Personas que me quieren me cuestionan que en el artículo que publiqué titulado «En SEAT nos mienten» transcribiera una parte de la conversación telefónica que mantuve con el director de comunicación de SEAT, Fernando Salvador. Me lo dicen, en parte, porque sufren por mí. Les parece que publicar un texto así puede acarrear malas consecuencias para mí y para km77.com. «Es demasiado directo«, me dicen. Lo mismo para el titular: «Podías haber dicho lo mismo de una forma más suave«, me recriminan.

Relacionado con este asunto, el pasado 18 de octubre apareció un artículo en el NYT, que se titula «¿Debemos poder ver todo lo que un policía ve?» (Traducción libre).

A raíz de ese título y de este artículo, me hago la misma pregunta ¿Debemos los lectores poder ver, oír y saber todo lo que un periodista ve? ¿Qué debe contar y qué no debe contar un buen periodista a sus lectores? A diferencia de las cámaras de los policías, que lo graban todo, los periodistas no lo grabamos todo, pero normalmente  sabemos  más de lo que contamos. ¿Por qué? Uno de los motivos por los que los periodistas no contamos algunas cosas es porque consideramos que no tienen interés para los lectores. Otro de los motivos es que recibimos presiones (de anunciantes, de amigos, de los colegas, de la costumbre) para dulcificar o incluso esconder aquello que pueda molestar, hacer daño a otros o simplemente sonar demasiado directo.

Uno de los argumentos habituales de las empresas, para intentar que no publiquemos determinadas informaciones, es: «Si publicas esto pones en juego muchos puestos de trabajo«. Mi respuesta es siempre la misma: «Si no lo publico pongo en juego el dinero de mis lectores que podrían gastarlo sin conocimiento de la verdad que yo sí sé y los lectores son los únicos por los que tiene sentido crear un medio de comunicación. Además, también pongo en juego los puestos de trabajo de las empresas en las que lo hacen mejor. La competencia es así«.

«Suavízalo«, me dicen quienes me quieren. Pero no hay más argumentos para buscar la suavidad que el miedo a generar controversia. El problema es que los sujetos de la información (empresas, organismos públicos, autoridades, famosos, quien sea) se aprovechan de esa tendencia a evitar el enfrentamiento para mentir, para esconder la verdad. Para mangonear.

¿No contaría yo en una cena familiar la conversación con el director de comunicación de SEAT si a mi familia le interesara este asunto? ¿No contaría yo a mi hermana que en la prueba de esquiva a un SsangYong le fallaba el ESP y que no se encendió ningún testigo en el cuadro de instrumentos cuando me mostrara interés por ese coche? ¿No le contaría yo a mi hijo que se fuera a comprar un Renagade que en dos unidades que hemos probado las ruedas traseras se levantaban del suelo cuando frenábamos a tope de nuestras fuerzas? Claro que se lo contaría, sin dudarlo ni un segundo.

Mi criterio para saber qué publicar y qué no en una información relacionada con coches me lo formo con esta pregunta sencilla. ¿Si mi madre (hermana, hermano, novia, novio, hijo…) estuviera interesada en comprarse ese coche, qué le contaría y qué no?

Nosotros, como periodistas, no podemos tener ningún privilegio de conocimiento sobre nuestros lectores. Somos correa de transmisión. Tenemos que valorar qué les interesa y qué no. No podemos hacerles perder tiempo ni conducirlos a engaño. Todo aquello que sabemos y que consideramos relevante para los lectores, todo aquello que tenemos contrastado, lo tenemos que poner en su conocimiento. Igual que haríamos con nuestra madre si estuviera interesada en estos asuntos.

Sólo puede haber una excepción a esto. El off the record aceptado. Yo no aceptaría que me hablen off the record para asuntos que pueden interesar a los lectores. (En el caso de SEAT no me lo pidieron, no hubo necesidad de rechazarlo). Una conversación sobre asuntos profesionales de un periodista con un director de comunicación es una conversación pública por definición, salvo que las dos partes acuerden que es privada. Yo y cualquier periodista tiene que decidir si la extracta, si la publica entera o si la archiva en la papelera porque no tiene ningún interés. No hay diferencia entre que hable a un periodista a solas por teléfono a que le hable cuando esté en la radio en directo. Un periodista habla en nombre de un medio de comunicación. Eso lo sabe cualquier responsable de comunicación de cualquier empresa. Todo lo que se dice a un periodista, en una llamada expresa para confirmar, desmentir o perfilar un asunto, todo, es publicable sin la más mínima duda. Salvo si la conversación es un off the record aceptado por ambas partes.

Mi obligación es intentar que en km77.com todos los periodistas hagamos lo mismo. Decidir qué contarle y qué no a una madre es fácil, porque la conoces y sabes qué cosas le interesan y cuáles no. Cuando uno no escribe sólo para su madre tiene que pensar en más madres, en madres de amigos, en padres de amigos, en amigos propiamente dichos, en hermanas, en hermanos, en novias, en novios, en hijos, en gente a la que quiere…, es la única forma que entiendo que el periodismo puede ser útil a la sociedad. Es el periodismo que yo quiero hacer y el que yo quiero leer.

Todo lo que vemos y oímos como periodistas es en virtud de nuestra obligación con los lectores. No lo sabemos por nuestra cara bonita ni por lo amiguitos que somos del director de comunicación o del presidente. Sino porque tenemos lectores y a ellos se lo debemos.

El problema mayor de actuar así es que los medios que probamos coches dependemos de las empresas para realizar nuestro trabajo. Ellas son las que nos prestan los coches para probar, ellas las que nos invitan a las presentaciones de nuevos modelos, ellas las que ponen la publicidad para intentar convencer a los lectores de que compren sus coches. Ellas tienen herramientas para hacerte la vida más difícil.

A mí sólo me compensa hacer periodismo si puedo servir a los lectores para que realicen mejores decisiones de compra (en el caso del periodismo de coches). No tengo ningún otro motivo para hacerlo. Si algún día no soy capaz de hacerlo como quiero hacerlo, me dedicaré a otra cosa. Y aunque soy empresario, emprendedor o como se llame eso de poseer acciones de una empresa y buscar la forma de hacerla rentable, mi primera prioridad en esta empresa es reflejar la realidad cocheril de la mejor manera posible.

El principal objetivo de esta empresa es tener una herramienta para reflejar la realidad. Si no pudiera hacerlo, ¿de qué me serviría la rentabilidad?