Queridos y queridas,

No soy muy de hacer listas, pero antes de irme a otro año les recordaré las películas de este  año que me han gustado y mañana haré lo propio con las series.

 

Lo haré sin recurrir a google, como cuando empecé a escribir, allá por 1993, así que si me equivoco o meto la pata, tengan en cuenta que lo he hecho a la vieja escuela  y eso tiene su mérito.

 

Empezaré con Verónica, la película de Paco Plaza. Terror patrio de altos vuelos, con una atmósfera que te ahoga recurriendo a efectos casi minimalistas: sombras, ruidos, voces y algo de oscuridad bien llevada. Cuenta la historia (real) de una niña a la que después de jugar a la ouija le empiezan a pasar cosas raras. Está basada en el expediente Vallecas, el único informe en la historia de la policía en España en la que un comisario describe fenómenos paranormales. Por si les apetece acojonarse un rato.

 

Seguiremos con Déjame salir, otra de terror pero con vocación de paradoja clasista (y también racista, pero no como se imaginan). La firma un tipo casi amateur llamado Jordan Peele y habla de un tipo al que su novia lleva a conocer a sus padres. Todo muy civilizado hasta que el pobre imbécil descubre lo que se está cociendo allí. Tiene algo de Muertos y enterrados, pero sustituyendo la crudeza por sutilidad. Maravillosa.

 

Otra que roza el terror pero habita más en los territorios del thriller, es Split (Múltiple). El retorno por la puerta grande (monumental) de M Night Shyamalan. Una película sobre un tipo con 22 personalidades que secuestra a tres niñas. El twist final del filme es tan grandioso que me dieron ganas de coger un avión, irme a Los Ángeles, buscar a Shyamalan y abrazarle. Conecta además con la filmografía clásica del director y en especial con la que yo considero su mejor película, de un modo tan brillante, que si no la han visto deberían correr a buscarla. Si ven antes El protegido, El sexto sentido y Señales, incluso mejor.

 

Por cambiar de tercio, Estiu de 1993 es la mejor peli española del año, una pequeña maravilla sobre la perdida, la grandeza de algunos seres humanos y nuestra capacidad para seguir en pie hasta cuando ya no queda ningún motivo para ello. Toda ella es una demostración de lo grande que puede ser el cine, sin importar lo reducido que sea tu presupuesto o lo diminuto de la historia.

 

Seguimos con Spiderman homecoming. La mejor de todas las entregas del hombre araña, un clásico instantáneo del género de los superhéroes donde Tom Holland exhibe carisma, sentido del humor y suficiente energía como para dividir el átomo. Una película autoparódica, cuyo tono cachondo nos sitúa más cerca de lo que nunca hemos estado del Spiderman del comic: ese adolescente salido al que los poderes le pillan de sorpresa y que no tiene ni pajolera idea de cómo utilizarlos.

 

Y acabaré con Coco. La peli más tierna del 2017 y la demostración de que para Pixar no hay límites. Su inmersión en la cultura mexicana del día de los muertos es veraz, atrevida y compleja. Habla de la familia, de la memoria, de lo peligroso que es perseguir tus sueños sin mirar a los lados. Habla de que los recuerdos son la esencia de lo que se fue y que mientras alguien te recuerde, seguirás vivo. Y además tiene una memorable banda sonora y una animación despampanante.

 

Solo le pondré un pero: los hijos de perra me hicieron llorar como una magdalena y eso sí que no se hace.

 

He dejado fuera Dunquerque, porque creo que es una película que está pensada para ser vista en cines y Manchester frente al mar, porque la vi en 2016. También dejo fuera John Wick 2 porque ya les di bastante la barrila con la primera, pero no puede dejar de urgirles a que la vean inmediatamente.

 

Abrazos y abrazas a ustedes y ustedas,

T.G.