Ya les he hablado aquí alguna vez de Lydia Cacho, periodista mexicana, defensora de los Derechos Humanos y activista luchadora contra la violencia y la impunidad de los políticos.

Conocí a Lydia hace poco más de un año en un viaje a México. Sus denuncias contra la pederastia y la corrupción son imprescindibles para que los ciudadanos de México puedan conocer qué ocurre en su país y puedan buscar herramientas para cambiar una realidad que atenaza. Su trabajo de periodista es en beneficio de todos los demás.

Cuando asesinaron a la periodista rusa Anna Politkóvskaya me maldije por no haberla conocido antes y por no haber sido capaz de hacer algo para ayudarle a salvar la vida. Llevo muchos años convencido de que el trabajo de un buen informador es el principal valor de los pueblos oprimidos por las tiranías y regímenes corruptos. No es fácil ser periodista valiente en México, donde la vida vale lo que un suspiro. Cuando un periodista que denuncia la corrupción pierde la vida, quienes más pierden son sus compatriotas.

Al regreso a España, tras mi viaje por México, un grupo de personas decidimos crear una fundación de apoyo a Lydia Cacho y de apoyo, por extensión, a todas las personas que denuncian irregularidades, impunidades, corrupciones y atentados contra los Derechos Humanos. Es la Fundación Lydia Cacho.

Somos una fundación modesta, de ciudadanos voluntariosos, convencidos de que los esfuerzos para cambiar las sociedades son necesarios para conseguir mejorar el bienestar de las personas que viven peor. Que si no nos esforzamos, la pederastia seguirá protegida en México cuando los pederastas sean personas de dinero y cercanas al poder, o que la trata de personas pasará impune ante una justicia reblandecida por los sobornos.

Durante el año de vida de la Fundación hemos recaudado alrededor de 4.000 Euros para ayudar a Lydia Cacho en asuntos que permiten mejorar su seguridad personal y apoyarla económicamente en los diversos procesos judiciales en los que está involucrada.

No escribo este artículo para pedirle a nadie que aporte dinero a la Fundación. No quiero que nadie se sienta inducido a aportar dinero. No me parece mejor aportar que no aportar. No me parece mejor aportar dinero a esta fundación que gastárselo en una entrada para ver el fútbol. Soy contrario a esas presunciones de superioridad moral. Lydia Cacho no es mejor persona por hacer su trabajo como lo hace que cualquier otra que se gane el dinero de forma legal. Y quienes participamos en la Fundación y nos dejamos dinero y esfuerzo no somos mejores que quienes no lo hacen. (Aunque pueda parecer evidente, quiero que se sepa que yo opino así)

Lo que sí quiero es que, si a alguien le apetece aportar dinero para defender a Lydia cacho, sepa cómo hacerlo. A mí me hubiera gustado saber cómo apoyar a Anna Politkóvskaya. Porque estoy convencido de que apoyar a quienes denuncian la corrupción nos beneficia a todos los ciudadanos.