He cogido el Volkswagen Golf de la prueba de larga duración únicamente un par de veces para llevar a algún compañero de la redacción a buscar un coche de prensa para las pruebas o para acompañar a alguna sesión de fotos. Pocos kilómetros como para sacar conclusiones muy profundas. Eso sí, suficiente como para saber que el Golf me gusta, me gusta mucho. Me gusta su diseño, su motor, su cambio y su suspensión.

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Hoy he tenido mi tercera breve experiencia con él. De nuevo para ir a recoger un coche de prensa (Mazda3). Apenas 60 km. Me ha servido para confirmar que me gusta. Pero no sólo para eso. ¿Por qué? Porque he sido el miembro de la redacción de km77 que ha descubierto el primer rozón del Golf (que no en ser el primero en rozarlo). Es muy pequeño, sólo son dos centímetros, pero duelen. Está en la parte alta de la puerta trasera izquierda. Parece la típica rozadura del compañero de garaje que abre la puerta sin cuidado. O de un desaprensivo con una llave. No sabemos dónde nos lo han podido hacer, pero está claro que nos ha dolido.

No es lo único que desluce el aspecto de nuestro Golf. A principios de esta semana descubrimos que la zona blanca de la matrícula delantera se está despegando. Nada importante.

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Confiemos en que no nos suponga ningún problema con la Guardia Civil, aunque igual piensan que la hemos modificado para evitar los radares. Nada más lejos de la realidad.

Espero que la próxima vez que conduzca el Golf pueda dedicarme más a disfrutar de él, a viajar, a que siga conociendo España. Es imposible que un coche que pasa por tantas manos, que recorre 10.000 km al mes, no se desgaste (en todos los sentidos) pero da tanta rabia encontrarse daños hechos por terceras personas… Está claro que es algo que tenemos que asumir. No queda otra.

Jaime Arruz