“A mí, dame un gasolina y déjate de eléctricos”. Ésta o parecidas son frases que he escuchado más de una vez. Los prejuicios  hacia los coches eléctricos, a veces con fundamento, otras no, existen como en su día, supongo, existieron con el ferrocarril o la televisión. Yo, tras conducir unos cuantos, tengo claro que por confort —ausencia de ruido y vibraciones— no tienen rival. Pero, ¿pueden despertar la pasión o se van a convertir en electrodomésticos?
Las diez unidades fabricadas del R8 e-tron
Con motivo de una jornada técnica para enseñarnos todos los modelos con la denominación e-tron —aquellos que tienen un sistema de impulsión eléctrico, bien sea de manera exclusiva o combinado con uno térmico— Audi trajo las diez unidades que ha fabricado del R8 e-tron. Se trata de un Audi R8 muy especial, ya que tiene dos motores eléctricos que mueven las ruedas traseras. En este artículo de km77.com hay más información técnica. LINK
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Sobre lo que eran las pistas del antiguo aeropuerto de Berlin, Tempelhof, creó un circuito donde probar el R8 a-tron. Era un trazado revirado, en el que no se alcanzaba una velocidad alta pero sí permitía comprobar las reacciones en curvas lentas y la agilidad del coche para cambiar de trayectoria.

Tras subirme en el coche comienzan las sorpresas. La primera en forma un retrovisor interior que no es un espejo sino una pantalla sobre la que se muestra la imagen que capta una cámara.
 
Un espejo retrovisor, que no es espejo pero sí retrovisor
Salimos del hangar en caravana, tras un R8 e-tron conducido por alguien de Audi. Yo soy el tercero y entre mi coche y el segundo se intercala un segundo R8 de la organización. Primero doy tres vueltas detrás de un instructor de Audi para aprender el recorrido. Sin ir rápido ya empizo a darme cuenta de que el coche me va a gustar. La respuesta al acelerar es instantánea. Siempre. No hay caja de cambios porque no hace falta, los motores eléctricos suministran el par máximo casi de forma constante desde que se ponen en movimiento. En un R8 normal difícilmente podría llevar el motor siempre al régimen adecuado para obtener esa aceleración.
Pasadas esas tres vueltas, el coche del instructor abandona la pista y dispongo de unos diez minutos para dar cuatro o cinco vueltas más con el coche. Primero en el modo «Efficient», después en el «Auto» y finalmente activando el programa «Dynamic». En el primero, y con el ESP activado, es un coche facilísimo de conducir y  que difícilmente puede poner en apuros al conductor. Entre el modo «Auto» y el «Dynamic» percibí menos diferencias, pero sí las había respecto al «Efficient»; la principal, que el coche se vuelve más ágil, algo que Audi consigue jugando con los dos motores eléctricos. Y es que cada uno de ellos  mueve, por separado, una de las ruedas traseras, lo que permite producir un efecto de guiñado en el coche  jugando con distintas velocidades de giro de los motores.
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Pero la sorpresa llegó cuando me dieron permiso para desconectar el control de estabilidad. A partir de ese momento, el R8 e-tron se convierte en un juguete que se conduce con el pedal del acelerador. Entrar en la curva, apoyar y en el vértice dar gas para que comience a redondear con un sobreviraje suave, sin brusquedades, transmitiendo la sensación de que es algo fácil. Pero, siempre hay un pero, eso ocurre hasta que el ESP decide que estás siendo un chico malo y entra en funcionamiento interrumpiendo el deslizamiento. Me queda la duda, no tuve tiempo para probarlo, de si existía la posibilidad de una desconexión completa.
El sistema de frenos es peculiar. Delante, hay discos cerámicos con unas grandes pinzas accionadas hidráulicamente, lo novedoso está detrás: ahí, las pinzas de frenos se accionan con unos motores eléctricos que desplazan el pistón (solo hay uno por pinza). Además, parte de la frenada la realizan los motores eléctricos, pudiendo regularse su intensidad en tres niveles mediante las levas del volante. Como curiosidad, los técnicos de Audi me contaron que tras dos vueltas en Nurburgring, midieron la temperatura en los discos traseros y era de tan solo 50 ºC. Yo no he conducido en Nurburgring y no sé con qué intensidad y frecuencia hay que frenar, pero desde luego no parece que el trabajo que tienen que hacer las pinzas traseras sea elevado, lo que parece indicar que la contribución de los motores eléctricos durante las frenadas es grande.
El pistón de las pinzas traseras de freno es desplazado por un motor eléctrico, no por un sistema hidráulico
He dejado para el final el tema del ruido. Los motores eléctricos son silenciosos y una de las cosas que te hace enamorarte de un deportivo es, precisamente, el sonido del motor. Audi, consciente de ello, ha fabricado un sistema de produce un sonido especial. Cuando me hablaron de ello lo definieron como el de “la nave Entrerprise”, la de Star Treck. ¿fantasmada? Compruébenlo en el siguiente vídeo:
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