Buenas noches amigos y amigas,

Aquí me tienen, en casa, viendo una peli de terror en Amazon. Cierto, podría estar haciendo algo mejor, pero así es la vida. Descarto salir porque estoy ya muy mayor y los gintonics son cada vez más caros. Y la película de terror tampoco es que sea muy buena.

En fin, a ver si la semana que viene afino mejor.

Por cierto, ya les hablé aquí de El visitante, la impresionante serie de HBO que me está haciendo desear que sea domingo.

Si no la están viendo, deberían. En serio.

La otra mala noticia que debo contarles (perdónenme), es que ayer fui a ver Sonic. No es que yo quisiera, es que vivo de comentar películas (y de otras muchas cosas, pero sobre todo de comentar películas) y no me queda más remedio.

La verdad es que, ya de entrada, hubiera preferido no ir, porque vaya turra. Veo por ahí a gente diciendo que es ‘muy digna’ y claro, es muy digna si tienes 12 años. Entonces sí, si tienes niños, les llevas, y puedes echarte una siesta, pues entonces es digna. Si tienen que ir ustedes/as por su cuenta porque les parece un buen plan: ni se les ocurra.

No sabría decirles cuál es el argumento del filme porque –francamente- no creo que lo tenga. Solo sé que Jim Carrey hace de malo y un dibujo animado hace de dibujo animado. Y poca cosa más.

También debo decir que no acabo de entender porque se sigue apostando por los videojuegos como material cinematográfico, después de la tonelada de fracasos que ha provocado esta política.

De acuerdo, sí, lo entiendo, esa especie de certeza que afirma que con la cantidad de seres humanos enganchados a los videojuegos, alguno picará el anzuelo.

El problema es que son lenguajes distintos, territorios distintos, planetas distintos, y que (excepto por Silent hill, que era una película notable), todos los intentos hasta ahora han sido completamente fallidos, pero ellos siguen, dale que te pego, hasta el batacazo final.

Así pues, Sonic es más de lo mismo, en la misma dirección: tipos que no tienen ni idea de lo que buscarían en una película los amantes de un videojuego, haciendo películas para los amantes de los videojuegos. A mí me parece incomprensible, pero qué coño sabré yo.

La buena noticia de la semana, porque también tenía que haber alguna buena, es el estreno en Movistar + de El palmar de Troya.

La serie es la historia de una secta española, la Iglesia Palmariana, a finales de los años 70.

Si han visto Wild wild country, es la versión patria de esa historia. Una pandilla de chiflados que afirmaba haber visto a la virgen y  que acto seguido fundaron una iglesia propia, proclamaron un Papa y liaron la de San Quintín.

Aquella frase anglosajona que reza ‘stranger than fiction’ se queda corta en este caso, porque la cosa es tan loca que resulta difícil creérsela. Pero sí, es todo verdad. Incluido el presidente ciego loco y lo del Papa y lo de los abusos sexuales y todo lo demás.

Les aconsejo que la miren con atención y que se fijen en lo que hacen sus responsables con el uso de las imágenes ficcionadas de la secta, usando los audios de verdad, los de la época. No darán crédito.

Como resumen: Sonic no.

Palmar de Troya sí.

Y sean bueno/as. O no.

Adiós.

Abrazos/as,

T.G.