Peter Lynch, inversor legendario, dijo que para seleccionar las empresas de tu cartera sólo hay que soltar a unos chicos en un centro comercial con unos dólares. Y claro está, hay que invertir en los fabricantes de los productos que compren.

Un conocido mío, responsable de márketing de una multinacional española de alimentación, sostiene que él no presta atención a los estudios de mercado. Dice que le sobra con llenar la nevera de su casa con los productos de futuro lanzamiento y observar la velocidad con que sus hijos la vacían.

Lo que me lleva a hablar de mi último viaje en el Golf. Ida y vuelta de Madrid a Barcelona.

Llegué a Barcelona de madrugada. Fui oyendo un especial sobre Sudáfrica y Nelson Mandela. La voz de Àngels Barceló no tenía ni mucho menos la calidez que tiene en la radio de 109 € que tengo en la cocina. Tampoco la claridad de la voz que le he oído en la fila de atrás del avión en algún puente aéreo común. Ella no lo sabe, pero hemos viajado juntos al menos cinco veces y compartido Vips al menos una. No puedo ir a dormir sin saber con qué profesor de universidad extranjera ha comido Ramoneda cada día…

Era tarde y no quería dormirme. Puse emisora de música disco: Flaix algo. Volumen alto. Ahí los altavoces se hundieron en la miseria irremisiblemente.

Al llegar aparqué en un mega párking que tiene cientos de plazas y salida a tres calles del ensanche barcelonés. El Golf rascó suelo al finalizar cada rampa a pesar de ir a uno por hora. Nunca había conducido otro coche que rascara ni soy consciente de haber oído rascar a otros coches en las miles de veces que lo he visitado. (En los dos párkings de Madrid no ha rascado.)

Sigo maldiciendo los asientos. Estrechos y blandos. Me senté en unos del Golf dospuntocero. Ésos sí me gustan.

Queda claro que no optaba por el acabado Sport.

Aunque la mejor valoración del coche la dio un pasajero al que le di una vuelta. Al medio minuto de subirse, dijo: “este coche no hace ruido”. A los cinco minutos, añadió: “este coche es muy silencioso”. Le cautivó el silencio. Normalmente va en un Touran diesel aunque muchas veces en coches gasolina nuevos. Era mi sobrino de siete años a quien nadie había incitado a hablar sobre el coche.

Mi sobrina, de cinco años, valoró muy positivamente que el GPS se manejara con los dedos y no como en su Touran. Cualquiera de los dos hubiera podido destacar el rojo chillón pero no, hablaron justo de lo que destacan las notas de prensa de Volkswagen como puntos fuertes del nuevo Golf.

Mi otro sobrino, de dos años, iba dando indicaciones a la ambulancia que pasaba por allí que si no me dice algo sobre el cambio DSG.

Visto lo cual, al día siguiente pedí a mis sobrinos que me llevaran al Salón del Automóvil y ya hemos quedado en que me escribirán el siguiente post…

Joan Llorach