Señoras y señores,

 

¿Qué tal están?

 

Espero que el verano les trate bien. A mí me trata fatal, pero ya estoy acostumbrado a como me tratan las otras estaciones así que no me sorprende, la verdad.

 

Hoy se ha sabido que Danny Boyle ha renunciado a dirigir la siguiente entrega de James Bond. No sabría decir si es una mala noticia. Me gustó (bastante) Steve Jobs, 28 días y Trainspotting. Lo demás –en su carrera- me tiene sin cuidado. Es más, algunas cosas me parecen bastante malas. Él me parece muy majo. De hecho, corre por ahí una entrevista larga que emitió alguien en alguna parte, en el que salgo charlando con él. Un tipo inteligente y encantador.

 

Una cosa no quita la otra. Me parece que tiene grandes películas, pero que –en conjunto- su carrera tiene mucho de regulero.

 

Esto coincide en el tiempo con aquella noticia de la semana pasada, en la que se insinuaba que el próximo James Bond sería negro. Hasta se sugirió Idris Elba.

Elba es un actorazo y tiene la voz, la planta, el talento y la actitud.

 

Por supuesto, algunos dijeron que un negro no puede ser James Bond. Porque esto y porque lo otro, y porque cómo iba a ser un espía siendo negro. Y miren, yo es que ya me pilla muy mayor para tanta gilipollez. ¿Qué puede ser negro? Y tanto. ¿Qué puede ser un espía negro? Hay unos cuantos, infiltrados en organizaciones islamistas africanas y de Oriente Medio. ¿Qué los tiempos han cambiado? Pues sí, gracias a Dios.

 

A mí lo que me importa es que la película sea la hostia, y que el reparto sea cojonudo.

 

Y aquí viene la segunda parte del asunto: ¿quién va a dirigir el nuevo Bond?

(Recordemos que podría ser el último protagonizado por Daniel Craig, para mi gusto el mejor Bond de la historia).

 

Pues el primero en las quinielas es un señor que se llama Christopher Nolan.

Y yo soy muy fan del señor Nolan. Lo sé, hay muchísima gente que odia a Nola: qué si es muy frío, y esto y lo otro y lo de más allá.

 

Pero a mi Dunkerque me chifla (es un inmenso peliculón), lo mismo me pasa con Interstellar, del que solo me disgusta el delirante desenlace. Y no hablemos de su trilogía de Batman. La segunda entrega, la del Joker de Heath Ledger, es una de las mejores pelis de superhéroes que he visto en mi vida y cuando la veo aún siento la emoción que solo me asalta con obras maestras.

 

Así que la perspectiva de que dirija un nuevo Bond me pone cachondo.

Ya me perdonarán la expresión.

 

El problema más grande es que Nolan acostumbra a encabezar sus propios proyectos y que en estos momentos es uno de los tipos más poderosos de Hollywood. Así que no acabo de ver claro que diga que sí a Bond.

 

La esperanza (mi única esperanza) es que ahora mismo su nombre no va atado a ningún proyecto conocido. Es decir, que en estos momentos no está metido en nada que no pueda dejar y que seguramente –como británico- puede apetecerle meterse en este fregado. Sé que es una esperanza pequeña, pero más se perdió en la guerra de Cuba.

 

Para mi gusto, las mejores entregas de James Bond son, de largo: Casino Royale y Skyfall. Trepidantes, potentes y capaces de reinventar el universo de 007 sin renunciar a su pasado. Ellas fueron los cohetes de la franquicia. Entre las dos recaudaron unos 2000 millones de euros, así que no debo ser el único al que gustaron. Seguro.

 

Espero que Nolan acepte, lo borde y que la próxima vez que les cuente cuáles son mis Bond favoritos, me vea obligado a añadir su película.

 

Christopher, si lees esto: no sé a qué esperas. Haz el favor. Pilla el teléfono. Di que sí. No te demores.

 

Abrazos/as,

T.G.