta a cualquiera de las varias tomas de 12 V del vehículo (es recomendable hacer esto mientras se circula y el alternador va recargando las baterías).
El Sunliving S70 SC tiene un depósito de agua limpia de 140 litros y otro de agua sucia de 100. Se puede rellenar el de agua limpia en muchas gasolineras y vaciar el de agua sucia en muchos campings o zonas destinadas a tal efecto. Por poner un dato, con todo el gasto descrito más arriba, solo necesitamos rellenar el de agua limpia una vez en todo el viaje —gastamos menos de 300 litros en total—. A ello ayudaron soluciones ingeniosas como la alcachofa del grifo de la ducha, que tiene muchas aberturas más pequeñas de lo normal, lo que permite mojar bien el cuerpo utilizando poca agua.

Panel de control. A la izquierda interruptores e indicadores de niveles de carga de la batería y agua de los dos depósitos. A la derecha, controles del sistema de gas, de la calefacción y una toma de corriente de 12 V y 10 A.

Aunque el objetivo de esta entrada no es relatar el viaje, voy a dar algunas pinceladas por si a alguien le interesa hacer un recorrido similar. Nosotros ya habíamos visitado Eslovenia en una ocasión anterior —para quien no lo conozca, creo que es un pequeño país muy recomendable, con poblaciones acogedoras y espacios naturales bellísimos—, de manera que nuestro objetivo inicial fue avanzar hasta los Alpes austriacos. Pasamos unos días recorriendo el entorno natural de la ciudad de Salzburgo, en el que predomina un paisaje de alta montaña salpicado por lagos. Son destacables el lago Halstatt con su localidad homónima —quizás una de las estampas más reconocibles de Austria— y el lago Königsee, que pertenece al Parque Nacional Berschtesgaden de Alemania.
En invierno el paisaje de la zona es sobrecogedor. Recomiendo recorrer las carreteras en vehículo propio para poder ir parando en los infinitos enclaves que van apareciendo a través del parabrisas. En las vías principales, la nieve puede llegar a poner en aprietos al automovilista en esta época del año, pero mi impresión es que los servicios de limpieza de las carreteras disponen de muchas máquinas quitanieves y son muy efectivos. En Austria y Alemania es obligatorio llevar neumáticos de invierno. Antes de comprometerme al alquiler, yo me preocupé de preguntar si nuestro vehículo los tendría y desde Spaceships me contestaron que no. A pesar de ello, decidimos tentar a la suerte y hacer el viaje igualmente. No nos paró la policía en ningún momento ni tuvimos otros problemas (aunque en un par de ocasiones circulamos por carreteras nevadas), pero conviene que el lector esté al tanto de este tema.
Durante todo el viaje encontramos lugares idóneos para pernoctar utilizando una aplicación colaborativa para móviles que se llama Park4Night. Nos resultó de gran utilidad en varias ocasiones, como por ejemplo en la jornada que pasamos en Salzburgo, ya que pudimos aparcar y dormir cerca del centro, en una calle residencial en la que creo que pasamos desapercibidos y no molestamos a los vecinos. Todas las ventanillas de la caravana tienen su cortinilla correspondiente, de manera que es fácil conseguir que parezca que el vehículo solo está aparcado, como si nadie estuviera en el interior. Austria y Alemania son países muy amigables con los usuarios de autocaravanas; mientras no se causen molestias a otras personas, es difícil que las autoridades pongan problemas. Esa noche en la ciudad fue la excepción; la gran mayoría de veces pernoctamos en entornos naturales, ya fuera en aparcamientos o en el lateral de carreteras locales o caminos.

Preparándonos para la noche en la carretera alpina de Gerlos. Tuvimos que irnos temprano por la mañana para evitar quedar atrapados por la nieve.

Desde Salzburgo procedimos rumbo al este sin abandonar Austria. Dos puntos reseñables de esta parte del viaje fueron la carretera alpina de Gerlos —tiene vistas impresionantes sobre las cataratas Krimml, las más altas de Europa— y también la ciudad de Innsbruck. Muchos lugares y carreteras, como la famosa carretera alpina del Grosslockner, son inaccesibles fuera de la época estival por la presencia abundante de nieve. A la altura de Innsbruck ya encaramos hacia el norte y entramos en Alemania por una zona en la que bien merece la pena hacer paradas en el castillo de Neuschwanstein y en las preciosas poblaciones de Mittenwald y Oberammergau.
A partir de ese punto, el viaje fue distinto porque avanzamos más deprisa. En nuestra ruta hacia el norte por Alemania, paramos una mañana en Rothenburg ob der Tauer y procedimos casi en directo hasta Dunkerque, donde embarcamos sin incidencias en el ferry con el que atravesamos el Canal de la Mancha. El final del viaje quedaba ya cerca. Las oficinas de Spaceships en Londres están a menos de dos horas de Dover, en un pueblo cercano al aeropuerto de Heathrow. Sentimos mucha pena al recoger y limpiar la autocaravana y fantaseamos (otra vez más) con la idea tener algún día un vehículo similar y hacer un gran viaje en él.
Esta experiencia puede ser atractiva para todo el mundo, pero se la recomiendo especialmente a las personas que disfruten acampando en la naturaleza y recorriendo lugares remotos. Para algunos, reubicar una autocaravana de Spaceships (o de cualquier otra empresa) puede ser una vía muy económica para descubrir esta forma de viajar. Yo tuve una sensación muy agradable, de plena libertad, porque desaparecieron los compromisos habituales de los viajes en los que se cambia de lugar constantemente, como buscar hoteles para dormir o restaurantes para comer. El tiempo pareció estirarse y no había nada que te impidiera hacer lo que quisieras en cualquier momento, mientras el depósito de gasoil estuviera lleno y hubiera algo en la nevera que poder echarse a la boca.