Jennifer-Lopez-The-Boy-Next-Door

He vuelto, señores y señoras, no para quedarme (o sí, aún no lo tengo decidido) pero si para ofrecerles otro de mis delirantes posts, esos que comentan con su esposa/marido/amante/novio/novia mientras se dicen uno al otro: “¿ves cómo no estamos tan mal?”.

Bueno, esta semana ha habido más escándalos, con informes falsos de hacienda, arrestados, imputados, pederastas, tipos que dicen que Caritas es lo mismo que el PP (“que los dos sirven a la sociedad”), un tal Monedero tratando de hilar discursos cuando no sabe ni escoger un modelo de gafas que le quede decente, los de Ciudadanos yendo del liberalismo a la social-democracia y viceversa en menos de lo que tarda Darth Vader en sacar el sable laser… y así, señores, con las elecciones del domingo a la vuelta de la esquina (porque es este domingo, no) y precisamente coincidiendo con el Barça-Madrid, que también es mala suerte.

Pero vayamos al grano, que sé que le gusta.

Esta semana se estrena una película que vi hace unos meses y que se llama Obsesión (creo que se llama así, pero no me hagan buscarlo en google. Yo les explico de qué va y si ven que no coincide con lo que están contando pues ya se buscan ustedes/as la vida. No me hagan trabajar de más porque estoy muy mal de lo mío y a un paso de coger una cucharilla de café y salir a la calle a asaltar a gente aleatoriamente, usando la cucharilla como si fuera un micrófono, haciéndoles preguntas incómodas.

Pero me estoy despistando.

A lo que iba: se estrena Obsesión, una película protagonizada por Jennifer Lopez.

(Sí, entenderé perfectamente que dejen de leer a partir de este momento, pero piensen que no siempre puedo hacer posts sobre Kant y Thomas de Quincey, a veces tengo que hablar de cosas terrenales)

Repito: se estrena Obsesión, con Jennifer Lopez.

Es la historia de una mujer madura, con la vida ya estructurada, familia, casa con valla, buenas perspectivas, atractiva. Realizada, en fin.

¿Pero qué pasa? Ay amigos, pues la pasión. Que la mujer quiere pasión en su vida, quiere algo de tormenta, algo de bachata, que la hagan sentir deseada. Hasta aquí nada malo, oigan. Porque ustedes, y ustedes, y yo, y cualquier hijo de vecino/a ha sentido alguna vez el terrorífico peso de la rutina sobre sus hombros y ha sentido la necesidad de huir de ella. Algunos/as lo hacen con el sexo, otros/as con el alcohol, algunos/as tiran de drogas, algunos/as tienen hijos, otros se refugian en extrañas fantasías que les hacen sentir como Peter Pan en Neverland.

Así que por ese lado siento total empatía por el ser humano que desea introducir en su vida un elemento de disrupción, algo que sacuda los cimientos de su existencia, sin derribarla.

El problema es Jennifer Lopez, que no es que sea una actriz del montón, es que es una de las peores actrices del montón. Y no te la crees: solo ves la pija consentida que quiere lacasitos de colores en su camerino en lugar de a la mujer que sufre por culpa de un deseo que en ocasiones es incontenible.

Empezamos mal, pues. Porque si no te crees la pieza central del puzzle, no hay puzzle.

Luego está el actor cachas que hace de objeto del deseo de la Lopez. Un tipo tan inexpresivo que cuando trata de fingir que es un psicópata provocó risas en la sala. Un cómico involuntario que pone cara de villano con tal intensidad que una dependienta del Schlecker masticando chicle transmite más sensación de amenaza que él.

Y claro, todo ello se convierte en una especie de sopa de cola-cao con tropezones de pulpo: uno se lo puede comer pero no tardará mucho en darse cuenta de que aquello es una auténtica porquería.

(si están comiendo mientras leen esto les pido disculpas)

¿Y saben lo que más me molesta? Pues que hay tantas de esas pequeñas películas de todas partes que jamás logran encontrar un hueco para estrenarse, películas que valen la pena, hechas con cuatro duros, con tíos/as que se han jugado todo lo que tenían para hacer algo en lo que creían. Y cuando uno ve que esas pequeñas películas no logran salir del hueco y después tenemos que ver 200 pantallas copadas con productos de medio pelo como Obsesión, tiene la sensación de que hay algo en este mundo que funciona muy muy mal.

Sé que la conclusión es absurdamente infantil, hasta ingenua. Pero es que a veces yo mismo soy un poco Peter Pan.

Abrazos/as,
T.G.