Hola señoras y señores,

 

Qué tal andan?

 

Después de que los españoles dejáramos ayer varias toneladas de basura en las playas, varios niños (y no tan niños) perdieran dedos y se atendieran centenares de casos de intoxicación etílica, toca volver a la normalidad. Al menos antes de que empiecen a arder los bosques, claro. En Barcelona ya han empezado (ahora mismo un incendio activo en Collserola, pero los gordos están por llegar). Ya saben, todo dentro de esa normalidad que nos caracteriza.

 

Y el tiempo, eh? Todos/as esos/as espabilados/as a los que no les gusta el fresquito y que llaman a este terrible bochorno que nos acompañará al menos cuatro meses “el buen tiempo”. No sé qué drogas tomáis, pero las quiero.

 

En fin, llego con buenas noticias. Porque si la oferta de buenas películas de esta semana ya era bastante atractiva, esta semana (el viernes) llega Soldado. Qué es Soldado? Pues la secuela de Sicario. Y ojo a lo que les voy a decir: si no han visto Sicario, vamos a tener un problema.

 

Sicario es la película de Denis Villeneuve, que protagonizaban Emily Blunt, Josh Brolin, Benicio del Toro y Jeffrey Donovan. Explicaba la historia de una agente del FBI (Blunt) a la que meten en una ‘task force’ para ir a buscar al capo de un poderoso cartel de la droga de Juarez (México). Creo que ya dije una vez en este mismo foro que a mí Sicario, más allá de parecerme un peliculón descomunal, me parecía un filme de terror. Ayer la vi de nuevo y me reafirmo en lo dicho: Sicario es una película de terror. La disfrazan de thriller con un punto de drama, pero lo que uno ve es horror. Y horror del peor tipo, el horror que podemos causar los humanos. Nada de mierdas sobrenaturales, ni demonios, ni fantasmas. Tipos dispuestos a hacerte a ti y a tu familia cosas impensables por el simple hecho de enviar un mensaje sobre su voluntad de considerar tu vida algo barato. Esos lugares en los que seguir vivo es cuestión de suerte, pozos en los que el hombre demuestra que el infierno no solo existe, sino que es obra nuestra, son la base fílmica y conceptual de Sicario.

 

Lo que yo no sospechaba es que esta película fuera a generar una franquicia, aunque parece que esa era la intención primigenia. Así que ahora, en lugar de a Emily Blunt de bisagra narrativa, la cosa queda entre los descomunales Del Toro y Brolin.

 

La acción arranca con más carteles, más drogas y más guerra sucia. Esta vez, el personaje de Brolin llama a Del Toro para encargarle una misión delicada que puede servir para que Estados Unidos pueda encontrar un elemento de disrupción en su particular batalla contra el narco: el secuestro de la hija de uno de los tipos que manda y ejecuta desde el otro lado de muro. Contarles algo más sería spoiler, pero digamos que esta película bascula más que su hermana mayor hacía el territorio de la acción, a pesar de que ninguna de sus escenas es tan poderosa como aquel tiroteo en el paso fronterizo que le erizaba al espectador hasta los pelos del cogote.

 

Y ese podría ser también un buen resumen para la película en su conjunto: no es tan potente como su antecesor, pero tiene virtudes suficientes como para resistir por si sola las inevitables comparaciones. A eso ayuda que los actores que encabeza el reparto sean más sólidos que el Peñón de Gibraltar y que el tema (la lucha contra los narcos y la imposibilidad de vencerles en términos convencionales) sea absolutamente apasionante.

 

Es una buena apuesta para pasar dos horitas tenso como la piel de un tambor. Y fresquito, que eso tampoco está de más.

 

Abrazos/as,

T.G.