Señoras y señores, ¿qué tal están?

 

Llevo tiempo sin hablar con ustedes/as pero tengo una buena excusa. Lamentablemente, no puedo revelarles la excusa.

 

Ya, ya lo sé. Suena un poco raro.

 

Voy a intentar explicarme mejor: resulta que he estado unos días en un rodaje. Pero me han obligado a firmar una carta diciendo que bajo ninguna circunstancia puedo contar a nadie que he estado en ese rodaje. Si lo revelo, pueden joderme un poco la vida profesional. Me debato entre darles alguna pista o dejarlo aquí. Porque la cuestión es que en la carta no ponía nada de darles pistas así que allá voy: he estado en el rodaje de la película de un tipo que lleva 42 años interpretando al mismo personaje. ¿Es fácil, no? No podré decir que estuve allí entrevistando a este señor hasta enero del año que viene, pero no puedo impedir que especulen en los comentarios. Eso sí, yo no confirmaré ni desmentiré nada.

 

Dicho esto, y acabado el capítulo de las excusas, déjenme hablarles de algunas pelis que, o bien se han estrenado, o bien se estrenan la semana que viene.

 

Empecemos con una película que me ha sorprendido: Desobediencia.

 

Habla de una mujer que vuelve a la comunidad que le vio partir. La comunidad en cuestión está formada por judíos ortodoxos, una rama muy particular de una religión con tantas normas que sería más fácil preguntarles si hay algo que consideren normal o que no esté prohibido. La vuelta de esta mujer (espléndida Rachel Weisz) desata una tormenta de consecuencias imprevisibles, especialmente cuando se reencuentra con un amor de juventud que no llegó a concretarse: otra mujer (descomunal Rachel McAdams).

 

En este problemón en el que conviven sexo y religión (mala combinación), destaca la interpretación de la pareja protagonista y el tono casi funerario del filme, porque –ya se sabe- esta historia no va a acabar bien.

 

Mi problema es que la dirección no está a la altura de las actrices y que todo lo que ellos dan, la peli se lo quita. El otro problema es que se ha estrenado el mismo día que Solo y con cuatro copias y con cero marketing. ¿Así qué cojones vas a vender tu peli?

 

Si tienen la suerte de andar cerca de algún cine que la proyecte no se lo piensen: solo por verlas a ellas vale la pena pagar la entrada. Y sino, pues en streaming, dvd, netflix o como ustedes/as quieran.

 

Y de una ya estrenada, a otra que se estrena y que me ha causado honda decepción, ya que su director es uno de esos tipos que es capaz de agarrarme por el cuello y no soltarme: Roman Polanski.

El francés estrena ahora Basado en hechos reales, una peli protagonizada por su musa y mujer, Emmanuelle Seigner. Ella interpreta a una escritora con un bloqueo creativo de dimensiones tremebundas. Así sigue hasta que conoce a una misteriosa mujer que consigue restablecer su confianza en ella misma (la espectacular Eva Green) y la ayuda a salir del embrollo… durante un rato. Como pasa siempre con el señor Polanski, nada es lo que parece.

 

Sin embargo, esta parece una película hecha al tran-tran, sin ganas, como si estuviera haciendo un encargo para alguien que le cae mal. No aparece por ninguna parte el punch habitual del director y un tipo que ha dirigido obras maestras como La semilla del diablo o El pianista no puede permitirse el lujo de entregar medianías. Me ha recordado a la habitual tontería de Woody Allen, la que estrena cada año. Esas insoportables películas de piloto automático que no impresionarían ni a un político.

 

“Coño, vaya películas de mierda que nos trae este hoy” pensarán ustedes/as. Pero oigan, la primera no está mal y la segunda puede verse. Lo triste es que traigan un rape fresco y unas buenas verduras y tú acabes sirviendo un plato mediocre. Joder, qué buena analogía, eh?

 

Y les ahorro mi comentario del Don Quijote de Terry Gilliam. Y pueden estar extremadamente agradecidos.

 

Abrazos/as,

T.G.