Amigos y amigas,

 

Les escribo hoy, justo antes de que empiece la ola de calor.

Primero quiero felicitar a aquellos que denominan a este infierno “el buen tiempo”. Espero que cuando mueran vayan directamente a formar parte de la sección de limpieza de las calderas del averno. Así verán recompensado su buen criterio y demás.

 

He visto una cosita (no toda, solo una parte) de un monstruo espacial que me chifló a mediados de los 80 y escribo este bonito post para rendirle pleitesía.

 

Depredador.

 

Aún recuerdo la primera vez que la vi. Yo tenía 16 años (hagan ustedes las matemáticas, con el estreno y demás) y quedé en shock. Pero claro, me pasó lo mismo con El equipo A o Mazinger Z, y repasarlas después es algo muy doloroso.

 

Así que cuando volví a ver Depredador muchos años después me fascinó lo bien que aguantaba la muy jodia. Eso solo pasa con determinadas películas: son aquellas que están construidas de forma tan sólida que son capaces de aguantar los envites del tiempo sin pestañear. Los clásicos.

 

Sí, Depredador es un clásico. Un puto clásico.

 

No debería recordarles de qué va, porque si no la han visto quedan inmediatamente expulsados de este blog. Para siempre.

 

Ahora, cuando hace 32 años de su estreno, llega la más prometedora de sus secuelas, spin-off, reboots. La dirige Shane Black (que salía en la primera, interpretando a uno de los soldados de Schwarzenegger), que es un tipo que –entre otras cosas- escribió Arma letal, El último boy scout o Kiss Kiss bang bang. Ahí es nada.

 

La escribe, la dirige, la produce y solo le falta traer los cafés.

 

Si han visto ustedes el primer tráiler (creo que ya hay tres) ya habrán advertido que el look tiene ese toque ochentero y que el tono parece anticipar una de esas películas en las que uno tiene que agarrarse al respaldo del asiento para no salir volando.

 

Pues oigan. Se lo confirmo, la peli tiene pintaza. El guión está bien trabajado, los actores son los correctos (Olivia Munn está impresionante) y la acción tiene más electricidad que las líneas de alta tensión. No puedo confirmar ni desmentir que haya visto parte del metraje, pero mis expectativas se han disparado.

 

Por fin, después de esas cosas horrorosas (me niego a llamarlas películas) que incluyen Depredador 2 y Depredador contra Alien y Depredadores, llega algo que trata de saldar las cuentas con los cinéfilos y darles algo con sentido del espectáculo.

 

Les dejo con estas magníficas noticias. Porque lo son.

 

No hay nada más cojonudo que el buen cine ochentero y noventero. Las junglas de cristal, las armas letales, los cazafantasmas, los indiana jones, los goonies, los regreso al futuro. Recuerdo ver esas pelis en mi adolescencia y disfrutar cada una de ellas de la misma forma que ahora disfruto cenando con mis amigos. Bueno, qué coño, mucho más.

 

Depredador es ese cine, amigos y amigas.

 

Ah, y un recordatorio muy muy muy importante: este fin de semana se estrena Los increíbles 2.

 

Ya les hablé de ella en su momento, pero déjenme insistir: CORRAN A VERLA.

 

No sé si es la mejor de Pixar (en mi corazón nada puede con Ratatouille o Toy story 3) pero creo que merece estar en el top 3 de la compañía y es lo mejor que han hecho desde… Coco. Vale, es que Coco era la hostia, señores y señoras.

 

Vale, no puedo decidirme entre Coco y Los increíbles 2. Digamos que las dos me parecen bestiales, pero que técnicamente… mmmm… vale, no. Técnicamente, Coco también es brutal.

 

Bueno. Miren. Vamos a dejarlo.

 

Vayan a ver raudos y veloces esta entrega de Los increíbles y luego vean Coco en casa. Y todos contentos/as.

 

Abrazos/as,

T.G.