Siempre tiene que ser desde un avión.

Así es amigos/as, me encuentro cruzando el Atlántico en uno de esos aviones-congelador donde uno podría llevar tranquilamente un oso polar y un par de pingüinos sin que estos pasarán calor en ningún momento. Eso sí, el avión tiene wi-fi. Ya lo decía mi madre: no se puede tener todo.

Pero volvamos por un momento a la magia del hiper-aire acondicionado. Cuando muera y en lugar de gastarme un pastón en criogenizarme invitaré a algunos de los instaladores que se han encargado del sistema de refrigeración del avión a que me pongan uno igual en casa. Así me mantendré tierno y fresco hasta que puedan resucitarme.

Andaba yo pensando de que podía hablarles (les advierto que la nueva propuesta de Montxo Armendáriz es magnífica. Procuraré dedicarle un post esta misma semana si el jet-lag me lo permite y no muero abrasado en Austin,Texas, donde según dicen se puede freír un huevo en el asfalto… de noche) cuando vino a mi privilegiada mente un pensamiento fugaz: aún no les he recomendado Inside Job,

Como ayer repasando la prensa me di cuenta de que aún ponen este alucinante documental en algunos cines (especialmente de Barcelona y Madrid) allí que voy con ello.

Inside Job recibió el Oscar al mejor documental en la última edición de los premios de la Academia y por mucho que me guste el trabajo de Banksy en Exit through the gift shop debo reconocer que la pieza de Charles Foster (director, guionista y productor) trasciende con mucho el divertimento ideado por el artista británico.

Este documental con narración de Matt Damon explica –de forma muy clarita y sin protagonismos a lo Michael Moore- tranquilamente y de forma harto didáctica pero clara y cristalina quienes fueron los tipos que nos metieron en el fregado financiero que estamos viviendo en estos momentos y que tanto gusta a nuestros políticos (a los que están porque dicen que pueden arreglarlo y a los que quieren estar porque dicen que los que están no tienen ni pajarolera idea de nada, que esto lo arreglan ellos). Lo hace sin aspavientos, sin levantar la voz, pero sirviéndose de una implacable mecánica narrativa que deja a los culpables hacerse un autorretrato de su estupidez.

Hemos visto ya algunas cosas sobre el tema pero nada como Inside job, que desnuda con eficiencia robótica las vergüenzas de un sistema podrido hasta las raíces. No hay aquí dudas, especulaciones o rumores: la marea de datos, entrevistas y documentos que aporta Foster a su documental no tiene parangón en la –imposible- disección de los males de la economía moderna.

Por su mesa de forense pasan presidentes indignos, altos ejecutivos con problemas de autoestima que solucionan robando a cuatro manos, profesores de economía corruptos, secretarios de estado ineptos, jefecillos de medio-pelo, senadores y un montón de otros animales cuya única preocupación es que el dinero (aunque sea inventado) no deje de fluir.

A diferencia de otros intentos por explicar el crack que empezó en 2008 y que no tiene muchos visos de sentarse a descansar, al menos por ahora, Inside Job deja que los responsables se ahorquen con su propia cuerda: algunas partes del metraje (que incluye charlas con implicados) son auténticas demostraciones de cómo un silencio, o un tartamudeo o un tragar saliva pueden convertirse en un irrefutable prueba de culpabilidad.

El director, un interrogador inclemente, se limita a hacer preguntas cada vez más delicadas hasta que todo lo que recibe son miradas perdidas o respuestas mudas, de esas que damos cuando no sabemos que decir.

Además, el montaje es simplemente superlativo, la dirección fabulosa y las anotaciones a pie de páginas que van apareciendo en forma de rótulos blancos con fondo negro (y que apuntillan el tono cínico del relato) son la pera.

La he visto ya dos veces (y volveré una tercera y me la compraré en dvd) y por primera vez desde que empezó todo este jaleo he tenido la impresión de que alguien era capaz de explicármelo todo en mi lengua y sin derivas políticas, yendo al núcleo de la cuestión.

Si se la pierden están ustedes cometiendo una herejía porque de todo lo que hay actualmente en cartel Inside Job es simplemente lo mejor.

Abrazos/as desde los cielos,

T.G.