Para vivir, no queda más remedio que tener en cuenta el primer principio de la termodinámica.

No queda más remedio que transformar la energía de los núcleos atómicos en energía comestible. No queda más remedio que transformar la energía del sol en judías. La naturaleza hace una parte del trabajo. Los humanos tenemos que hacer el resto, porque con la recolección no hay para todos.

Lo decía la biblia: Ganarás el pan con el sudor de tu frente. Cuando Eva mordió la manzana creó el primer principio de la termodinámica (o el segundo, no me acuerdo) y con él la economía.

En esta transformación energética hay catalizadores. Bill Gates, por ejemplo, tan denostado, es un catalizador. Con el windows y el word, en mayor o menor medida, ha conseguido que todos hagamos esfuerzos menores para conseguir lo que antes nos daba la máquina de escribir y la regla de cálculo. Las ruedas son otro catalizador. Las infraestructuras, google, internet, los ordenadores y el tren son catalizadores. (Hay muchos más. Lo de Bill Gates es sólo un pequeño homenaje a una persona denostada que ha facilitado la vida a varios millones)

¿Es el dinero un catalizador en este proceso? Creo que no. El dinero no reduce la necesidad de trabajo para conseguir lo mismo. O mejor. Una parte del dinero sí es catalizador. El dinero que se utiliza como herramienta de transacción. Hay otra parte del dinero, la que corresponde al ahorro, el capital, que no es catalizador. En esta teoría de andar por casa que me fabrico yo para entender la economía, el dinero del ahorro no sabemos lo que es.

El ahorro es en teoría (en mi teoría) una energía potencial. Una energía que hemos ido acumulando durante años, para luego transformarla en energía cinética. Y queremos transformarla en energía cinética obteniendo rendimientos. Pero esos rendimientos no pueden salir del dinero por sí mismo, no pueden salir del capital, sino del trabajo (con más o menos catalizadores).

En los últimos años la única forma de darle valor al ahorro (en un mundo con mucho ahorro, que ha limitado el número de ideas originales, porque todo se puede copiar con facilidad ya que hay mucho dinero para invertir) ha sido crear pirámides con el dinero: burbujas. El dinero que equivale al ahorro de los ciudadanos está sobrevalorado. Porque en estos momentos no vale nada, no sabemos cómo invertirlo para obtener altos rendimientos.

Ahora, como en realidad no vale nada, el gobierno de EE.UU. decide rescatar otros «activos» que tampoco valen nada con dinero falso, fabricado con la máquina oficial. Dinero de mentira, fabricado con la misma máquina del dinero bueno.

¿Tenemos esperanza?

Sí, la de siempre, la de la física. La de transformar la energía con nuestro trabajo. No hay alternativa.

Así de fácil.