Este fin de semana debemos congratularnos: por fin vamos a disfrutar de una marcianada como Dios manda.

Hablamos de Kick-Ass hace ya unos cuantos posts, cuando aprovechamos para colgar el primer teaser de la película, que era absolutamente fabuloso.

Pues bien, después de su relativo triunfo en la taquilla estadounidense (no arrasó pero recuperó sobradamente su inversión y fascinó a buena parte de la crítica), llega a nuestras pantallas.

Ojo amigos/as, no estamos ante una superproducción americana al uso ni un producto de esos que manufacturan en Hollywood como el que hace rosquillas (o donuts en este caso). Lo que sí podemos decir de Kick Ass es que se trata de la película más faltona, gloriosamente anárquica y menos políticamente correcta que hemos visto por estos lares en el último lustro.

Como ya contamos en su momento, la película de Matthew Vaughn (devoto esposo de Claudia Schiffer y que en 2004 dirigió una película tan jugosa como Layer Cake, con un Daniel Craig en estado de gracia) parte de un cómic de Mark Millar. Millar cuenta la historia de un chaval que un buen día decide convertirse en un superhéroe por el simple método de salir a la calle disfrazado a impartir justicia. Dicho de otra manera: este chaval no tiene ningún superpoder y además es bastante enclenque.

Así pues el chaval recibe más palos que una estera y se ve obligado a replantearse sus planes. Sin embargo aparecen en escena dos desconocidos que reparten más estopa que Steven Seagal en sus buenos tiempos y Kick Ass (que ese es el nombre que escoge el aspirante a superhéroe) se ve metido en una historieta con más giros que Perdidos.

Ahora bien, que nadie se lleve a engaño, esta no es una película para todos los públicos, el buen rollo brilla por su ausencia (eso no quiere decir que la película no sea divertida), los guantazos duelen y hasta tiene un par de momentos (sobre todo un asesinato) en los que uno piensa que aquello ha llegado demasiado lejos.

Hasta Nick Cage está más que bien en su papel de chalado, lo cual no es decir poco… el pobre Cage ya no está para muchos trotes pero cuando se le dirige bien da el pego.

Kick Ass es una película brillante, capaz de convencer, con un reparto lleno de desconocidos (excepto por el maravilloso Mark Strong, ya convertido el nuevo villano favorito de la cinefilia mundial) y una dirección mayúscula que raya el salvajismo visual, sobre todo en su tramo final.

Viendo la película se entiende perfectamente que ningún estudio de Hollywood se atreviera a poner dinero en el asunto: con la sangre que se derrama en el filme se podrían llenar cien bañeras (de las muy grandes).

Ante tal rechazo cualquier otro realizador hubiera dejado al proyecto dormir el sueño de los justos pero Vaughn, tozudo como pocos, dijo que ni hablar, que aquello iba p’alante aunque tuviera que buscar financiación en las cloacas.

No tuvo que llegar tan lejos y bastó con pasar el platillo en el Reino Unido, donde unos cuantos inversores con vista arriesgaron su pasta (ya se sabe, lo de las subvenciones no funciona igual en todas partes… ejem) y finalmente la película se convirtió en una realidad sin tener siquiera que tocar una coma del guión original.

Lo repetimos: que a nadie se le pase por la cabeza llevarse a los críos a ver Kick Ass a menos que quiera que los niños se pasen un par de noches sin dormir. A los/las demás no se me ocurre mejor recomendación para el fin de semana que un paseo hasta el cine. No sé si les gustará más o menos pero lo que sí puedo prometerles es que no les dejará indiferentes.

Ya es oficial: Kick-Ass es mi nuevo superhéroe favorito.

Buen fin de semana,

T.G.