Recientemente, he tenido la ocasión de probar  dos coches que compiten por el mismo espacio: uno lleva más de 40 años dando vueltas por ahí, y el otro es un esfuerzo reciente de Jaguar, para quien en sus años gloriosos (que ahora intenta recuperar con algún traspiés), el segmento en el que sitúa este coche no le era para nada desconocido y brillaba con nota.
 
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El primero de los mencionados, es el Porsche 911 Carrera S de los que ahora vienen sobrealimentados por turbocompresor. El segundo es el Jaguar F-Type Coupe S AWD, la versión intermedia de este modelo, con sus 381 CV extraídos de un tres litros con compresor (qué manía) y que pretende ser alternativa al 911 Carrera base, con 370 CV.
Sí. Ya lo sé. El 911 Carrera S, segundo de los mencionados, rinde ahora 420 CV y resultaría difícilmente comparable con este Jaguar, medio centenar de caballos son demasiados para que la comparación resulte justa, así que tan sólo me referiré a las dos plataformas cuando la comparación pueda ser homogénea; el día que pruebe la versión base del 911, si la memoria me da, podré intentar hacer un ejercicio comparativo, así que de momento, a centrarse en el F Type.
No suelo comentar aspectos estéticos porque cada cual tiene los gustos propios como los tenga, pero hay que ver que les ha salido bonito y proporcionado este F Type en su variante Coupé. Recuerda mucho al Aston Martin V8 y se diría que uno ha sido la inspiración -cuando no la copia- del otro; la vista lateral resulta preciosa, incluso en el coche probado que era de color rojo. A mí nunca me gustaron los coches de color rojo, y éste es el primer coche de color rojo que me gusta, lo que a ustedes posiblemente les importe un pito y lo entiendo.
El interior, sin ser feo en absoluto, y estando muy bien realizado, necesita algún toque personal, algo característico y singular que no sea una idiotez. Últimamente Jaguar y Range Rover están empeñados en que la personalidad de sus modelos y el aspecto “premium” venga porque pasen cosas: o que se eleve un flan redondo que es el selector del cambio, o que los aireadores giren y aparezcan a la vista, oh sorpresa, o, como en este caso, que los aireadores centrales surjan de la nada, elevándose, aspecto que descubrí por casualidad ya que los dos primeros días, el sistema no funcionaba, así que no sabía que había aireadores centrales. De repente, al tercer día, en mitad de un viaje gñññññññññ…. ostras tú, surgieron encima de la pantalla multimedia esa. Hoy, tampoco han funcionado. Y es que el departamento de diseño interior de Jaguar se dedica a ponerle motorcitos a todo lo que pillan para que las cosas se meneen y eso se ve que debe de causarnos maravilla. Yo por más que veo cómo se giran cosas en los coches de este grupo, no me fascino, la verdad, ni permanezco en silencio, boquiabierto, admirando estas frikadas. Yo preferiría que el diseño estuviese más centrado en la parte estética del interior, haciendo algún guiño al pasado, que mecanizando chorradas, o simplemente, que invirtiesen el dinero que les cuesta la tontería en dotar al coche de un sistema de infotainment que no tenga unas prestaciones tan pobres.

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Los aireadores sorprendentes se sitúan sobre la pantalla táctil. El interior bien, pero falto de algo de personalidad.


 
En cuanto a la parte dinámica, tendríamos que hablar de lo que es, lo que debería de ser y de lo que podría haber sido.
Nada que objetar en cuanto a chásis, a un nivel fantástico; tiene una rigidez torsional muy elevada, gira como un conjunto homogéneo, el reparto de pesos es sensacional y es un coche que se comporta sensacionalmente bien en curvas medias y rápidas, como si tuviese un motor central, o uno delantero tan retrasado, como es este caso. En las lentas, pues no se comporta tan bien por un sinfín de causas. En primer lugar porque los ajustes hacen que el coche vaya muy amarrado de atrás, muy sujeto, primando pues, como es normal hoy en día, la estabilidad a velocidades altas. Es una característica o elección de diseño. Hoy parece que se hacen los coches para las autobahn alemanas, nadie quiere agilidad en sus coches, todos quieren experiencias predecibles, y sin sustos. Y es que, hoy en la era de las GoPro, hay una combinación explosiva que se obtiene juntando audacia, ignorancia y una cámara, y cuando el ignorante se pone audaz, por regla general se mete una bofetada él solito, en el mejor de los casos, y en el peor, se lleva a alguien puesto. Entiendo por el bien de todos que los coches se hagan así de poco mordedores, porque no hay más que darse una vuelta por youtube para ver la cantidad de lerdos al volante que presumen de serlo y hacen publicidad y ostentación de ello. No sé hacia dónde va la humanidad, yo creo que cada vez somos más lelos.
Perdón que me desvío. Recapitulemos. El primer motivo por el que el Jaguar no se comporta de rechupete en carreteras de montaña es porque lo han ajustado para que sea una niñera. Expuestos los motivos de ello, me vale. El segundo es la dirección. La dirección no dice nada. Eléctrica, pero habiendo ya muy buenas eléctricas, ésta no es una de ellas. Rápida, pero muy poco, nada, informativa. El tercero, los frenos. Ni por mordiente, ni por tacto, el coche merecería otros frenos con más mordiente, no con más asistencia, que a veces a alguna que otra marca le da por jugar a engañar sobreasistiendo la frenada para que parezca más contundente y lo único que consigue es que sea menos dosificable.
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Sé que casi repito la fotografía del inicio de la entrada, pero es que resulta tan bonita esta vista que resulta difícil resistirse.


Y por último, por motor. Este coche merecería otro motor. Este motor tiene una respuesta plana pero nunca enérgica; sube de vueltas con un esfuerzo ímprobo, como con mucha resistencia interna, como buscando subvenciones, no pareciendo tener la potencia que tiene. Y la desproporción entre lo que suena y lo que anda es tal, que parece casi cómica. Ya mencionamos hace uno o dos años esa otra manía de prestigiar los productos a base de la calidad o cantidad de ruido. Si algo suena mucho, es que entonces es caro, deportivo o deseable. Y este Jaguar suena mucho, demasiado, y además de hacerse cansino, es que tampoco suena bonito, sólo mucho. Si Jaguar pretendía que al propietario de este coche le mirasen con reconocimiento o admiración, lo único que consigue es que a uno le miren con deseos de que se estrelle, a más tardar, en la próxima curva, por molesto y atronador o por envidia, que es algo también muy característico de nuestro país. Si hay que ponerle un símil al sonido del escape, se parece mucho, casi clavado, a como suena un SEAT Leon CUP.
Si a este coche le ponemos algún detalle de historia en su interior, lo hacemos un poquito, sólo un poquito más ágil, le ponemos un motor que aunque rindiese menos potencia tuviese una respuesta más inmediata al gas y fuese más alegre en su extensión de giro, le ponemos una sordina a la sección de viento que lleva por escape y le mejoramos los frenos, tenemos un coche que puede plantarle cara al 911. La base de partida es muy buena, ahí tenéis lo que tenéis que hacer para hacer un coche brillante, Jaguar.
JM