Un responsable de prensa del Ministerio de Trabajo dice que se va a enterar de quién es un periodista para que no vuelva a pisar el Ministerio. Y además le dice que lo ha hecho «Mal, muy mal»

¿Cuál se habrá creído este señor que es su labor? ¿Por qué se cree con derecho a decirle a un periodista que va a impedirle que vuelva a pisar el Ministerio para hacer su trabajo? A los periodistas nos pagan nuestras empresas y la única opinión que debe importarnos es la de nuestros jefes y nuestros lectores. Estoy seguro de que a este periodista le importa un comino que este señor piense que lo ha hecho bien o mal. Pero que le amenace con no volver a pisar el Ministerio es inadmisible.

En un Ministerio, propiedad de todos los españoles, están obligados por ley a informar, no debieran impedir el paso a ningún periodista enviado por un medio legal. ¿Por qué se habrá creído este señor que puede el administrar la información que los ciudadanos queremos saber? Mi voto es para que lo echen inmediatamente de su cargo. No puede recibir ni un Euro de los ciudadanos (o la parte proporcional mía, al menos) a los que pretende privarnos del Derecho de ser informados libremente por quienes nos plazca.

Recuerdo que una vez, en 1995, en una rueda de prensa, le pregunté a Aznar en el Congreso sobre un posible pacto con Convergència i Unió para llegar a un Gobierno conjunto que sustituyera al del PSOE, mediante moción de censura.

«Hoy no corresponde hablar de eso», me contestó.

«Los oyentes de mi radio dicen que sí corresponde hablar de eso», me salió a gritos del alma y ahogué en la boca. No tenía experiencia en el Congreso y me callé furioso de rabia. ¿Por qué los servidores públicos deciden de qué informan y de qué no? Les pagamos el sueldo entre todos los ciudadanos para que gestionen en favor de nuestros intereses. Como son nuestros intereses, están obligados a informarnos y los periodistas estamos ahí para preguntar lo que entendemos que los ciudadanos queremos saber.

Con estos detalles, se hace tan evidente que los ciudadanos les importamos un carajo a los políticos, que lo único que quieren es su cargo, su sueldo y defender a su partido, que no entiendo cómo no somos capaces de barrerlos de esos puestos que ellos utilizan de forma tan miserable. Barrerlos con los votos y que desaparezcan para siempre.

Me enciendo cuando oigo a los políticos decir que defienden a sus partidos. «Hacemos esto por el bien de nuestro partido, al que todos queremos tanto», oí decir ayer a no sé qué político. ¿Pero cómo se puede querer a un partido político? ¿Cómo es posible que alguien defienda a un partido o a otro?

Lo único que puede importar a alguien sensato es la sociedad, el bienestar, las ideas, las personas, las medidas concretas. Un partido no significa nada para los ciudadanos. No queremos que los políticos trabajen por el bien de los partidos, sino por el bien de los ciudadanos que les pagamos el sueldo. Y no, no tiene nada que ver. Por mucho que se empeñen en decirnos que los partidos políticos son imprescindibles para que los ciudadanos vivamos mejor. Nadie nos creemos esa mentira. Es evidente que sin estos partidos y sus representantes viviríamos mucho mejor.