En los últimos días, el presidente del gobierno español ha tenido encuentros con mandatarios de cuatro países en los que está restringida la libertad de expresión: Italia, Rusia, Venezuela y Bolivia.

En estos cuatro países, uno de ellos de la Unión Europea, se habla de que existe formalmente una democracia. Pero no es cierto. En ninguno de ellos los ciudadanos tienen libertad para expresar libremente sus ideas y criticar a sus gobernantes.

Son alarmantes estas declaraciones de Hugo Chávez en una entrevista que publicó El País el pasado día 12:

«Yo quisiera ver si aquí llega alguien que no tenga inmunidad jurídica internacional. Imagínate que empieza a decir cosas en contra del Gobierno de España y contra el Rey y contra el presidente… Estoy seguro de que el Gobierno de España le va a invitar a que se retire de aquí. ¿Yo voy a ir a tu casa a sentarme en la sala de tu casa a insultarte a ti, a tu mujer, a tus hijos…? Me tienes que echar de la sala de tu casa. Que vayan allá a prestarse a un show en alianza con la oposición interna, porque eso fue lo que ocurrió, y a irrespetar la dignidad de un país… eso no lo puede aceptar nadie.»

En estas declaraciones, Chávez confirma que no existe libertad de expresión en su país. Lo peor es que lo justifica. Reconoce que no la hay y que está bien que no la haya. Evo Morales decía prácticamente lo mismo que Chávez en otras entrevistas. Berlusconi es más sibilino. Niega que exista ningún tipo de restricción a la libertad de expresión. No sé lo que dicen ni Medvedev ni Putin, pero sé lo que sucede en Rusia.

Cuando los gobernantes de un país se entrometen en los medios de comunicación, los ciudadanos tenemos motivos para preocuparnos seriamente por la salud de nuestra democracia.

Desde Franco, en España, todos los gobernantes se han entrometido en los medios de comunicación. Desde televisiones públicas vergonzosas (nacionales y autonómicas) a plataformas apoyadas o sustentadas por empresas amigas.

De momento, en España, y esperemos que dure, cuanto más han manipulado los gobernantes la televisión pública o más disparates han hecho con los medios de comunicación, peor les ha ido en las elecciones. Pero no estoy seguro de que exista relación causa efecto. Recuerdo que cuando la TVE de la época de Suárez era irrespirable, perdió las elecciones. Algo parecido sucedió con González y con Aznar. Seguramente el motivo de que perdieran las elecciones fuera otro. Pero no me quejo. Cuando los gobernantes españoles están desesperados, manipulan las televisiones públicas con absoluto descaro y esa manipulación no les sirve para ganar elecciones. Esa constatación para mí es un alivio. (En la Comunidad Autónoma de Madrid, la manipulación del gobierno de Esperanza Aguirre en Telemadrid ha sido descarada desde el primer día. Pero no en situación desesperada. Fue llegar y procurarse una televisión amiga, que se ha quedado sin audiencia, por cierto.)

El deber de los gobiernos de informar con transparencia y la necesidad de los ciudadanos de recibir información libre es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los gobernantes. El escándalo italiano debiera ponernos a todos en guardia. Berlusconi gana las elecciones por amplísimas mayorías, sí, pero esas elecciones, si no existe libertad de prensa y televisiones libres, no pueden considerarse legítimas.

En esta época convulsa de la comunicación, con la irrupción de internet y la fragmentación de las audiencias, la necesidad de que los ciudadanos mantengamos la cabeza fría y sepamos advertir las manipulaciones es fundamental para la salud de nuestra democracia.

Una época de crisis como la actual, con muchos ciudadanos en situaciones desesperadas, y una clase política poco estudiosa y sin escrúpulos, como la española, a la que sólo interesa el escaño y el puesto de trabajo, son el entorno ideal para que surjan propuestas populistas que inflamen los ánimos. Nuestra democracia está asentada sí, pero no sé si tanto. Las tensiones barriobajeras de los últimos días son indignas. Y no sólo suceden en España.

Vemos en otros países lo fácil que resulta aparentar las formas electorales y no mantener el fondo democrático de un Estado de Derecho, con todas sus garantías y libertades. A mi juicio, conviene que estemos alerta.