Aún a riesgo de resultar repetitivo, no he podido resistir la tentación de volver sobre un tema que ya ha ocupado por dos veces este blog: el funcionamiento de los equipos de Fórmula 1 y la historia paralela de las “órdenes de equipo”. Los recientes acontecimientos, y la marcha del Campeonato, me lo han puesto en bandeja y no he sido capaz de resistirme. Así que pido excusas a los lectores menos aficionados a este tema, o más aburridos (y con pleno derecho) con el desarrollo de muchas de las carreras (que no todas, y en especial las últimas); pero es que yo sigo sintiendo la emoción de la competición, y todos los Campeonatos Mundiales (F.1, Rallyes o motos) me resultan atractivos. Pero ya vale de excusas y vamos al asunto.

La polémica de este año empezó (y dio lugar a mi primer comentario) con el enganchón de Vettel y Webber en el GP de Turquía y se agudizó con la muy indiscreta “insinuación” que hubo que hacerle por parte del equipo Ferrari a Massa, en el GP de Hungría, para que dejase pasar de una vez a Alonso, dando lugar a una sanción económica al equipo. Y la situación ha llegado al clímax a partir de este último GP, el de Corea, en el que Alonso se ha situado en cabeza de la clasificación, a dos carreras del final del Campeonato; y todo el mundo, propios y extraños, está haciendo cábalas acerca de cómo deben comportarse las tres primeras escuderías, pero muy en particular Red Bull y McLaren, para enfrentar este sprint final, de cara a conseguir el mejor resultado posible para sus respectivos intereses. Y para no tener que cansarme en repensar lo que ya escribí en ocasiones anteriores me voy a permitir autoplagiarme algunos párrafos de los dos anteriores comentarios, para así centrar la cuestión de cara a la actual situación.

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Hay un primer punto de coincidencia prácticamente universal: las órdenes de equipo siempre han existido, tanto cuando eran legales como ahora, cuando, todavía y teóricamente, no lo son. Y probablemente seguirán existiendo, por más que se articulen (aunque más bien parece que va a ser lo contrario) toda clase de controles para impedirlas; todo ello al margen de que nos parezcan bien o mal, puesto que se trata de un hecho consumado. Y también al margen de que luego se hagan, o más bien se hacían, aparatosas protestas de limpieza por parte de algunos equipos (léase McLaren y Red Bull), diciendo que ellos tratan absolutamente por igual a sus dos pilotos.

La etérea prohibición de las órdenes de equipo, que nadie ha sido capaz de deslindar de la estrategia de equipo, acaba dando lugar a que los pilotos, al menos en teoría, deben saber qué hacer en cuanto a estrategia, pero no se les puede dar por la radio una orden directa y concreta. Esto no pasa de ser un fariseismo hipócrita, pues ya lo dijo, con su habitual pero muy práctico cinismo, Bernie Ecclestone: ¿qué diferencia hay, de cara a la táctica a emplear, entre haberla pactado a principios de temporada, o dos meses antes de un GP concreto, o la tarde anterior dentro del motorhome, o comunicarla por radio en el preciso momento? El resultado será el mismo. Y claro está, ello da lugar a que se descuelgue Ross Brawn diciendo, en una expresión claramente militar que, en estos casos de pugna entre los dos compañeros de escudería, lo importante es que ambos pilotos tengan muy claras las “rules of engagement” (normas de confrontación) que se deben puntualizar antes de la carrera; dicho de otro modo, que las órdenes de equipo se pueden dar en privado, pero no por la radio durante la carrera. En resumen, que como es muy difícil controlar las órdenes, la postura de la FIA, sin duda cínica, ha acabado siendo la que pude leer en un comentario: utilícenlas pero, por favor, sean discretos, para que todos quedemos bien.

Así que no hay término medio: o bien las escuderías dejan auténtica libertad a sus dos pilotos para que compitan entre sí, y se olvidan de dar consignas disimuladamente por radio (disimulo que no engaña a nadie), o bien les dejan las cosas muy claritas en la trastienda del “motorhome”, sin darle tres cuartos al pregonero, para que quede todo muy claro y luego discreto en pista. Porque no hay que olvidar (aunque a algunos aficionados seráficos les escandalice) que aquí hay mucho dinero en juego y los equipos no son ni instituciones de caridad, ni absolutamente autónomos en sus decisiones; detrás hay unas empresas que se llaman patrocinadores y que ponen una “pasta gansa” para obtener resultados.

En otros deportes de equipo como el ciclismo, pero también con clasificación individual, dos compañeros pueden entrar casi juntos en meta en cualquier orden y no se perjudican para la general (salvo bonificaciones de segundos); pero aquí se reparten puntos, no tiempos, y cinco centímetros de diferencia (una milésima de segundo) suponen, actualmente, siete puntos entre primero y segundo; así que, como estrategia de equipo, hay que elegir: el orden sí que importa, y mucho. Para peleas, con las libradas frente a las escuderías rivales ya hay suficiente; de lo contrario, ¿qué sentido tiene decir que se forma parte de un equipo? Y es que no tiene sentido pedirle al de detrás que fuerce la situación, con riesgo de irse los dos al campo, cuando el otro es su compañero de equipo y sabe que el de detrás es más rápido, que necesita los puntos, y que él está tan atrás en la clasificación que no tiene nada que hacer de cara al campeonato.

Y es que, si se abre la veda a las luchas intestinas, entonces ocurre como en Turquía: todo el mundo puso a parir a la escudería Red Bull, a Vettel, a Webber o a los dos, por haber podido tirar a la basura 43 puntos que al final se quedaron en 28, porque Vettel se quedó tirado pero Webber se recuperó del “trompo” y consiguió entrar tercero, salvando 15 puntos; pero pudieron haber sido 43, con un poco más de mala suerte. Ni en sueños debe repetirse. Claro que, después de Hungría y de ver que Ferrari había salido del trance sólo con una multa, Chris Horner (jefe de la escudería Red Bull) se descolgó con que “de haberlo sabido, en Turquía hubiésemos adoptado otra actitud”. O sea, que condenamos las órdenes de equipo hasta que a nosotros nos pueda convenir utilizarlas; porque Horner es de los que, al menos mientras le viene bien, defiende que deja libertad a sus pilotos.

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Pero, a partir de las cuatro últimas carreras, de Monza a Corea, cuando Alonso he dado el estirón consiguiendo 90 puntos de 100 posibles y situándose en cabeza con 11 puntos de ventaja respecto a Webber, 21 sobre Hamilton, 25 sobre Vettel y ya 42 sobre Button, se han desatado, en la prensa y en las propias escuderías, toda clase de especulaciones acerca de cómo deben plantearse, tanto Red Bull como McLaren, las dos carreras que quedan. Y es que ni siquiera los propios equipos intentan ocultar lo que está pasando; en realidad, ni se plantean ocultarlo, sino que lo dan por hecho. Es fantástico: los mismos que hace dos meses abominaban de las tácticas (y por lo tanto órdenes) de equipo, ahora hablan sobre ellas con la misma tranquilidad que tomando café, copa y puro en el Casino de su pueblo, después de una buena comida. Y yo me pregunto, ingenuo de mí: ¿por qué se considera normal que tradicionalmente en las últimas carreras (este año va a ser en Brasil y Abu Dhabi)los compañeros de equipo se ayuden, e incluso se deben ayudar entre sí, y no en las carreras anteriores? Porque desde muchas carreras antes, está claro en muchos casos (como el de Massa en Ferrari) que el compañero más retrasado no tiene más posibilidades que ser cuarto o quinto, mientras que el otro está peleando por el campeonato; ¿acaso los puntos de Brasil, o de Abu Dhabi, valen más o menos que los de una carrera a mitad de temporada? Esta doble moral, que esta temporada está saliendo a la superficie con mayor fuerza que nunca, debido a lo reñido e interesante que está el Campeonato, es lo que no consigo digerir, y la causa de esta tercera entrada sobre el mismo tema.

Así que vamos a darle un repaso a las distintas actitudes observadas en los últimos días, porque aunque viene incubándose desde Monza, el asunto ha reventado a partir de la caótica carrera de Corea. No deja de resultar curioso que, tras haberles puesto de vuelta y media con motivo del asunto de Hungría, ahora todo el mundo envidia a Ferrari y alaba su postura, al tener muy claro que su apuesta era y es por Alonso, lo que les ha permitido situarse en su actual y ventajosa posición. Está bien que, aunque tarde, al menos se le reconozca a la marca italiana su sinceridad, pues siempre han dicho que la Scuderia es lo primero; lo cual conlleva que no se está hablando sólo del Campeonato de Marcas, sino también de que uno de sus dos pilotos sea Campeón del Mundo y, si es posible, que el otro sea subcampeón.

Pero, para llegar a esta favorable situación, ha hecho falta que Luca de Montezemolo cogiese las riendas y le recordase a Felipe Massa que, por mucho que el mercado brasileño y la factoría que allí tiene Fiat sean muy importantes para la firma turinesa, Ferrari es Ferrari y los campeonatos son los campeonatos. Y entre sus resultados, que cada vez le han ido distanciando más y más de la cabeza (ahora está a 88 puntos de Alonso) y las dotes “persuasivas” de Montezemolo (cuando él habla no es como si lo hace Domenicali, sino que trae consecuencias), Massa ha acabado dando el brazo a torcer y ha admitido que colaborará para que Alonso consiga el campeonato. Lo cual quiere decir, como Alonso ya pidió desde hace un par de carreras, que se dedique a restar puntos a los demás, procurando intercalarse entre Alonso y el resto; todo ello, naturalmente, dando por supuesto que los dos Ferrari puedan situarse por delante de al menos alguno o varios de los McLaren y Red Bull, porque tampoco puede venderse la piel del oso antes de cazarlo. Pero lo más digno de estudio es el comportamiento de los integrantes de estas otras dos escuderías rivales, y también algunos comentarios de eso que aquí llamamos la prensa internacional.

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Dentro de lo que cabe, la toma de postura por parte de los cuatro pilotos resulta relativamente lógica, aunque unas más coherentes que otras; las que no tienen desperdicio son las de los jefes de escudería, y por ello las reservamos para el final. El más sincero y razonable, sobre todo desde su propio punto de vista, es Mark Webber, que ya ha demostrado en más de una ocasión que no tiene pelos en la lengua; lleva varias carreras, desde que en Bélgica consiguió situarse 28 puntos por delante de su compañero Vettel, insinuando muy claramente que le consideren como primer piloto. Eso, tras del puntazo que lanzó en Silverstone, cuando le quitaron el alerón delantero nuevo para ponérselo a Vettel, diciendo que el triunfo que consiguió, a pesar de todo, “no estaba nada mal para un segundo piloto”. Pero está claro que el ojito derecho de la escudería es el joven alemán, y por mucho que diga el australiano, ya Horner ha comentado que el equipo Red Bull se está configurando alrededor de Vettel para unos cuantos años, habida cuenta de que, por edad, Webber ya está al final de su carrera. Así que, pese a estar relegado a 25 puntos de Alonso y 14 por detrás de su compañero de equipo, Vettel ha declarado que “nada va a cambiar mi planteamiento para las dos carreras que quedan; lucharé hasta el final”.

Lo de McLaren, en teoría, debería estar muy claro; a falta de dos carreras y con un máximo de 50 puntos a conseguir (y hay que descontar los que puedan conseguir los rivales), Hamilton está mucho mejor situado que Button para intentar un desesperado asalto al título, ya que está a 21 puntos de Alonso, mientras que Button está justo al doble, a 42 puntos. Por ello, y en su habitual tono melifluo de tirar la piedra y esconder la mano, Hamilton se ha limitado a declarar que “sería fantástico tener el apoyo de Jenson; habría que preguntarle a Martin Whitmarsh qué es lo que piensa respecto a lo que Button debería hacer”; o sea, que le pasa la patata caliente al jefe del equipo. Pero Whitmarsh está atado de pies y manos por la supuesta tradición de McLaren de tratar por igual a sus dos pilotos.

Lo cual ha dado lugar a un divertido ballet de declaraciones entre Button y Whitmarsh, que voy a intentar poner en orden más o menos cronológico. Nada más acabar la carrera, y hundido tras los cero puntos cosechados, que le dejaban a 42 de Alonso, Button declaró, a preguntas de si todavía se consideraba aspirante al título: “Realmente, no. Nunca hay que decir nunca jamás, pero a falta de dos carreras, y teniendo en cuenta lo atrás que me he quedado, va a ser muy difícil desde esa posición; está prácticamente perdido. Sigue siendo matemáticamente posible, aunque o estoy a muchas millas de distancia; pero seguiré peleando”. Y a la pregunta de qué haría si le pedían que ayudase a Hamilton, respondió de un modo sibilino: “Espero que ni lleguen a formularme la pregunta”.

No obstante, Whitmarsh vio el cielo abierto ante el reconocimiento de su mala situación por parte de Button, y se lanzó a declarar lo siguiente, también al poco de acabar la carrera: “Nuestra estrategia está muy clara: no tenemos nada que decir a nuestros pilotos. Voluntariamente, Jenson apoyará a Lewis, porque sabe que le hemos tratado justamente todo el año y que sólo con un milagro podría ganar”. Y en vista de ello, Button acabó diciendo que, bueno, que sí que ayudaría. Pero al día siguiente, recapacitó sobre lo que había admitido un poco alegremente y digo se convirtió en Diego: “Eso lo dije sin pensarlo demasiado, todavía en el calor de la carrera; pero mientras tenga posibilidades matemáticas, lucharé por el campeonato (o sea, al menos en Brasil). Los campeonatos no se ganan admitiendo la derrota de antemano. Cuando ya no tenga posibilidades matemáticas, ayudaré a Lewis”. Con lo cual Whitmarsh se quedó colgado de la brocha e intentó arreglarlo del modo siguiente: “Discutiremos muy pronto la estrategia, antes de llegar a Brasil”; genial, porque si esperan a que acaba la carrera, ya poca estrategia les queda por discutir. Y lo redondeó, para quedar bien, de este modo: “Lewis sigue en la pelea. Para Button no es matemáticamente imposible, pero lo tiene muy difícil”. Pura evidencia.

No obstante, y para desviar el fuego hacia el enemigo, el bueno de Martin Whitmarsh se metió en el siguiente charco: “Respecto a Red Bull, la lógica dicta que deberían poner todos los huevos en la cesta de Webber; pero el corazón de este equipo late por Vettel. Y como ha habido mucho malestar con el tema, no espero que hagan ninguna declaración al respecto”.

A buen sitio fue parar, y menudo es Chris Horner para hacer declaraciones. Así que no tardó en replicar: “No hace falta ser muy listo para comprender que Button tiene que apoyar a Hamilton; si yo estuviese al cargo de ese equipo, Button quedaría relegado al papel de escudero de Hamilton. En nuestro caso, Vettel todavía tiene luz verde para atacar, sin ayudar a Webber”. Con lo cual mató dos pájaros de un tiro: replicó a la intromisión de Whitmarsh en la estrategia de Red Bull y aprovechó para volver a dejar claro, si es que hiciese falta, que Vettel es y seguirá siendo el número uno en Red Bull. Y para dejarlo más claro, remató con lo siguiente: “Discutiremos la estrategia antes de Brasil (otro con la misma canción); todavía no he tenido tiempo de calcular los posibles escenarios y las matemáticas (como si sumar y restar puntos exigiese cálculos con logaritmos neperianos). Por el momento, nuestra estrategia será apoyar por igual a ambos pilotos. Estaría mal pedirle ahora a Vettel que apoye ya a Webber. Nadie tiene una bola de cristal, y ya hemos visto, con Alonso, cómo las cosas evolucionan sorprendentemente. Este campeonato no acabará hasta que se complete la última vuelta en Abu Dhabi y nuestra estrategia permanece inalterada: seguiremos compitiendo a fondo con los dos pilotos hasta el último momento”. Al margen de la común tontería de ambos jefes respecto a lo complicado de calcular probabilidades, algo de lo que dice es cierto, pero con la diferencia de que cuando Alonso empezó a hacer cambiar las cosas (en Monza) quedaban seis carreras y ahora quedan sólo dos.

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Por eso mismo, ahora ya son muchos los que no piensan como Chris Horner, y como muestra, empezaré reproduciendo un párrafo de un comentario sacado de una web británica: “No hace falta ser un científico aeroespacial para discernir que uno de los dos pilotos de Red Bull (Webber) tiene muchas más posibilidades que el otro (Vettel) de superar a Alonso, y el sentido común indica que permitir que Vettel siga compitiendo contra Webber, y restándole potencialmente puntos, puede acabar costándoles a ambos los laureles. Se podría decir que Red Bull está abocándose al peligro de cometer un suicidio si no ponen ya todo su peso en apoyo de Webber; pero con el recuerdo de lo ocurrido en Estambul y Silverstone todavía fresco en la memoria, el planteamiento de Horner de que el equipo de la bebida energética continuará permitiendo que ambos pilotos peleen entre sí, da pie para ponérselo muy fácil a los creyentes en la teoría de la conspiración” (o sea, que hay que hacer lo imposible para que Vettel quede por delante y, si es posible, consiga el campeonato, aun a riesgo de perderlo ambos).

Entre las voces discordantes con la política de Red Bull podemos encontrar la de Giancarlo Minardi, atento seguidor, aunque ya desde fuera, de lo que ocurre en el circo de la F.1: “Lo que le ha ocurrido en Corea a Red Bull debería hacerles reflexionar, porque con una estrategia de equipo estarían actualmente liderando el campeonato, o al menos no tendrían el actual déficit de puntos. Con la limitación de unidades disponibles, los componentes mecánicos básicos (motores y transmisiones) están forzados al límite, y en las dos últimas carreras veremos quién ha trabajado mejor. Por esto me parece que la estrategia de Red Bull ha sido una locura; ahora se sienten obligados a recuperar puntos con ambos pilotos a la vez”.

Opinión que también comparte el antiguo piloto de Ferrari, Jean Alesi: “Hace tiempo que Red Bull debió haber establecido una estrategia. Así se encuentran ahora como están, teniendo como tienen el mejor coche”. Y en ello abunda Joan Viladelprat, ahora en Epsilon Euskadi y veterano de diversas escuderías de F.1: “No ha habido solidaridad hacia Webber, y ahora se les va a escapar el título”. Y también a dúo, los hermanos Schumacher proclaman: “Red Bull tiene que dar órdenes. Tienen que jugar una sola carta, la de Webber; Vettel debe coger puntos, pero dejar por delante a Webber. Lo sentimos por Sebastian (alemán, como ellos), pero si lo hubiesen hecho hace tiempo, como ha hecho Ferrari, ahora las cosas no estarían así”.

El que no está de acuerdo (por algo es austriaco, y ex-accionista de Toro Rosso) es otro antiguo piloto de Ferrari, Gerhard Berger, que sale con lo siguiente: “Algunos equipos, como McLaren o Williams, funcionan como negocio, y entonces se justifican las órdenes de equipo. Pero Red Bull sólo busca promocionar sus productos, y la F.1 es sólo una plataforma deportiva publicitaria. Y con un enfoque deportivo, no se puede estar, durante toda la temporada, haciendo tácticas. Y esto los aficionados lo agradecen”. Al margen de que a Ron Dennis y Whitmarsh les tendrían que dar el frasco de las sales por llamarles negociantes, el planteamiento lírico de Berger tiene dos fallos: por una parte, el enfoque limpiamente deportivo (que no ha sido limpio, como se vio en Silverstone con lo del alerón), tampoco es deportivo, sino buscando promocionar al germánico (y sin duda más que prometedor Vettel) frente al veterano Webber, que pese a su apellido, viene de Australia. Y en segundo lugar, lo razonable sería que la táctica no se aplique a un teórico primer piloto por el mero hecho de serlo o que tenga una ficha más cara, sino al cabo de unas cuantas carreras, cuando haya desbancado claramente en puntuación a su compañero.

Pero con lo que Berger la ha podido liar parda ha sido al recoger y reinterpretar unas palabras de Nico Rosberg, que estaba lógicamente muy enfadado al haber sido eliminado de la carrera por el “trompo” de Webber. Lo que Rosberg había dicho era lo siguiente: “No comprendo por qué Webber no bloqueó los frenos, una vez que ya se había salido. Resulta increíble dejar que el coche rebotase a través de la pista del modo que lo hizo”. Y lo que Berger ha hecho, apoyándose en ese comentario, es sugerir que Webber intentó, ya que se había salido, eliminar a alguno de sus rivales para el campeonato, puesto que él creía que quienes le seguían eran Alonso y Hamilton, cuando en realidad Rosberg acaba de superar al de McLaren. Así es como lo cuenta Berger: “Hubiese podido aplastar el freno y parar el coche. Se llevó por delante a Rosberg, pero equivocadamente. Creo que, en su fuero interno, hubiese preferido a Alonso o Hamilton”. Y preguntado para que aclarase un poco más si creía que había sido deliberado, Berger insistió: “Sí, creo que todo está muy claro. Se sale y ya sabe que para él todo se acabó. En ese momento estás frustrado y te pasan miles de cosas por la imaginación. Resulta obvio, y se puede apreciar que sus ruedas no están bloqueadas. Tal vez hubo un problema con los frenos, pero no lo creo”. En los peores momentos de Michael Schumacher, se podría haber sospechado algo similar (lo de la Rascasse en Monaco, para fastidiarle la “pole” a Alonso, por ejemplo); pero de un tipo como Webber, se podría pensar, pero no decir.

En cualquier caso, resulta fascinante escuchar a dos jefes de equipo, y a personalidades relevantes del mundillo de la F.1 hablando con semejante desparpajo de órdenes de equipo, cuando no de actuaciones poco menos que delictivas, cuando con ocasión de lo de Hungría tan sólo unas pocas voces se levantaron (muy significadas algunas de ellas, ciertamente) para defender la postura de Ferrari, un simple “levanta un poco el pie, y déjate pasar, sin estar a pique de iros fuera, como hace unas vueltas”. Al acabar la temporada, parece ser que este tema va a reconsiderarse y a darle una nueva redacción, o incluso eliminarlo, y Santas Pascuas. Pero lo realmente curioso es cómo han variado las posturas al llegar al final de temporada, y darse cuenta de que dichas tácticas, órdenes o estrategias pueden ser vitales para defender los intereses tanto de los equipos como de aquellos de sus pilotos con más probabilidades de lograr el título.

Un objetivo y frío análisis del tema es el de este otro editorial, tomado a su vez de otra web, también británica: “El dramático giro de los acontecimientos del domingo en el GP de Corea parece estar exigiendo tanto a Red Bull como a McLaren que pongan todo su peso detrás de su candidato mejor situado en la tabla, pero ninguno de los dos se manifestó en forma clara al respecto al acabar la carrera. Por más que siga insistiendo, de puertas para fuera, en que el título de Constructores (en el que sigue aventajando a McLaren en 27 puntos) es tan importante como el título individual, Red Bull necesita reconsiderar seriamente sus opciones antes de permitir que Vettel compita contra Webber en Interlagos, especialmente ahora que el australiano se ha quedado por detrás de Alonso en número de victorias (clave en caso de empate a puntos). El triunfo del español en Corea ha elevado a cinco el número de sus victorias, una por delante de Webber, y dos de Vettel y Hamilton. De permitir a Vettel que pelee contra Webber y se lleve la victoria tanto en Brasil como en Abu Dhabi, incluso los segundos puestos no serían suficientes para que el australiano desbancase a Alonso si el piloto de Ferrari hace podio en ambas ocasiones. Si, por el contrario, Webber vence en las dos carreras, incluso dos terceros puestos de Alonso (con Vettel por en medio) ya no serían suficientes para impedir el triunfo del australiano de Red Bull”.

Si esto no es todo un razonado himno triunfal a mayor gloria de las tácticas de equipo, que venga Dios y lo vea; más vale tarde que nunca para que la venda se les vaya cayendo de los ojos a los que antes abominaban de semejante estrategia. Y, por cierto, parece que al meticuloso editorialista le ha sobrado tiempo para echar las cuentas que a Whitmarsh y Horner les van a llevar hasta poco menos que hasta los entrenamientos de Interlagos. En fin, así están las cosas, y que me perdonen los lectores por confirmar, al cabo de bastantes meses, aquello de “ya lo dije yo”.