Bueno, ha tardado un poco pero ya ha llegado.

Por fin se estrena Celda 211.

No entiendo muy bien el retraso: la película funcionó a la perfección en Venecia, gustó muchísimo en Toronto y arrasó en Sitges. Sin embargo sus distribuidores decidieron aplazar el estreno (algo, me temo yo, tiene que ver todo el asunto Agora).

Incomprensión aparte, no puedo por menos que recomendaros de todo corazón que vayáis a ver Celda 211. Es una película sólida, inteligente, atrevida, nerviosa e incluso compleja. El mejor filme español en años.

Empecemos primero por las pegas (que las hay): no me gusta nada el hilo que protagoniza Marta Etura, me parece banal y –por resumirlo en pocas palabras- me importa un pito. La Etura siempre me ha gustado (como mujer y como actriz) pero aquí ni pincha ni corta nada.

La otra cosa que no acabo de ver clara es el papel de Alberto Ammann. En este caso debo confesar que quizás se trate de un problema comparativo: poner a cualquier actor delante de Luís Tosar (de este Luis Tosar) y pretender que esté a la altura es pedir un milagro.

Aquí se acaban las pegas, totalmente leves. Muy leves.

Lo que me gusta:

Me gusta Tosar. Perdón, me chifla Tosar. Que pedazo de curro se pega este señor gallego a lo largo y ancho del metraje. Lo ocupa todo con una facilidad que al final dan ganas de hacerle reverencias.

Como ya se ha dicho hasta la extenuación Tosar interpreta a Malamadre, el líder de un motín dispuesto a todo para llegar hasta el final. El memorable personaje que se inventa el gallego es tan exhaustivo, tan malo y al mismo tiempo tan humano, que no es solo que le tengan que dar el Goya (o que se los den todos y nos ahorramos la ceremonia) sino que dentro de muchos años su personaje se recordará como uno de los mejores y más potentes que ha dado el cine patrio.

No solo eso, el guión de Guerricaechevarria y Monzón abarca tanto espacio (de lo social a lo político pasando por lo dramático) que esta debería haber sido la película presentada a los Oscar por parte de la academia en lugar de la que ha acabado haciéndose con el encargo. Ellos sabrán.

Concluyendo: no dejéis de verla, de comentarla y –si os gusta- de recomendarla. Igual así conseguimos más cine como este: un cine que no necesita fotocopiar nada, que conecta de una forma rotunda con el espectador y que es capaz de llegar hasta el final sin hacer concesiones a la comercialidad.

Hacía mucho tiempo que no veía una película española ambiciosa que no tuviera miedo de ser ambiciosa.

No sé si me explico.

Lo dicho: una grandísima peli española.

Abrazos/as,

T.G.