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Hola señores y señoras,

 

Aquí ando, semi-vacacional (lo que en mi caso quiere decir en el sofá de mi casa, disfrutando de mi bien merecida condición de autónomo), viendo películas veraniegas, firmando cartas de embargo sobre películas de las que no puedo hablar y observando entusiasmado como el tertuliano de todo el año es sustituido por un todólogo de andar por casa: ay, como echaré de menos a los profesionales de la paparrucha que saben todo de nada y mucho de poco.

 

En fin, hoy no les voy a hablar de posibilidades sino de realidades. Nada de especular, ni de condicionales, ni de “a lo mejor”: hoy les voy a hablar de dos películas que he visto, que puedo decir que he visto y que –para ser francos- les recomiendo.

 

Ojo, les recomiendo porque es veranito y apetece ir al cine. A lo mejor si fuera otoño o invierno se las recomendaría menos, pero, coño, con el calor que hace un poco de aire acondicionado (aunque algunos cines parecen el maldito Polo Norte) siempre viene bien.

 

Bueno, vamos al grano. La primera película recomendada del post (¿han visto que formato tan novedoso estoy adoptando hoy?) se llama The conjuring. En España le han puesto el subtítulo “Expediente Warren”. ¿Por qué? Oigan, y yo que sé.

 

La película trata de una familia de investigadores de lo paranormal que ha estado metido en miles de movidas paranormales en casoplones de medio mundo (he adoptado un lenguaje acorde a mi extrema juventud). Esto siempre me ha interesado: ¿por qué los espíritus siempre escogen casas de esas de 40 habitaciones con piscina y donde los fusibles saltan cada dos minutos? En un piso de por aquí les querría ver yo, 30 metros cuadrados y todo interior.

 

Reflexiones aparte, The conjuring es una excelente película de terror, francamente efectiva (con cosas tan simples como un par de notas de piano o unas palmadas te pone mirando a Cuenca, en el sentido terrorífico de la expresión, que no el otro, malpensados) y que demuestra que si uno es capaz de encontrar la atmósfera adecuada el guión es lo de menos. Súmale a eso el legendario “basado en una historia real” y ya lo tenemos todo.

 

Les voy a contar algo: cuando se inició la promoción de la película me invitaron a Nueva York, a entrevistar a los protagonistas. Lo bueno fue que para completar el par de días que pasaría allí me ofrecieron una actividad extra: “Iremos a la casa donde se produjeron los hechos y veremos unos videos de unos exorcismos”.

 

Fíjate tú que la idea de irme en invierno a las afueras de Nueva York a ver unos exorcismos en una casa encantada no me pareció atractiva. Les dije que tenía que podar el cactus y no fui, con la suerte que tengo me veo poseído por algún espíritu de esos que te hace vomitar puré de guisantes cada dos por tres y hablar en lenguas raras, como el lituano o el esperanto. Además, me atormentaba la idea de que se me cortaran los labios y me salieran pústulas. No sería un buen poseído, lo sé, siempre he tenido problemas con la autoridad.

 

Bueno, que vayan ustedes a verla, vale la pena.

 

La otra película que les recomiendo se llama Lobezno inmortal.

Ya, ya sé que están ustedes/as atormentados por aquella cosa que estrenaron hace unos años con el mismo personaje pero –créanme- esta vez es distinto. Para empezar, el guión se basa en aquel cómic de Frank Miller y Chris Claremont donde Lobezno se las pira a Japón, uno de los mejores tebeos de la historia (así se lo digo) y un clásico para cualquier amante de la novela gráfica.

Así que, con ese referente en mente, la película ya arranca mucho mejor. Es verdad que después se pierde en algunos vericuetos sin sentido, pero en general entretiene, tiene muy buenos efectos especiales, y Hugh Jackman está inmenso.

 

Además, los perfiles de los malos no son la ridiculez de la última vez y hay mucha dignidad en el desenlace (nada de burdas concesiones al público, ojo, creo). Yo apuesto por ella como una de las pelis de superhéroes de la semana. “Pero si no estrenan ninguna otra peli de superhéroes esta semana” dirán ustedes/as. “Sí, ya lo sé”, contestaré yo.

 

Nada, pórtense bien. Yo seguiré recordando a los expertos que predijeron que este año no habría verano.

 

(Dios, si estás ahí, envíame gasolina, unas cuerdas y dos tetrabriks de Don Simón)

 

Abrazos/as,

T.G.