¿Qué tal señores y señoras?

 

Vivo sin vivir en mí y de ahí esta larga pausa sin atender mis obligaciones con ustedes, queridos amigos y amigas y gentes de buen vivir.

Esto de pasar de ser autónomo a tener que ir a una oficina me está matando. Ya saben, pasar de levantarse y organizarse el día al antojo de uno a ir a toque de pito a un sitio en el que existe un horario marcado que todo el mundo respeta (ejem).

 

En fin, que cuando salgo de allí estoy tan agotado que no tengo ganas ni de acariciar el gato que no tengo.

 

Pero hoy he reunido las pocas fuerzas que me quedan y me dispongo a ofrecerles un bonito post. ¿Y por qué? (se preguntarán). Pues porque este fin de semana se estrena Depredador y hay que celebrarlo. No solo porque sea la mejor desde el original (no era muy difícil), sino porque es muy divertida, y ochentera, y punk. Y eso mola mucho, señores y señoras.

 

El responsable del asunto no es otro que Shane Black. Black es el tipo que reinó en los 80 y parte de los 90 escribiendo cosas como Arma letal o El último boy scout. Pelis deslenguadas, reventadas de diálogos irreverentes, con el prototipo de macho-man como eje y brújula del asunto, y con parejas de tipos aparentemente incompatibles que acaban siendo uña y carne. Esas películas han sobrevivido bien y Black ha seguido haciendo de las suyas, en –por ejemplo- cosas como Kiss Kiss bang bang (maravillosa) o Dos tipos buenos (cojonuda).

 

Shane Black aparecía también como actor en el Depredador original, así que a alguien se le ocurrió que podría ser el hombre ideal para tratar de reanimar una franquicia que ha muerto de inanición por culpa de chorradas como Depredador 2 o aberraciones del tamaño de Alien vs Depredador o tonterías como Predators. Y el señor Black dijo sí.

 

Y efectivamente, Depredador es lo que Black ha querido que sea.

 

Lo primero: salen más bichos que nunca, más malos que nunca, lo que en realidad significa que se ha prestado mucha atención a los detalles desde el punto de vista visual. Parece que no, pero con la cantidad de veces que hemos visto a este cazador alienígena, renovar un poco su imagen no está nada mal.

 

No quiero desvelar mucho del guión, pero digamos que ahí confluyen todos los básicos del director: los machotes, las referencias poperas, la cinefilia, un sentido del humor muy negro y una épica guerrera que recuerda mucho al original.

 

Los protagonistas son un grupo de soldados que se mueven ya al margen de las filas del ejército, un montón de despojos humanos con poco o ningún sentido de la moralidad, que de pronto –por culpa de un incidente absurdo- deben enfrentarse a los extraterrestres más belicosos de la historia.

 

El único pero que yo le pondría es que dura demasiado (por encima de las dos horas) y que los personajes son un poco de hojalata. Pero claro, si alguien va a pedirle a esta película algo que sea entretenimiento puro, quizás debería hacérselo mirar. Yo no miré el reloj y me lo pasé pipa, pero es bueno advertir a los espectadores potenciales que esta es una película de acción salvaje. El que vaya buscando la reflexión debería ir a ver Las distancias, que tiene ese peso específico que necesitan los dramas.

 

Depredador es despiporre, diversión y fuegos artificiales. No aprenderán nada con ella y no les resultará aleccionadora.

 

No digan que no se lo advertí.

 

Besis.

 

T.G.