temeacoixet

 

Señores y señoras,

 

Esa fecha del año que estaban (estábamos esperando) ha llegado por fin.

 

No, no es la final de la Champions. Ni la Superbowl. Ni la noche de los Oscar. Ni la nochebuena. Ni la Nochevieja.

 

Isabel Coixet estrena nueva película.

 

Sí, sí, sí. Hagan como yo, den vueltas por el comedor, desnudos/as, poseídos por una euforia que les envía el mismísimo Satán.

 

Qué alegría, verdad. Pues agárrense, porque aún no he acabado: no es sólo una película de Isabel Coixet, es una película de terror de Isabel Coixet.

 

Ya, ya, les entiendo, están ustedes/as pensando, si esta es de terror, ¿de qué eran las otras?

Y miren, les doy la razón, porque a mí las películas de Isabel Coixet me aterrorizan y no he pasado tanto miedo ni con La profecía, pero me dice un amigo (crítico de cine) que esta es la primera que INTENCIONADAMENTE es de terror. Es decir, que las otras dan miedo, pero no son de género.

 

La cuestión es que la película es tan tan tan terrible (¿ven? Ahora ya me pongo serio) que Isabel Coixet se ha negado a hacer promoción de la misma. Las malas lenguas dicen que le da miedo a hasta a ella. Otras malas lenguas aseguran que la directora ha cogido la puerta de atrás porque la distribuidora le ha remontado la película y ahora no vale nada.

 

Ante esto me surge una pregunta: ¿la distribuidora también le remontó las otras? No, de verdad, no estoy bromeando. Porque si me dicen que alguien malvado (Satán, Lucifer, Floriano) ha estado cogiendo las películas de la Coixet y haciendo malabarismos con ellas y antes de que este ser abstracto las tocara eran maravillosas, supongo que podría cambiar mi visión de su cine.

 

En principio, voy a seguir pensando que esta señora debería pintar cuadros al óleo o dedicarse a la agricultura agropecuaria (con todo mi respeto a los agricultores agropecuarios). Sin embargo, por razones que desconozco y que no consigo entender, alguien sigue dándole dinero para hacer sus películas.

Es muy extraño que esto sea así, pero es lo que hay: mientras jóvenes directores (con talento) sudan sangre para conseguir un euro, a esta sirena de gafas de pasta le cae la pasta del cielo.

 

Pero hablemos de la película: adapta una novela de alguien (lo siento pero me importa dos pitos) que habla de una joven que un día nota que la siguen. Para nuestro horror (y el suyo) ella empieza a temer que el misterioso acosador es en realidad su doble perfecto. Es decir, que se sigue a sí misma. O algo así.

 

El tema de los doppelgangers es más viejo que el tiempo y de ahí la leyenda urbana de que todos tenemos un doble perfecto en algún lugar: el mío se llama George Clooney y vive en Los Ángeles.

 

La película, como puede sospecharse, es un auténtico despropósito, lleno de ese tono afectado y ultra-esteticista que define la obra de la autora. Un estilo que ya era viejo hace 10 años pero que ella sigue trabajando, sabiendo que –como se acostumbra a decir– siempre puede ser peor.

 

Y –cabe felicitarla– porque es peor. Mucho peor.

 

Tanto que, aunque la película dura 86 minutos, cuando lleva unos 15, ya estás deseando que la protagonista se quede dormida y en un descuido se estrangule a sí misma.

 

Lamentablemente, el hecho no se produce y nos vemos arrastrados a un sinfín de disquisiciones profundas (“¿a qué huele el terror?”) que despertarían en un vegano pulsiones caníbales. No importa que los actores sean fiables (o muy fiables) empezando por Sophie Turner o Rhys Ifans, pero es que esto no hay por donde cogerlo.

 

Mi opinión es que la película se hundirá como el Titanic (o igual más rápido) y que no se meterá ni en el Top 10 de la taquilla española. También creo que dentro de seis meses tendremos otra película de Isabel Coixet, también de terror psicológico, y también un fracaso tremendo. Pero esta protegida de Almodóvar (otro que tal baila) seguirá dando el coñazo hasta que alguien se de cuenta de que es mejor quemar el dinero en el balcón de casa o dárselo a un mapache para que se haga una madriguera que entregárselo a la señora Coixet para que nos atormente con otra de sus películas.

 

Ah, la película se llama Mi otro yo, que me había olvidado de decírselo.

 

 

T.G.