…o Mini Roadster Cooper S que no sé qué va antes.
En mi casa siempre hemos sido amigos del Mini; mi tía Pili tuvo uno de los primeros, en un color amarillo que era un espanto y mi madre tuvo un 850 de luxe aunque yo el luxe no se lo veía por sitio alguno. A veces me preguntaba si el luxe era tener puertas. No pude decir que fuese un coche divertido de llevar porque recuerdo que andaba poco haciendo mucho ruido y además un ruido desagradable, como a Apocalípsis, y botaba más de la cuenta.

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Visto subido en una escalera, gana


Cuando BMW se hizo cargo de Mini, fui muy escéptico con la nueva reedición del mito, que imagino lo sería por razones otras de las comentadas. Probé aquella primera generación Mini by BMW que si no recuerdo mal montaba el motor del PT Cruiser y salí decepcionado. Fue la versión Cooper y me pareció que no andaba mucho, que la dirección de asistencia eléctrica era zarrapastrosa, que al girar el volante emitía un ruido como de  despellejar gatos -no sé cómo suenan en ese menester, pero si sonasen de alguna manera sonarían como aquella dirección- y me irritaban el manejo del cambio y que el pomo tuviese el tamaño de una magdalena gigante y por tanto resultase difícilmente asible. También me molestó cómo la forma se supeditaba a la función y me pareció carcajeante el velocímetro central del tamaño de un tambor de lavadora que ha subsistido en las entregas sucesivas.

Primeras impresiones: interior

Empiezo mi rodadura con él. En el interior observo que el puesto de conducción es muy bueno: el cambio está a la altura idónea, tiene un buen accionamiento con alguna holgura pero se maneja bien y el pomo no es del tamaño de una plaza de toros. El pedalier está perfectamente dispuesto para poder hacer punta-tacón pero éste sólo sale con el tramposo botón SPORT activado dado que de otra manera el golpe de gas ha de ser muy pronunciado o la frenada ha de ser de circuito para poder hundir el freno lo bastante para poder dar el golpe de gas necesario. El volante, es regulable en altura y en profundidad, yo siempre he preferido que sólo sea regulable en profundidad mediante barra telescópica porque el mecanismo de regulación en altura resta información. En este caso da igual porque el volante es el interfaz de manejo de una dirección eléctrica que si bien es muy precisa por su escasa desmultiplicación, resulta menos informativa que un noticiario cubano.
Así que el puesto de conducción es bueno. Pero el interior me vuelve a parecer que tiene el pecado capital de supeditar el desenvolvimiento en el vehículo a la estética. El interior está plagado de botoncitos de tamaños minúsculos en cuyo interior se representan pictogramas aún más pequeños. Ergonómicamente no está bien resuelto, la dispersión de mandos es notable, lo diminuto de los controles y su ubicación cuestionable hace que el primer contacto con el manejo de sistemas auxiliares me frustre. No encuentro un indicador de temperatura de refrigerante, ni siquiera en forma de testigo luminoso frio-calor,  pero sí encuentro un velocímetro gigantesco, desproporcionado, que es lo que los alemanes han creído que era el alma de Mini. En su interior una pantalla para navegación que cuenta con una resolución muy buena, pero tiene un tamaño pequeño y se gestiona a través de unos iconos que son diminutos. El artilugio de control es una especie de ………. manneken pis …….. que se gira, se aprieta, se estruja y se mueve. Ahora que lo pienso, me da pena el símil. Es una solución buena de control, de no ser por lo diminuto de los iconos, la pequeñez de la pantalla y su incrustación en un tambor de lavadora por motivos que aportan mucha imagen y más bien poca funcionalidad.

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Conducción

Tiene un pedal de embrague con un retorno rápido y un punto de acción elevado que hay que dosificar bien, pero el coche se pone en marcha y salvo que se solicite toda la aceleración el coche no cabecea, parece que va firme pero no excesivamente rígido de amortiguadores y cuenta con unos muelles duros acertadamente tarados pero marginalmente insuficientes. Para mi gusto deberían ser un poco más firmes en extensión pero no lo son por lo que explicaré a continuación.
Siendo la versión más deportiva de la gama, a salvo del Cooper S Juan Se lo Curra, yo esperaba encontrar la manida combinación de de coche rígido como una tabla, insufrible, de esos que juegan a ser deportivos y confunden la deportividad con ir en un carruaje de ballestas. Sí, de esos que en cuanto el asfalto se degrada tienen tan poca capacidad de absorción que uno iría más rápido en una carretilla que en esos coches tan aspiracionalmente deportivos.
Sin embargo el coche no es seco, ni particularmente incómodo, ni es de esos en los que es necesario hacer el pino tras un viaje largo para volver a colocarse los órganos internos en su sitio. Está bien conseguido, un compromiso muy bueno en un coche en el que no esperaba encontrármelo precisamente por ser la versión más deportiva de la gama, a salvo de ediciones especiales.
Se conduce bien, se viaja bien, el coche queda como un guante en cuanto a sus mandos esenciales y no va excesivamente rígido. La dirección, si bien zombi, tiene una precisión de guiado muy buena pero hay que distinguir dos usos.

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Mini botoncitos. Mini pictogramas.
Quiero una lupa

Dos coches

Insértese sobada analogía de Jekyll y Hyde.
Sobre asfalto en buenas condiciones la poco informativa pero precisa dirección guía al coche como con tiralíneas. El coche apoya bien y los brazos hacen bien su trabajo; el buen compromiso de muelles y amortiguadores hace que la suspensión trabaje con eficacia  y la precisión de la trazada es buena aunque en curva rápida cuando el límite anda cerca se nota la poca batalla y hace falta ir muy fino de dirección. El coche lo pide y te ayuda a practicarle una conducción precisa y fina y dada la poca información que canta el volante, el límite se presenta de manera poco progresiva lo que para los finos de volante no es problema.
Pero sobre asfalto degradado el coche es otro. Es un descapotable al fin y al cabo y hay coches en los que se nota mucho o poco. Este es de los primeros. La rigidez torsional de un cabrio y una suspensión firme no se suelen llevar muy bien. Este coche no parece que tenga una rigidez a la torsión de premio y sobre asfalto rizado donde antes veíamos precisión, ahora se ve un coche que torsiona y enferma de Parkinson. Tiembla y retiembla y el agrado de uso disminuye notablemente y la precisión laureada se va por el sumidero de las pasiones. Qué frase tan bonita, oye.
Es un condicionante de uso, cuando el asfalto se estropea, la conducción de ataque debe desaparecer en favor de una en la que podemos hacer una de tres cosas: o bajamos el ritmo y no nos metemos en líos, o mantenemos el ritmo y le damos más aire a la trayectoria del coche o empezamos a conducir de verdad. En la primera opción, nada que decir. En la segunda, cuando con buen firme, al coche se le puede llevar prieto, con riendas cortas y en un puño pero en cuanto el suelo no es perfecto, si queremos mantener el ritmo, tendremos que empezar a darle trayectorias más largas, dejarle más juego, ir mas largo y menos sujeto. Pero en estas condiciones disminuye la recompensa de uso para los que no quieran complicarse la vida y por eso es mejor relajar la conducción.Para los terceros, tendrán que empezar a anticipar los cambios para asir el volante, rectificar y corregir mucho y eso puede ser gratificante para quien le gusten esas reacciones vivas y con nervio. En esta tercera modalidad, el coche muerde, así que hay que saber hacerlo.

La experiencia de uso.

Me ha parecido un coche gratificante de conducir sobre buen asfalto y que proporciona un buen disfrute al volante. No cabe duda de que el acertado compromiso de suspensión y un motor que no puede calificarse sino de formidable iluminan un cuadro que tiene más sombras de las que debería.
El aislamiento está poco conseguido, el coche recibe una paliza del viento considerable que se traduce en una rumorosidad considerable.
El manejo de los sistemas auxiliares a través de botones insignificantes con pictogramas minúsculos ya sean serigrafiados en los pulsadores como en la pantalla hace que uno deba estar demasiado tiempo mirando el planeta ese que han colocado a modo de instrumentación.
La instrumentación propiamente dicha es un ejemplo de horror. El velocímetro consiste en una especie de puntero que se desplaza en sentido horario alrededor del planeta y resulta difícil de ver, y en este caso, no por pequeña. Por fortuna, la velocidad aparece en forma digital en un pequeño recuadro del tacómetro. No he encontrado indicador de temperatura de refrigerante, ni siquiera como testigo luminoso pero sí he encontrado un reloj absurdo que mide el tiempo que permanece uno descapotado. Sí. En serio. Señores de Mini, ¿no pueden quitar esa chorrada que no vale para nada y ponerme aunque fuese un indicador de temperatura, una presión y una temperatura de aceite?. ¿Qué importa cuánto tiempo esté yo descapotado?.

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¿Qué narices me importa a mí el tiempo que ando descapotado?
Quiero una presión de aceite, una temperatura de refrigerante.


 

Como descapotable

Vaya por delante que huyo de los descapotables como de la peste. Me suele parecer que la menor rigidez torsional se nota demasiado y que ello viene además al precio de necesitar una exfoliación y una limpieza de cutis para desincrustar la contaminación de la ciudad -de los pulmones no se puede-, que uno se baja de ellos como un director de orquesta sonado y que ello sucederá hasta que la insolación y la paliza del viento acaben con el problema del peinado porque en mi imaginario, todo sirviente de descapotable acaba irremediablemente calvo.
Cuenta, eso sí con el atractivo añadido de que este magnífico motor de 184 CV, pletórico en recuperación y aceleración ayudado por un escalonamiento del cambio muy ajustado, produce unos petardeos en retención muy agradables de escuchar. No es un coche con una sonoridad grande, no anuncia su llegada ni resulta hortera, más bien se caracteriza por petardear en retención y eso a mí me resulta atractivo y sería el único motivo para considerar la versión descapotable. Eso y que el déficit de rigidez lo convierte en un coche menos capaz y por tanto más difícil y exigente y eso, masoquista que es uno, a mí me gusta.
En resumen las famosas

Frases para el olvido:

  • Motor sensacional. Empuje, recuperación, da igual el régimen. No hace falta más.
  • Buen puesto de conducción
  • Acertado ajuste de suspensión
  • Instrumentación insuficiente
  • Doble personalidad: o preciso, o batido.
  • Dirección mortecina pero precisa
  • Aislamiento al viento manifiestamente mejorable
  • Adictivo comportamiento en buen firme, es un coche cuya conducción recompensa.Sobre mal firme puede recompensar aún más o ser un punto negativo, según quién lo conduzca.
  • Diversión al volante ****+ (4/5). Me pregunto intrigado cómo sería la versión cerrada de este coche y si merecería la pena probar el Juan se lo Curra.