cancer cell

Ha pasado mucho tiempo, demasiado probablemente. Además dicen que esto de los blogs solo funciona si uno le dedica el tiempo suficiente y la disciplina adecuada. Yo a veces tengo el tiempo pero sin duda me falta la disciplina y me temo que a estas alturas y con mi edad va a ser difícil que tenga un evento tipo Damasquiano (ya saben donde Pablo vio la luz y eso) y me de por actualizar este blog cada tres o cuatro días, que sería lo adecuado.

Sin embargo mi excusa esta vez es tan buena y potente que no veo por qué no puedo compartirla con ustedes: hace siete semanas me comunicaron que mi madre sufría una –muy- agresiva forma de cáncer y que era cuestión de meses que dejara de existir, al menos en este plano material. Si quieren otro día ya discutimos sobre si hay vida después de la muerte y todo ese tipo de cosas pero hoy no me apetece.

La cara que se le queda a uno después de una noticia así se ve acrecentada por los balbuceos del médico de costumbre, que supongo recibe un plus por expresarse con infinidad de eufemismos, tratando –creo- de causar el menor daño posible a los familiares. El problema es que ese estilo engorroso donde la palabra “cáncer” es sustituida por alguno de sus tres mil quinientos sinónimos causa en mi persona un efecto contrario al que se pretendería (entiendo) conseguir: cuando más se empeñan en hablarme como si tuviera 12 años más ganas tengo de ir a por un par de latas de gasolina y un encendedor. A ver si consigo iluminar la literatura del facultativo.

También es verdad que te topas con tipos francamente buenos, gente preocupada, especialistas que saben lo que se hacen… pero al final el resultado es el mismo: a la madre que me parió se le ha activado la cuenta atrás. Los que crean en milagros podrían esperar uno pero –lamentablemente- no es mi caso.

Algunos/as de ustedes/as se preguntarán qué cojones hace un servidor contándoles esto, es más: ¿y a mí que me importa? (se oirá por ahí). Pues miren, la explicación es sencilla, llevo mucho sin escribir, me cuesta. Para escribir cualquier cosa uno necesita cierta tranquilidad (ya no hablo de inspiración, que de eso nunca he tenido) y ahora misma mi cabeza va en una dirección y mis manos en otra y esa división me causa problemas. Como no me conocen, tan solo soy unas siglas tras un blog que se aloja en una web (de coches para más inri, cuando yo no tengo ni carné de conducir) me resulta muy sencillo soltar lastre y compartir con los cuatro vientos esta historia de mierda que estoy seguro de que muchos han vivido, vivieron o vivirán en sus carnes.

Me ha pasado por la cabeza (y la tengo bastante grande así que la circulación allí es notable) cerrar este blog y focalizarme en otras cosas (que las tengo) pero por algún motivo que se escapa a mi comprensión me gusta escribir aquí (negaré haber dicho eso, odiaría que me catalogasen de sentimental), los comentarios son corteses, la gente es educada, puedo escribir de lo que me venga en gana y nadie me dice lo que tengo que hacer. Además el señor Moltó, a pesar de ser uno de los tipos más –deliciosamente- extraños que conozco, siempre me ha tratado con cariño exacerbado y puedo decir que es mi amigo (nunca desde que empecé este blog me ha metido prisa o ha tratado de imponerme su ritmo) así que –definitivamente- voy a seguir aquí, tocando la entrepierna a todos ustedes/as, hijos/as de este blog.

Trataré de no aburrirles, o al menos lo intentaré. Les pediría que me disculparan por el tono lúgubre de este post pero si lo hiciera no sería yo, como con tantas otras cosas o lo toman o lo dejan. Espero que lo tomen pero si no fuera así no les guardaría rencor, o igual sí, rezaría para que pincharan las cuatro ruedas en un bosque de esos que tienen su propio maniaco y acabaran colgando de un gancho en una cabaña roñosa.

Prometo (y esta vez cumpliré) actualizar este blog de nuevo el lunes sin falta. Me he saltado hablarles de muchas cosas pero procuraré ponerles al día en las próximas semanas.

Abrazos/as,

T.G.

P.D.: Cuando el gran pensador y polemista Christopher Hitchens entró en la fase terminal de su cáncer de esófago (que finalmente acabó agarrándole por el pescuezo y llevándoselo a la tumba) escribió esto: «a veces miro al cielo y pregunto al universo, ‘¿y por qué yo?’. Entonces el universo me devuelve la mirada y me contesta: ‘¿y por qué no?».