Me llegan noticias de nuevos despidos en un diario español. No sé las cuentas de ese diario ni si existen alternativas.

Lo que sí sé es que de una situación difícil como ésta que vivimos sólo se sale trabajando. Trabajando significa que la mayor parte posible de personas tengan medios de producción a su alcance y que los utilicen. Desde una escoba para barrer (la limpieza es valor) hasta un teclado de ordenador.

Veámoslo desde una perspectiva marxista. De la teoría de la explotación del trabajador por parte del capital. Cuando un empresario despide a alguien, deja de «explotar» a ese trabajador, de obtener «plusvalías» de su trabajo. Mal negocio.

En el polo ideológico opuesto. Adam Smith: «Salvo los bienes naturales, la única posibilidad de crear riqueza es el trabajo». Cuando despide a alguien, el empresario pierde capacidad de generar riqueza para él y para los demás. Mal negocio.

A veces, es imposible mantener el empleo. Cuando no hay demanda, la oferta se pudre. Pero también es responsabilidad de las empresas, de todos, trabajadores y empresarios, de hacer atractiva su oferta para que haya demanda. La demanda pura no existe. Es imprescindible buscarla, con una oferta más atractiva. Y dejarse la piel, incluso sin cobrar y a riesgo compartido, para mejorar esa oferta. Dejar de producir es una catástrofe.

Yo no sé si nos damos cuenta de que todos estamos en la misma empresa, de que la diferencia entre capital y trabajo es inexistente. De que los trabajadores tienen tanta responsabilidad como los empresarios y viceversa.

Practican la indigencia mental los sindicatos cuando critican al capital porque «explota» a los trabajadores (el capital se queda con la plusvalía) y también lo critican cuando ese capital «despide» a los trabajadores (el capital deja de quedarse con la plusvalía). ¿Podrían dejar algún resquicio abierto?

A muchos de los empresarios de este país tampoco hay por dónde cogerlos. Pelotazos, privilegios, dividendos a corto plazo, empresas descapitalizadas, maltrato laboral al trabajador (su principal bien de producción)…

Necesitamos aire nuevo en las empresas. Esta situación de trabajadores y empresarios amorfos está enquistada y no funciona. Perdemos competitividad y ganamos paro. No salimos así de una crisis. Necesitamos riesgo y facilidades para contratar y despedir. Quitar los privilegios de trabajadores y de empresarios. Ventilar el panorama económico y laboral. Eso no se consigue con unas elecciones.

Se consigue con reformas profundas de la regulación laboral, reformas que traten a trabajador y empresario como adultos que son, con facilidad para abrir y cerrar contratos privados. Una reforma que abra el abanico de nuevos empresarios, de personas que asuman el riesgo de crear una empresa y de fracasar, que abra la posibilidad de mayor competencia.

En km77.com llevamos 11 años de historia y todavía podemos fracasar. No tenemos ninguna garantía de futuro. Tenemos que tenerlo claro cada mañana que nos levantamos. La única posibilidad que tenemos de no hundirnos es tener claro que podemos hundirnos en cualquier momento.

Las pérdidas económicas en 2010 van a ser cuantiosas. Aún así, nuestra plantilla se ha doblado en los tres últimos años, en los de la crisis, y seguimos contratando. Queremos seguir creciendo, apostar por hacerlo mejor cada día, con más información y de más calidad. Seguiremos contratando cuando haya oportunidades, porque hemos ahorrado en años buenos y tenemos fuerza y ganas de crecer. No queda más remedio que trabajar, que «explotarnos los unos a los otros» para que este panorama en deriva cambie de tendencia.

Si fracasáramos no se acabaría el mundo, pero no fracasaremos. Espero no equivocarme. El fracaso llega cuando se trabaja para sobrevivir. En periodismo, tenemos que trabajar para disfrutar, para darles la mejor información, para mimar cada detalle y para que ustedes, cuando nos leen, sean por lo menos tan felices como nosotros cuando preparamos la información.

O lo conseguimos o nos vamos para casa. Cada día que no lo conseguimos es un fastidio, pero no se vale rendirse. No queremos que aparezca en las reglas de nuestro juego. El único gran fracaso es no intentarlo con todas nuestras fuerzas. Si les hacemos felices a ustedes (un poquito), acabaremos encontrando la forma de poder vivir de esta profesión.

(¡Feliz Navidad!)