He esperado hasta que se apagara el rugido del gallinero para hablar un poquitín de eso llamado Agora.

No sé vosotros/as pero yo estoy un poco hasta el gorro de la película en cuestión. Recuerdo que tuve la misma impresión con Los abrazos rotos. Como si a un vegetariano le obligaran a comerse un filete. Cien o doscientas veces.

Indigestión por marketing, lo llaman.

No sé quién es el gran cerebro que cree que la sobreexposición es algo bueno, que una vez que hayamos visto tres mil veces el trailer, leído quinientas entrevistas con el director y visto cinco mil fotos de la actriz, cogeremos las llaves de casa, bajaremos las escaleras de tres en tres e iremos inmediatamente al cine más cercano.

Cierto, me dirán algunos/as, “la peli ha hecho siete millones de euros el primer fin de semana”. ¿Y qué? Digo yo. Con eso han recuperado la mitad de lo que llevan gastado en marketing.

Tengo ganas de saber lo que ha hecho la segunda semana. Pronostico unos 20 millones de euros de taquilla (pon 25 porque mañana es domingo) con lo cual, descontados los porcentajes de las propias salas, les quedará para pipas.

Veamos las cifras: la peli cuesta 50 millones de euros (o eso dicen) y pon que se han gastado entre 10 y 12 en marketing y publicidad (eso no lo dicen ellos, lo digo yo. Mejor dicho, lo supongo).

Para recuperar esa inversión (hay que recordar que la película es de Tele 5 y su balance anual depende del señor Amenábar) hay que hacer una taquilla de unos 100 millones de euros. Mínimo.

Después vendrá el formato doméstico y la tele. Pero tal como está el mercado yo no contaría con que eso representara una gran cantidad.

O sea, que 100 kilos.

¿Cómo se ganan 100 kilos? Pues hay que hacer unos 30 en origen (20 más entre Francia, Alemania, Italia y Asia.

Le doy 10. Y soy optimista.

Y en Asia 5. Creo que les importarán bien poco las filósofas, astrónomas y poetisas del año del catapum (dicho sea último con todos los respetos).

Total: 15 millones de euros.

Más 30 de España (vale, le he añadido cinco respecto a lo dicho hace unas líneas, no me lo tengáis en cuenta).

Eso los deja a 55 millones del objetivo final.

¿Y donde se ganan esos 55 millones? Pues en Estados Unidos amigos/as, en Estados Unidos. Pero ¿sabéis que pasa? Pues que las distribuidoras del país presidio por el señor Obama pasan olímpicamente de Agora.

Pasaron de ella en Cannes (ante el pánico de la distribuidora), pasaron de ella en Toronto (más pánico) y hasta la fecha siguen pasando. Sin americanos no hay pasta y sin pasta se va todo al carajo.

Y de eso va Agora amiguetes/as, de cosas que tienen poco o nada que ver con que si la peli es buena o mala. Solo interesa que vayamos todos a verla, y que llevemos a nuestros abuelos, a nuestros padres, a los amigos, a los porteros, al tío de la lavandería, etc.

Por eso nos hemos comido con patatas la historieta durante más de un mes y por eso un servidor está hasta el gorro de ella.

Ya sé que me podéis decir (con razón) que el cine casi siempre va de pasta, pero es que cuando me venden la película como un filme de autor, me meten el trailer en vena diciéndome que es como Troya pero con una señora de protagonista y –encima- tengo que aguantar al director diciéndome que la inspiración fue Carl Sagan y su serie Cosmos se me hinchan las amígdalas.

Y ya está, ya lo he dicho.

Igual me equivoco y la película acaba encontrando comprador en Estados Unidos y arrasando en taquilla. Yo mientras tanto seguiré en mis trece.

¿Y vosotros/as qué opináis?

T.G.

P.D. ¿Y la película? Ni fu, ni fa. Si os interesa mucho mi opinión (que lo dudo) os lo cuento en el próximo post.