Bueno, deciros que he observado con admiración la discusión que ha despertado el amigo americano, Michael Moore, especialmente por la educación que impera en este blog. Lo siento, no estoy acostumbrado a tanta corrección. Sinceramente, gracias, no os merezco.

Simplemente apuntar que un tipo que genera mas de 30 entradas (el record del bloguero que esto firma, en realidad vuestro record) no es prescindible. Yo, como muchos otros, creo que Moore tiene mucho de hipócrita y de manipulador, pero sería absurdo negar la fuerza de sus documentales: el talento no garantiza la ética, ni al revés, pero si tengo que escoger entre tenerlo y no tenerlo, prefiero tenerlo. Dicho sea sin ningún afán de crear polémica.
Creo que ya llenamos el cupo sobre este tema.

Y ahora, con dos días de retraso, mis impresiones sobre ese peliculon llamado District 9.

AVISO: SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA Y LEES ESTO ES PROBABLE QUE DESCUBRAS ALGO QUE NO DEBERÍAS SABER. QUEDAS ADVERTIDO/A. LUEGO NO TE QUEJES.

Ya adelantamos en su momento de que iba esta producción de Peter Jackson. Para los que no lo leyeron en su momento os lo pincho aquí.

Como ya habéis deducido por lo de “peliculon” he quedado gratamente sorprendido por la fuerza y la pinta de esta película, opera prima de Neill Blomkamp.

Me esperaba algo totalmente distinto, más tipo Cloverfield (con la que disfrute mucho, pero que era un entretenimiento puro y duro) .El trailer era, en cierta medida, engañoso, y el planteamiento de docudrama es solo una parte mínima del asunto. En realidad el director utiliza esa estructura para proporcionarnos información sin tener que tirar del diálogo de los personajes (sin sobreexplicar, para entendernos) con lo cual la película tiene un equilibrio casi perfecto.

Lo primero que debo decir es que habrá que seguir atentamente al protagonista, un señor llamado Sharlto Copley, porque tengo la impresión de que su excelente interpretación en esta película no es una casualidad.

Hay que decir algo: hacía mucho tiempo que no se veía una película de ciencia-ficción con tanta carga política y social, y sobretodo que no se veía una producción tan coherente, que encajase tan bien en la coyuntura que vivimos: lo de un guetto de extraterrestres es simplemente una idea grandiosa, pero Blomkamp corría el riesgo de quedarse allí atascado. Sin embargo aprovecha un punto de partida memorable para contarnos una historia que parece ir en dirección contraria a lo esperado.

Ya de entrada el director deja de lado el género (la ciencia ficción) para meterse en un berenjenal que descoloca al espectador: vemos a un funcionario, más bien cortito de miras, que va a efectuar un desahucio (gigantesco, pero desahucio al fin y al cabo). Le seguimos en primera persona, casa tras casa, hasta que una sustancia extraña le decora la jeta.

Y a partir de ahí, la exhibición de Blomkamp, que salta de comedia a drama, de drama a thriller, de thriller a ciencia-ficción y de ciencia-ficción a drama sin que te de tiempo a parpadear. Obviamente, lo de convertir al funcionario en un alienígena demuestra la falta de complejos del realizador: una cosa es ponerlo en un guión y otra atreverse a hacerlo.

La primera parte, con los extraterrestres (bichos, los llaman) apiñados en condiciones insalubres mientras que la televisión entrevista a ciudadanos de raza negra que les increpan y les dicen que deben largarse (no olvidemos que estamos en Sudáfrica) es de una maldad sin límites y obviando la gigantesca hipérbole sobre el racismo le da al filme una profundidad de campo que ya querrían para sí muchas películas de directores consagrados (no diremos nombres, para no enfadar a nadie).

La segunda parte, y especialmente la visita a las tenebrosas instalaciones secretas de la MNU, y la reacción del alienígena son de una habilidad asombrosa. La manera como Blomkamp desarrolla la relación entre el humano y el bicho, que nunca parece impostada, forzada o acelerada con propósitos dramáticos, y la idea de dotar a los extraterrestres de dimensión humana (nefasta, pero humana al fin y al cabo) como su exposición a las adicciones, la anarquía en la que malviven o su propio aspecto (no muy higiénico, por decirlo así) son toques de tipo veterano, más que de un rookie.

Por todo ello, por sus perfectos efectos especiales, por su exquisito diseño de producción, por lo inteligente de su planteamiento, District 9 es un potro salvaje en un mundo de ponnies, si me permitís la analogía.

Diría mucho más pero se supone que este blog no es para daros la brasa…

Simplemente decir: los ocho euros mejor gastados del año.

No sé que esperáis: ID. Y luego contadlo, aquí si es posible.

Abrazos/as

T.G.