Ford nos ha invitado a un recorrido en un Focus Sportbreak 1.6 TDCI entre París y Frankfurt a cuatro blogueros españoles. ¿Por qué entre París y Frankfurt y por qué a cuatro blogueros españoles? No se lo sé decir. Es así.

Esta mañana hemos salido de París. Es una ciudad que me enamora. No sé si sería capaz de vivir, no sé si sabría adaptarme, no sé si los parisinos y las parisinas me acogerían bien. Sólo sé que es una ciudad que me enamora en cada esquina.

Además tiene adoquines y no son terriblemente molestos. En Madrid los adoquines han desaparecido de todas las calles. De casi todas. Todavía debe de quedar algún reducto de adoquín. Es entendible que en Madrid hayan desaparecido. Los adoquines de Madrid eran irregulares e insoportables. Insoportables en coche y peligrosísimos en moto porque resbalaban mucho. En París, que llueve mucho, deben ser de otro material, porque no parece que sean tan resbaladizos y lo que sí son es mucho menos incómodos. No están llenos de baches ni son cada adoquín una montaña. Una superficie de adoquines no es una sucesión de montañas, de colinas que hay que subir y bajar cada diez centímetros. En París, el adoquín es una superficie menos cómoda que el asfalto, pero suficientemente cómoda y mucho más bonita, dónde va a parar.

Aquí los Campos Eliseos con la Plaza de la Concordia al fondo. Y los adoquines en Los Campos Eliseos

Paris. Plaza de la Concordia. Place de la Concorde

En este recorrido organizado por Ford, me ha tocado (después de ejercer presión) compartir coche con Noemí Alonso, periodista de «autocasion.com». Ahora, mientras ella conduce entre Reims y Metz, a donde llegamos esta noche, yo escribo y subo las fotos al blog. Vamos a 100 kilómetros por hora en la autopista y llevamos un promedio de consumo de 4,5 litros cada 100 kilómetros.

El medidor de consumo estaba a cero en la salida. El coche sólo tenía 3692 kilómetros.

Ford Focus. Inicio del viaje.

A unos setenta kilómetros de París hemos llegado a estar con un consumo de 3,5 litros cada 100 kilómetros. Hacíamos trampa. Íbamos más o menos a 80. Luego hemos corrido más y hemos dejado el coche con 4,3 litros después de dos recorridos urbanos, que penalizan. Ahora, por la tarde, vamos más deprisa. Noemí conduce muy bien, con mucha suavidad. Si lo tienen en cuenta, que no estamos seguros, creemos que ganaremos la prueba de consumo.

Ford Focus. Consumo bajo.

Estas cifras de consumo han hecho que crecieran todas las plantas verdes de la instrumentación del Focus y que nuestro coche nos otorgara el premio a los pilotos más ecológicos del mundial.

Ford Focus. All green.

Aquí el reconocimiento por escrito:

Ford Focus. Eco Champion

Aunque Noemí y yo hayamos venido aquí con el único objetivo de ganar (si no, para qué íbamos a jugar), esto no está montado para nuestro lucimiento personal. Al menos no para el mío. Ford ha organizado este recorrido con blogueros de toda Europa porque: “queremos demostraros lo modernos, avanzados y tecnológicos que somos, no sólo en el producto, también en la comunicación”. Yo sé que esas cosas no hace falta decirlas, que se demuestran o no se demuestran. Aun así, lo dijeron y, como lo dijeron, yo se lo cuento a ustedes, para que lo sepan.

Nos han provisto de un módem para que utilicemos en el coche y nos ponen pruebas para ver quién de todos los participantes consigue mejores notas. No sabemos si tendrán en cuenta el consumo durante los dos días o sólo durante un recorrido determinado. Tampoco sabemos si la velocidad influye en esta prueba de consumo o si podemos ir tan despacio como nos plazca. Nosotros, por si acaso, lo hacemos lo mejor que sabemos.

Mientras escribo eso de hacer las cosas lo mejor que uno sabe, recuerdo que esta mañana estaba leyendo Fortunata y Jacinta en la cama y que no me importaría escribir ahora con la capacidad que escribía Galdós, pero como eso va a ser imposible, me dedico a probar y escribir de coches, a consumir poco y a hacer fotos.

Las pruebas de esta mañana han consistido en encontrar y fotografiar una estatua, en comprar un queso y en fotografiar una catedral. Nosotros no hemos comprado el queso (nos hemos quedado con los cinco euros que nos han dado para comprar el queso, que nos venían muy bien), pero sí hemos hecho las fotos que nos pedían. Se las pongo aquí como adivinanza. ¿En qué localidad está realizada cada una de estas fotografías?

Estatua

Catedral

Para llegar a la estatua y a la catedral nos han dado pocas pistas. Mientras yo conducía, Noemí ha buscado y encontrado todos los puntos clave para llegar y fotografiar las pruebas. Por una vez no llevamos GPS en el coche.

La geolocalización de Noemí ha sido mediane un GPS de papel, a la antigua usanza:

Mapa de carretera

Con el respaldo digital de Google maps.

Copiloto a los mandos

Mientras Noemí guiaba, yo conducía y como iba muy despacio me he entretenido a mi manera. (¿Han visto ustedes la obra de teatro Arte? Se la recomiendo. El tratamiento del “muy” es magnífico en esa obra.)

Un entretenimiento: esta foto para mostrar el detector de objetos, que nos adelantan, en el punto muerto.

Ford Focus. Retrovisor

Como por la tarde ya no me tocaba conducir, al mediodía me he podido dedicar a otras alegrías. Ya se sabe, en Francia y por esta zona, el champán se sirve frío.

Champagne. Lallement-Deville

Estaba riquísimo y como es domingo he decidido beber sin freno, que ya había cumplido. Total, por la tarde sólo tengo que escribir y ya estoy acostumbrado a escribir con champán en el cuerpo.

Lo que no me esperaba yo es que al llegar al hotel tuviera que hacer una prueba de aparcamiento en la que contaba la velocidad a la que se hacía. Noemí me ha dicho que a ella el aparcamiento en línea no le sienta bien y yo, con mis copas de más, me he atrevido sin miramientos.

Me he subido al coche sin vergüenza, he puesto la marcha atrás y he arrancado a toda velocidad para meterlo en el hueco, cerca de el bordillo. Había tres factores que contaban: hacerlo rápido, no tocar ninguno de los dos coches que delimitaban el espacio y dejarlo cuanto más cerca del bordillo mejor. He fallado. Sólo puede ser culpa del champán. Un conductor infalible como yo no comete estos fallos. Lo siento Noemí, te prometo que no bebo nunca más. No se volverá a repetir. No vamos a ganar. La culpa es mía. Si ya lo decía la publicidad cuando yo era pequeño. «Conductor, siempre una copa de menos»