Presentación del Audi RS4 Avant. Austria. Durante el día damos vueltas al circuito Red Bull (Red Bull Ring) situado en Spielberg. (Estoy casi seguro de que es el circuito al que yo había llamado de Zeltweg durante muchísmos años). Además de en la pista, también probamos el coche en carretera.

Este es el coche que conduzco en carretera, con discos de freno de acero y llantas de 19 pulgadas.

Esta su ficha técnica, que no se ve bien, pero la publico porque aparecen todos los detalles.

Y éste su neumático: Continental SportContact 2 en medidas 265/35 x 19. Los discos de freno de acero con esa forma que en inglés denominan «wave form» y que según Audi les permite reducir 2,5 kilogramos el peso de cada disco de freno, en relación a un disco que no tuviera el reborde ondulado.

Una foto detallada del disco y la pinza de freno, con ocho pistones en las ruedas delanteras:

La unidad que conduzco en carretera tiene dirección con desmultiplicación fija (16,3:1). La unidad que conduciré en el circuito tiene frenos cerámicos y dirección con desmultiplicación variable. En parado, el coche con desmultiplicación variable da 2,2 vueltas de volante entre topes. El de dirección con desmultiplicación constante da 2,9 vueltas.

Este es el coche que llevo en el circuito:

Y ésta la llanta de 20 pulgadas, con el neumático Pirelli P Zero en medidas 265/30 x 20. En su interior se ven los discos de freno cerámicos, que tienen un diámetro de 380 milímetros, con pinzas de seis pistones. Los de acero tienen un diámetro de 365 milímetros y pesan 4,5 kilos más.

 

Uno de los principales problemas con una dirección de desmultiplicación variable, al conducir en circuito, donde necesitas una dirección muy precisa, es que en una curva de circuito la velocidad cambia constantemente y a causa de ello también varía la desmultiplicación de la dirección.

A medida que frenas, la dirección se hace más directa y te mete más hacia el interior de la curva. Cuando aceleras, se hace más y más lenta y tienes que girar más y más constantemente para ir al mismo punto. Es impresicindible hacer correcciones continuamente con el volante durante toda la curva para intentar llevar el coche por la trazada deseada, pero para un conductor es muy difícil contrarrestar continuamente los cambios de la dirección que el sistema aplica de forma automática.

Sin embargo, en el Audi RS4 Avant no ocurre. En ningún momento tengo la sensación de tener que hacer correcciones con el volante en las curvas del circuito y no lo entiendo, porque los coches que llevamos en la pista tienen dirección de desmultiplicación variable. Hay una curva de doble radio, con varias velocidades en la que se va siempre con con el volante girado y no hay que hacer correcciones. Tengo cierta prevención en las primeras vueltas, pero veo que no ocurre nada extraño.

Poco a poco me olvido de la dirección y disfruto del motor, que vale la pena. Es atmosférico, de ocho cilindros en V y sube hasta 8.500 revoluciones por minuto. Escandaloso verlo subir hasta esa altura. El cambio, de dos embragues, pasa de una marcha a otra con mucha rapidez. La dirección eléctrica tiene buen tacto. No llega a los niveles de satisfacción del Porsche 911, pero da buenas sensaciones. El circuito se me hace corto. No apuro en ninguna vuelta, pero lo disfruto. El coche tiene un paso por curva espeluznante. Seguro que se puede ir mucho más rápido de lo que yo voy, pero así es suficiente para mí. Entra muy bien en la curva y permite acelerar pronto. Un coche de carreras, en formato familiar, para disfrutar cada día.

* * *

Acabadas las pruebas, toca cena. Audi nos lleva a un restaurante encuadrado en el mismo proyecto que el circuito, todo agrupado en www.projekt-spielberg.at.

Y como no saben qué hacer para tenernos entretenidos a los periodistas, nos proponen que vayamos a la cocina a ayudar al cocinero. Para mi sorpresa, muchos periodistas nos apuntamos. Me he venido sin la cámara de fotos. Hoy, por esas cosas extrañas de la vida, había decidido dejar de trabajar en la hora de la cena. Voy siempre con la cámara a cuestas y hoy me la dejo en la habitación. Sólo me queda el teléfono. Serán fotos malas, pero será mejor que nada.

En la cocina me encuentro con Matthias Noethling, que es el «Technical project Manager del RS4 y del RS5», un viejo conocido del día de hoy. En el circuito le he dado la lata para que me explicara como funcionaba el diferencial central del RS4. Me recibe con cariño y me invita a vino antes de empezar a cocinar.

Inmediatamente me dice que sin delantal no puedo cocinar. Él ya lo lleva puesto. A mí también me toca.

 

No sólo lleva el delantal. También los guantes de súper cocinero feliz y la copa de vino.

Me presenta al cocinero estrella del lugar, que es famoso en Austria entera, me asegura Matthias. Se llama Christian Silmbroth. Su traje no es prestado.

 


Yo, con los guantes de cocinar puestos y pertrechado con el teléfono, decido mostrar mis guantes que por algo me los he puesto. En esta cocina no hay que lavarse las manos.

 

Matthieu Balzer, responsable de calidad de los proyectos Audi RS, también está a los mandos, con un soplete en la mano y una copa cerca. Quizá no sea suya.

 

 

Estoy rodeado de alemanes y austriacos. Necesito o que alguien me rescate o ponerme a cocinar. Elijo ponerme a cocinar. Matthias Noethling, el responsable técnico, se pone a preparar conmigo el plato. Tenemos el menú delante.

 

 

Rápidamente llega el chef, que nos ve ansiosos por trabajar y nos explica el plato. Primero ponemos la crema de calabaza, con una cuchara, en pelotón, sobre el plato vacío. Con la misma cuchara presionamos y extendemos. (Estaba demasiado apurado atendiendo para como hacer fotos de cada paso) Segundo, ponemos el canelón sobre la zona más abundante de la crema de calabaza extendida. Después, unos daditos de calabaza, queso de cabra esparcido y tres rodajitas de los canelones estratégicamente repartidas. Todo está preparado en diferentes bandejas y boles. Sólo es necesario emplatar. Matthias y yo lo hacemos con maestría. Poner todos los elementos en el lugar correcto requiere una capacidad inusitada. Lo conseguimos. Un adorno final y ya está listo para ser comido. Las hordas de camareros se lanza a por nuestros platos. En las mesas rugen los comensales. El bramido de los clientes llega hasta la cocina. Nos quitan los platos de las manos para ponerlos en la bandeja. Un forcejeo me permite retener el último para hacerle una foto. Nuestra obra:

 

En esta cocina, supongo que en todas, aprendieron de las técnicas de Ford. La producción es en serie, con mucho mimo.

 

El calor de nuestro gran esfuerzo nos empuja a buscar una salida a la calle. ¡Qué calor hace en las cocinas! Matthias y yo celebramos efusivamente nuestro logro y hablamos de vino para brindar y aprendo que «Zum Wohle» (a su salud) es el brindis que utilizan los alemanes en ocasiones señaladas. Sorbo a sorbo nos enzarzamos en una charla en la que hablamos de cocina, de vinos, del circuito Red Bull e inevitablemente de coches.

Matthias me cuenta que los coches en los que hemos dado vueltas hoy en el circuito pertenecen al parque de coches del departamento de comunicación, pero que los Pace Car con los que nos guían las primeras vueltas son de su departamento y que por eso puede dar muchas vueltas al circuito. «Yo soy un hombre de carreras» me dice. «Me gusta mandar sobre el coche cuando estoy en un circuito. No soporto las ayudas electrónicas. Me gusta que el coche se manifieste con su naturaleza real, no con las intoxicaciones de la electrónica.» (La frase es una recreación de lo que me dijo, a esas alturas de la noche no tomaba notas)

En este momento de la noche, en la que ya nos hemos confesado todos nuestros pecados de amor y de lo que haga falta, me da reparo preguntarle por la dirección. Pero ya que él ha sacado el tema, no me queda más remedio. «Pregunta lo que quieras», por supuesto, me dice con una enorme sonrisa. «Hemos venido a trabajar».

Le cuento mis tribulaciones sobre la dirección y se le ilumina la cara. «Exacto. Son coches con dirección de desmultiplicación variable, que es muy buena para muchos casos. Pero no para un circuito ni para conducir de forma deportiva. Lo que hacemos es que mediante las posibilidades de ajuste que tienes en el cuadro de instrumentos, cuando eliges el modo «Dynamics», eliminamos elecrónicamente la desmultiplicación variable. Se queda una desmultiplicación deportiva, para que la dirección sea rápida, siempre la misma. Por ese motivo no has notado nada en las curvas del circuito».

A la conversación se han unido Stanislas, un periodista francés y un periodista austriaco. Hablamos de economía, política y vino.

Cuando llego a la habitación, antes de meterme en la cama, Audi me desea buenas noches.