Ayer a media mañana fui a recoger este coche. Me toca probarlo durante una semana. Una prueba “fácil”, como alguien dijo irónicamente en la redacción de km77.
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No os voy a engañar. La responsabilidad de probar uno de los coches más avanzados del mercado hizo que llegara a buscarlo con un pequeño nudo en la garganta. Nada más montar hice lo de siempre en coches de este tipo: tratar de concentrarme y, tras unas breves miradas al salpicadero y mandos, intuir si sería fácil de manejar, a pesar de toda la tecnología embarcada. Antes no ocurría eso, pero los coches están cambiando mucho. Entre las dos llaves que aparecen a continuación hay más de 30 años de diferencia. Esto puede dar una pista de lo que implica probar un coche de principios de los ochenta y uno moderno:
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Después de unos pocos minutos, y a pesar de las dificultades para conectar mi teléfono por bluetooth, lo tenía más o menos claro. El BMW Serie 7 2016 es relativamente fácil de manejar para quien haya conducido algún BMW moderno de menor porte (la estructura de menús es similar) y para quien esté acostumbrado a lidiar con pantallas táctiles y dispositivos modernos en general. La organización de todo lo importante parece sensata y coherente.
Tiene detalles que me han convencido desde un principio, como el sistema de cámaras que permite un control muy preciso de lo que ocurre alrededor del coche. No es un sistema estático que pasa de una imagen fija a otra imagen fija (delante-detrás-lateral-etc). Por ejemplo, si se va maniobrando en marcha atrás y se engrana la marcha hacia delante, en la pantalla se ve como si una cámara pasara volando por encima del coche de la parte posterior a la delantera. Las funciones de las cámaras de aparcamiento son muy completas; e incluso hay una que da una idea de si el espacio lateral es suficiente para abrir las puertas.
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Poco a poco tendré que sumergirme en la estructura de menús de las múltiples pantallas e ir descubriendo todas las posibilidades. Tengo que probar cosas como el mando a distancia, los faros con tecnología láser, los asistentes a la conducción, el sistema de aparcamiento (“manos libres”), las distintas posibilidades de configuración del interior (por ejemplo, la cavidad de los altavoces del equipo de sonido de más calidad se puede iluminar), las pantallas configurables …
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¿Todo lo que lleva me está gustando?. Pues no. Por ejemplo, no veo muy útil el acceso a Internet, sus aplicaciones y servicios en línea. No me parece útil porque resulta lento introducir una dirección, ya se haga mediante la ruleta (iDrive) que hay entre los asientos delanteros o dibujando cada letra sobre una superficie táctil. Todo lo que sea navegar se hace mejor, a mi juicio, desde un teléfono móvil de calidad mediana.
Pero no hay que olvidar las plazas posteriores, pues el BMW Serie 7 largo quizá se disfrute más desde atrás que en los asientos delanteros. Nuestra unidad de pruebas lleva la opción “Executive Lounge Seating” (que permite repantingarse en las plazas traseras) y diversas tabletas para el manejo del extenso sistema de información y entretenimiento.
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Ya he conducido este coche 400 kilómetros y la impresión que tengo es que, casi siempre, parece mucho más pequeño de lo que realmente es. El tamaño me ha parecido evidente una vez que he visto lo que ocupa en mi habitual plaza de aparcamiento, más que en las dificultades para meterlo ahí. También sorprende lo bien que se maneja en vías muy lentas de montaña. No sólo no parece que sea más pequeño de lo que realmente es, sino también se siente mucho más ligero. El BMW Serie 7 sólo se nota grande donde es bueno que así ocurra: en autopistas y autovías. Tiene esa marcha imperturbable, fácil y silenciosa que sólo tienen las mejores berlinas. Una berlina de gran lujo y 5,2 metros de longitud, cerca de las dos toneladas de masa y 265 caballos que gasta menos de 7,0 litros a velocidades legales.
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Enrique Calle