Ayyyyy (suspiro), ya hemos llegado a la última etapa. Hoy se respira tensión, no sé si por la gastroenteritis con la que me he despertado (por fin disfruto plenamente de la aventura…) o porque muchos equipos se juegan muchas cosas. En nuestro caso, mantener el tercer puesto en la clasificación de navegación. El segundo clasificado, el coche 8, está a 6,4 km de nosotros, va a ser my difícil alcanzarlos salvo un error garrafal por su parte. En cambio, al cuarto lo tenemos pisándonos los talones, a sólo 1,5 km.

La noche anterior nos dieron el rutómetro con los waypoint, así que nos armamos de paciencia y, con la conexión wifi del hotel (a velocidad casi de modem 56k), nos pusimos a trastear con el google maps (inocentes de nosotros, no nos llevamos ni un mísero mapa de carreteras y el resto de equipos llevaba navegadores de todas formas y tamaños, algunos por duplicado). Una vez que localizamos los puntos intentamos trazar la mejor ruta para llegar a cada uno de ellos. Teníamos claro que, ante la duda, debíamos arriesgarnos por el camino más corto, no podíamos ceder ni un solo metro. Así que nos hicimos unos bonitos apuntes a boli y papel.

Pues bien, con semejante currada y la estrategia preparada, llegamos al primer waypoint, que casi parecía una estación de servicio. Hasta siete coches coincidimos en ese punto. ¿Motivo? Que nadie quería ir primero para dar pistas al resto así que, en una muestra de valentía y poca inteligencia, decidimos tomar la iniciativa. También fue el momento en el que nos dimos cuenta que esas pistas tan rectas que vimos en el google maps no eran tales, si no puñeteras acequias. Ayyyy (quejido, no suspiro), parte de la ruta que habíamos preparado no servía, salvo que el Ford Ranger encogiese lo suficiente para ir por encima de las losas que cubrían la acequia.
Pero como somos unos aventureros intrépidos, nos sobrepusimos a la adversidad y trazamos un nuevo plan: fuera de pista y en línea recta, salvo en casos evidentes en los que no fuese necesario o posible. Y así empezamos a rodar sobre mantos de piedras. Y cuando digo piedras no me refiero a redonditos cantos de río sino a unas afiladas piedras negras sobre las que un faquir no tendría lo que hay que tener para tumbarse sobre ellas (en el vídeo hay un plano exterior en el que se ve un grupito de esas piedras, lástima no tener una toma en las que todo el suelo estaba cubierto). Así que, con mucho cuidadito y muy despacio, avanzamos en línea recta al siguiente waypoint, que se adivinaba en el horizonte gracias a que nos indicaban en el rutómetro que estaba junto a una antena.
Pocos metros antes de llegar a ese punto apareció por nuestra izquierda un trenecito compuesto por el coche 8, seguido del 9, el 6 y el 11. El coche 8, alias mamá pato, ha sido el equipo que siempre ha ido marcando el rumbo y a quién sólo puedo agradecer las explicaciones que siempre nos dieron para que aprendiésemos a hacer la navegación bien. Y el último día no fue una excepción. Al verles aparecer nos temimos lo peor: había una ruta más directa que la nuestra. Íbamos a experimentar un Macumba (* Ver nota al final)
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=M4cZmLYGYlw]
También existía la remota posibilidad de que nosotros hubiésemos dado con el camino más corto, así que seguimos igual de animados hacia la meta. De ahí hasta las dunas del final hay poco que contar, casi todos los equipos en fila. Para pasar las dunas bajamos la presión de los neumáticos al final del tramo en el río de arena que había antes de llegar. De 2,6 lo dejamos en 1,2 bar si no recuerdo mal. Yo, lo reconozco, le tenía mucho respeto a esos últimos kilómetros por las dunas. No es un problema de atascarse, que tiene solución. Es un problema de que las dunas hay que conocerlas muy bien para saber por dónde atacarlas y yo no tengo esa experiencia. En otra entrada hablaré de las dunas y espero que Nacho Salvador y Lucas Cruz nos cuenten en este blog unos secretillos.

A lo que iba, que entramos en las dunas los últimos por un problema técnico: La tarjeta de la cámara de vídeo estaba sin capacidad y, al cambiarla por otra, la tarjeta salió volando hacia el suelo del coche. Os juro que es muy difícil encontrar una microSD en plena etapa…Y resultó que entrar los últimos fue una ventaja porque estaban marcadas las huellas de los siete coches anteriores, así que básicamente teníamos que elegir el camino bueno cuando las huellas se separaban en alguna zona.
Tras las huellas, solo había que recorrer unos pocos kilómetros por una pista y una carretera para llegar al final de la etapa, una gasolinera. Si optábamos por esa solución, dibujábamos una “L” en el mapa. Así que optamos por ir en línea recta, otra vez sobre piedras, y para evitar un pinchazo en los últimos metros nos pusimos a hinchar los neumáticos. Themis controlaba el tiempo restante, que era de unos 15 minutos. Si llegábamos más tarde íbamos a penalizar, por lo que subimos la presión sólo a 2 bares y “echamos a andar”. Veíamos la gasolinera al fondo pero íbamos muy despacio y parecía que no la íbamos a alcanzar a tiempo. Al final nos sobraron 2 o 3 minutos. Ya solo quedaba esperar hasta la noche para saber si habíamos mantenido ese tercer puesto…
Y sí, lo conservamos por solo 200 metros de ventaja. Así que finalmente quedamos terceros en navegación más penúltimos en consumo hacen un resultado final de ¡penúltimos en la general!. Nosotros estamos encantados, nos lo hemos pasado en grande, hemos aprendido, conocido sitios nuevos y hecho amigos.

Ah, bueno. Se me olvidaba. Al final nuestro invitado se puso un poco pesadito. Nada que no se solucione con un poco de mano izquierda:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=rShgDoB2S1M]
 
(*) Macumba. Dícese del término empleado acertadamente por el Señor Salvador para explicar que sucedería si excedíamos el tiempo, nos saltábamos un waypoint oculto u otra acción que supusiese un castigo. También sirve para expresar las consecuencias de un error.  “Macumba” debe pronunciarse en alto mientras se mueve la cintura de atrás a delante y los brazos, colocados con el codo formando un ángulo recto, se mueven en dirección contraria mientras se mantienen los puños cerrados.