Aquel dia de otoño atrasado la prueba empezaba mal. El coche salió por la puerta del concesionario del quinto pino despacio, poco a poco, generando expectativas.
El coche parecía un híbrido entre un coche diseñado para gustar al público femenino y un coche para quemadillos. (Hala, qué prejuicioso. Pues me da igual). Bueno, hasta ahí, como un Mini Cooper S. El Fiat, llamativo; en pintura bicolor o tricolor. Vaya por dios. Ya me han vuelto a dejar un descapotable aunque más que un descapotable, es como un Citroën Pluriel, aquel desastre rodante del que se contaba que su rigidez estructural era tan calamitosa que a veces el techo retráctil no volvía a encajar.
Me subí dentro.

Manuales robotizadas. Ugh

Interior y primeras impresiones

El asiento está muy elevado. A ver cómo lo bajo. Acciono una palanca con la misma consistencia que  la intelectualidad de Belén Esteban y no logro bajar mucho el asiento. De hecho, el asiento está alto, demasiado alto. Me molesta. Creo que iría más bajo en un Land Rover Defender. Vamos a regular el volante: se puede regular en altura, no en profundidad, bueno vale. No se baja tanto como quisiera. No me gusta la postura de conducción. Gruño. Miro a mi alrededor. Este coche le encantaría a Heidi. En fin, la estética no es lo mío, céntrate en la conducción y sal pitando.
La caja de cambio es manual robotizada. Frunzo el ceño. Gruño de nuevo. Ya parezco un mastín. Las manuales robotizadas me dan grima, aún recuerdo la que montaba el Ferrari 360 y su primo el Maserati Coupe V8. Este es un Fiat. Sudo. Tiene 5 marchas. También probé una de estas en el primer Smart y no me he vuelto a subir a uno.
Oprimo el botón de engranar la primera. Un ñoooinj tipicamente italiano mediante, el coche engrana la primera velocidad. Giro el volante. Qué desagradable; la dirección eléctrica tiene tanta asistencia que es como girar una hogaza de pan en el vacío. Empezamos mal. Acelero. El coche produce ese arrastre del embrague que se produciría si nosotros llevásemos un coche manual e iniciásemos la marcha, pero como lo hace el coche se hace raro, pero al menos no se hace tan eterno como en la manual robotizada de aquel Ferrari o del Maserati que hacía que abierto el semáforo, se volviese a cerrar antes de haber iniciado la marcha entre pitidos y mecagontupadres.
El coche acelera y llega el momento de cambiar a segunda. Acciono la leva. El coche corta, selecciona la marcha y vuelve a poner la potencia. O sea, mi cabeza se va hacia adelante, luego se queda flotando en el éter y cuando el coche vuelve a avanzar se va hacia el reposacabezas. Una manual robotizada. Las odio. Suena el teléfono.  Alfonso Herrero, el del blog del al lado. ¿Has recogido el coche?. Sí. ¿Cuando lo quieres devolver?. Pensé en decirle que encaraba la rotonda y media que llevaba en sentido contrario y lo dejaba en ese instante pero me pareció feo.
Encuentro un botón que pone SPORT. Pues habrá que pulsarlo. Se ilumina un testigo luminoso gigante de leyenda homónima en un reloj manómetro del turbo que parece como salido del coche de Pocoyó. La dirección se vuelve estúpidamente dura. Innecesariamente dura. Ya, más que en gruñir, pensé en aullar.
Conduje desde el quinto pino hasta Madrid como en un concierto de Heavy Metal, cabeza adelante, cabeza atrás al compás de las marchas de la caja; llegué al garage y lo aparqué con la sensación de alivio que debe tener un estreñido cuando culmina una operación de downloading.

Mira que hay lugares donde hacer fotos. Pues nada, en el almacén.

Mira que hay lugares donde hacer fotos.
Pues nada, en el almacén.


 

A la mañana siguiente

Lo arranco. Coño, pero qué bien suena. ——– >>> Sonido de arranque <<<<——-Yo no tengo la pasión sonidofílica del macarra de Celedonio, que cada vez que pilla un coche lo burrumburrea (de burrúm burrúm, se entiende), ya lo último es que se lo haga a un Hyundai de tres cilindros, (pero tronco, es que estás fatal). Me quedo un rato escuchando.
Bueno. Pongo el modo del cambio en manual y empiezo a rodar. Como siempre, espero que el aceite (no sólo el refrigerante) esté a temperatura de servicio. Pero como no trae temperatura de aceite pues espero un rato más cuando la temperatura de refrigerante ya está en orden. Oprimo el botón Sport. Ya estamos con el volante estúpidamente duro. Vamos a por unas curvas.
Si uno levanta el pie cuando acciona la leva, el movimiento longitudinal Rock&roll de cabeza casi pasa desapercibido. O sea como si cambiásemos manualmente.
El coche tiene un motor 1.4 con turbo y 160 CV, empuja bien pero sólo si lo llevas por encima de 4.000 rpm. Entre 4.000 y 5.500 va muy bien. Por debajo le faltan bajos, pero como es un coche para atacar un poquito, no me importa, al contrario.

Curveando, sensaciones

Buenas, pero extrañas, diferentes a lo que he probado hasta ahora. Debe tener unos muelles muy cortitos y muy duros, no cabecea, ni inclina, de hecho parece un monoplaza en el sentido en que en los monoplazas casi todo lo que se siente es adherencia de goma. El chásis hace su función pero la sensación es goma, goma, goma. Las Pirelli estas van muy bien; de hecho si un coche gusta con las gomas que lleve, cuando toque cambiarlas no caigan en el error de montar otras, así sean de una gama superior: si gusta, monten lo mismo. El coche es muy neutro, fácil, tiene ese tacto de monoplaza y me gusta. Aprendida la peculiaridad del cambio robotizado, no es que me guste, pero al menos ha dejado de disgustarme y me pasa desapercibida. Incluso no me importa.
Se comporta bien. Motor a fondo en casi todas la relaciones. A falta de una palabra mejor para definirlo, ésta sería es un coche cachondón. Fácil, sencillo, no es una histérica como el Cooper S, ni es bueno pero no lo achuches como el Fabia RS. Es, no sé. Muy divertido. Y además sólo tiene 160 CV, para un coche que apenas supera la tonelada (1085 kg), o sea que andar anda, pero puede estrujarse que es lo que a mí me gusta de un coche. Si un coche no puedes estrujarlo, pues no le sacas partido. Enlazas curvas con un comportamiento neutro, y el coche con muy poco peso cambia de trayectoria con facilidad y con apoyos francos. La verdad es que lo disfruto mucho y me paso la mañana entera curva tras curva, marcha arriba y marcha abajo.

Tres colores, tres el de la prueba ponía 595 M

Los peros

a) Frenos. El primer pero viene en los frenos. Me parecen insuficientes. Por tacto, por potencia y porque cuando uno va algo ligerito de verdad (o sea que uno tiene que frenar también de verdad) no para de accionarse el modo ese que indica que ha habido una frenada de emergencia y enciende los cuatro pilotos de intermitencia, convirtiendo una conducción decidida en una feria de luz y de color con tantas veces que destellan las intermitencias. Están bien, pero me gustaría que estuviesen algo mejorados para que el coche fuese redondo. Sí, redondo.
B) Incidencia del peso.- Todos los coches son sensibles al peso, pero a algunos les afecta más que a otros. A este le afecta muchísimo. El viernes pasado, tuve que hacer una gestiones en el circuito del Jarama con mi amigo Arturo Marcos y fui a recogerle. Arturo es un hombre con gasolina por sangre, ligado a las carreras desde siempre: hábil piloto de la R8TS de la que salieron Kuru Villacieros entre otros, cofundó la Escuela de Pilotos de Emilio de Villota siendo su sombra inseparable, y empujó a Antonio Albacete hasta donde está hoy.  Si es importante Arturo que Ayrton Senna dormía en su casa y vio a la leyenda en calzoncillos «en calzoncillos las leyendas lo son menos». Arturo es hombre amable, de ideas claras y gran amigo. Pero aquella mañana de viernes iba conmigo en el Fiat Abarth y el Fiat Abarth notaba muy mucho su presencia, el chasis se retorcía.
– Arturo, a ver si adelgazamos.
– Tú hoy, te vas a ir calentito a casa.
Me callé.
C) La pantallita esa multifunción.- Es posible que la de este coche no funcionase bien, no lo sé, pero es que me parece SUPER INFAME. Dejo dos vídeos que expliquen por sí solos mi relación con la pantalla. En el primero, activo la función Sport. Entonces sale el coche, pone Sport, y ya. Eso es todo lo que pasa. Se queda colgado. En el segundo le doy al navegador, me dice que inserte la tarjeta que por cierto está insertada, y nuevamente se queda colgado.
PRIMER VIDEO

SEGUNDO VIDEO

En fin

Me ha parecido encantador, como para fiarse de las primeras impresiones.
Si me hubiese fiado de las primeras impresiones, me habría perdido un coche tan recomendable que le doy vueltas a comprármelo, con eso digo todo.
Sí: que su estética tal y cual, pero a mí no me incide la estética de los coches, yo me subo y los pruebo y me gustan o no por cómo se conducen y lo que me transmiten, y este, pues sí. Me gusta. Pero como placer solitario.
Lo he disfrutado un montón, me ha encantado, cómo echaba en falta un coche ligero con una potencia razonable, qué pocos coches hay así; es un digno heredero de las realizaciones Abarth de décadas pasadas.
 

Frases para el olvido

– La dirección no transmite mucho y o es exageradamente ligera o exageradamente dura
– El comportamiento es de monoplaza, no por duro, sino por grip, grip, grip.
– El interior es alucinógeno
– El asiento está demasiado alto
– El escape suena a Pavarotti gargarizando  <— Este es un escape Record Monza, de una versión distinta pero con el mismo motor.
– La pantallita añadida esa así como aftermarket funciona fatal.
– Para conducir deportivamente hay que olvidarse del acompañante, o ponerlo a dieta
Diversión ****+ (5/5).- Con sus 160 caballitos bien estrujaditos, no se necesita más. Recomendable.